En 1994, ‘Don Goyo’ se despertó después de casi 70 años dormido. Desde entonces, las cenizas del volcán activo más cercano a la Ciudad de México ya son parte del cotidiano en los Estados del centro del país
Eduardo Luis Hernández
Despertarse y encender la televisión. Ir al canal de YouTube Webcams de México y seleccionar una de las tres cámaras que están transmitiendo en vivo cada movimiento del Popocatépetl. No es una actividad muy común, pero en cada transmisión hay por lo menos 20 personas siempre conectadas para tratar de capturar una erupción importante o el cameo de alguna nave extraterrestre. En diciembre está particularmente activo este volcán, que se dividen el Estado de México y Puebla casi por igual, como si algo tan imponente pudiese segmentarse con líneas imaginarias.
Fue el 21 de diciembre de 1994 cuando Don Goyo despertó después de una larga siesta de casi 70 años. El doctor Hugo Delgado es vulcanólogo, investigador del Instituto de Geofísica de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y hace 30 años estaba preparado para que el volcán hiciera erupción de nuevo. Lo había estado investigado y en la ciencia, los ciclos son necesarios para entender las probabilidades en el tiempo. En entrevista con EL PAÍS, explica la línea evolutiva del volcán y cómo a raíz de su acierto respecto a la erupción de 1994 empezaron los protocolos como el semáforo de alerta.
“En 1920 el Popocatépetl tenía un dueño. Y ese dueño quería vender el volcán a alguien de Estados Unidos porque tenían la producción del azufre, que sacaban mediante un malacate”, cuenta el doctor Delgado desde su oficina, llena de volcanes en todas sus presentaciones. “Esta persona, para aumentar la producción de azufre, colocó dinamita dentro del cráter. Obviamente, una explosión de ese tipo no generó una erupción, al menos que el volcán esté listo para hacer erupción”, explica, agregando que meses después el volcán empezó con actividad volcánica que terminó siete años después, en 1927.
El doctor Delgado se interesó por el Popocatépetl desde el alpinismo. Lo subió numerosas veces, logró entrar al cráter cuando todavía no se había reactivado, y estudió Geología. Delgado es bueno con las fechas y los números en general. Las estadísticas le ayudan a entender el comportamiento del Popocatépetl. “En la historia eruptiva que se ha registrado, el volcán ha tenido periodos eruptivos de más o menos 20 o 25 años. Posiblemente, este sea uno de los periodos más largos, pero como no hay un registro preciso, lo que tenemos es que 20 años es un periodo de erupción, o el volcán activo con erupciones intermitentes, es considerado algo normal”, explica.
En el año de 1988 hubo una reunión de geólogos en Kagoshima, Japón, donde Delgado estaba haciendo un doctorado. Ahí expuso sus predicciones. “Después de la recopilación histórica que se hizo de la actividad eruptiva del volcán, hicimos un análisis estadístico de las erupciones. En esa reunión en Kagoshima, publiqué que el Popocatépetl podría tener una nueva erupción alrededor de 1997. Solo me falló por tres años”, bromea.
El 21 de diciembre de 1994, el Popocatépetl amaneció expulsando gases, vapor y cenizas, que cubrieron principalmente a la ciudad de Puebla, a 40 kilómetros del volcán. Hugo Delgado estaba regresando a México de realizar estudios de simulaciones computarizadas. “Yo había estado 10 días en la Universidad Estatal de Nueva York en Búfalo haciendo ese tipo de simulaciones para reproducir diferentes escenarios eruptivos en la computadora. Justamente el 21 de diciembre venía yo de regreso de Nueva York, hice una escala en Chicago y ahí, mientras esperaba mi siguiente vuelo, vi en los monitores que el Popocatépetl había comenzado la erupción. Al llegar a México inmediatamente nos pusimos en contacto en una reunión y ahí mostré los resultados de las simulaciones. Eso ayudó para cubrir algunos aspectos de lo que se conoce como el mapa de peligros, que son los escenarios de baja, mediana y alta probabilidad”, explica.
Meses después de la erupción de 1994, las reuniones entre científicos y las autoridades de protección civil concluyeron en el Semáforo de Alerta Volcánica, con tres colores y diferentes fases que determinarían qué hacer en los diferentes escenarios planteados por el Instituto de Geofísica de la UNAM, que ha tenido un papel fundamental en la investigación volcánica del país. Para conmemorar los 30 años de la reactivación del volcán Popocatépetl, el Instituto de Geofísica organizó el simposio 30 años de la reactivación del Popocatépetl: estado del conocimiento sobre el volcán, en donde Delgado organizó una mesa redonda sobre la erupción del volcán Popocatépetl y sus efectos en el deporte del montañismo, pero también trató sobre los avances en términos del conocimiento sobre la actividad eruptiva, pero también de sus antecedentes, los eventos explosivos más importantes del pasado del volcán y la emisión de gases.
El futuro del Popocatépetl sigue siendo poco certero, como su naturaleza cambiante y radical. Lo único que podemos saber es que estos últimos 30 años han sido los más largos en actividad eruptiva del volcán en el último siglo y que, por esta cuenta de años y ciclos, hay una posibilidad de que crezca un volcán al sur de la Ciudad de México. ¿Es posible? El doctor Delgado contesta: “Sí, esa es una probabilidad. Hemos estado trabajando en generar métodos para hacer un pronóstico de cuáles serían las áreas donde pudiese surgir un volcán con mayor probabilidad”, contesta el investigador.
Para conocer sobre sus investigaciones en tiempo real, el doctor Hugo Delgado recomienda consultar la página del Instituto de Geofísica, en el Departamento de Vulcanología y en la página de Facebook de Observación Volcánica.