Se armó la rebambaramba ayer en el Congreso del Estado a donde acudió una muestra variopinta de personas, algunos habitantes de Ures y otros pueblos del Río Sonora, pero también otras de Hermosillo para protestar contra el proyecto de construcción de una presa en el lugar conocido como Puerta del Sol, aguas arriba de Ures.
Subrayo lo de ‘proyecto’ porque la decisión no está tomada y de hecho la mismísima presidenta de la República, Claudia Sheinbaum sostuvo hace algunas semanas que no se hará nada contra la voluntad de los lugareños y que se llevaría a cabo una consulta pública para conocer su sentir al respecto.
La propuesta inicial fue parte del llamado Plan Hídrico Sonora, un ambicioso programa orientado a la construcción de obras, el reordenamiento jurídico, la planeación y el manejo del vital líquido no solo para uso agropecuario, sino también para el consumo humano, que busca garantizar agua para los próximos 30 años en la entidad, azotada por una severa sequía desde hace al menos tres años.
El Plan contempla obras en el Río Sonora, los valles del Yaqui, del Mayo y Guaymas-Empalme; en municipios de la sierra, el desierto y la frontera y en zonas urbanas de los municipios más poblados, incluyendo a Hermosillo.
Para el caso del Río Sonora la propuesta fue modificada y en lugar de la construcción de tres presas, un acueducto y otras obras que serían financiadas con recursos obtenidos por la venta de terrenos ubicados en el vaso de la presa Abelardo L. Rodríguez en Hermosillo para su urbanización, se contempló solo la presa Puerta del Sol, sin acueducto a la capital y sí con obras de modernización y tecnificación de los sistemas de riego en esa zona. También se canceló la comercialización de los terrenos de la presa ALR toda vez que el gobierno federal se comprometió a aportar los recursos necesarios.
Desde que se planteó el proyecto hubo voces en contra, animadas fundamentalmente por la amarga experiencia vivida a partir de 2014 cuando se registró el derrame tóxico de una minera del Grupo México que provocó no solo daños ambientales, sino que en el río literalmente revuelto, se perpetró un manoteo terrible de los recursos multimillonarios -eran los tiempos del padrecismo, así que no tuvo nada de extraña la robadera- de un fideicomiso creado por el Grupo México, lo que a la postre derivó en la cancelación del fideicomiso y por lo tanto, de una serie de obras y acciones de remediación, de suministro de agua potable y de salud pública; en este último rubro destacaba la construcción de un hospital en Ures para atender las afecciones a la población expuesta a la contaminación.
Los pobladores de esa región tienen razones, pues, para guardar sus reservas respecto a un nuevo proyecto, de ahí que la actual administración estatal desplegó una gran campaña de información y convencimiento sobre las bondades del proyecto. De alguna manera, esa campaña bajó la presión inicial en la que participaron cientos de lugareños que organizaron caravanas de protesta, algunas muy nutridas. Nada que ver con la manifestación de ayer en el Congreso, que fue mucho más reducida, aunque ciertamente ruidosa y agresiva.
Queda claro que el tema ya tomó el carril de la partidización en la que asoman algunos personajes muy identificados con los desafectos políticos a la actual administración, pero no son tan relevantes los que aparecen en público, como sí lo son quienes operan desde las sombras tratando de acarrear agua para sus molinos electorales, si se vale la alegoría en un tema donde lo que se busca optimizar es precisamente el recurso agua.
Los manifestantes dieron un ‘portazo’ en la sede del Poder Legislativo para forzar una reunión con diputados y diputadas integrantes de las comisiones relacionadas con el tema; una reunión ríspida, por cierto y no exenta de mentadas de madre, gritos y otros insultos.
Todo en un contexto de mucha desinformación entre algunos de los manifestantes que todavía reclamaban por la construcción de tres presas (cuando es solo una) y exigían los proyectos ejecutivos de una obra que apenas está en sus fases iniciales.
Hay, a no dudarlo, razones históricas, políticas y sociales entre los pobladores del Río Sonora para dudar del proyecto, pero también es cierto que desde el gobierno se está operando para resolver esas dudas y para justificarlo técnica, jurídica, financiera y medioambientalmente. Pero hay un sector, más pequeño pero más ruidoso que no parece tener la intención de escuchar, sino de derribar el proyecto incluso antes de conocerlo al detalle.
Los esfuerzos para convencer a la mayoría sin duda habrán de redoblarse en los próximos días, en los que se deberá estar muy atentos a la organización y la implementación de la consulta pública, para tener una idea más clara del verdadero sentir de las mayorías, acogiéndonos al dicho presidencial de que nada será impuesto y todo se canalizará por la vía del diálogo.
El asunto, sin embargo, se ha enturbiado con la presencia de ciertos ‘activistas’ que no saben mucho de proyectos hídricos, pero sí le entienden a eso de revolver las aguas en estos días de adelantadísimos tiempos electorales.
Los principales misiles fueron apuntados hacia el presidente de la Comisión del Agua, Omar del Valle Colosio, aunque algunos les pasaron rozando a Ernestina Castro y Raúl González de la Vega, quienes fueron los que atendieron a los inconformes. Fermín Trujillo, presidente de la Comisión Especial del Río Sonora no estuvo en esa reunión, pero también le tocaron algunos improperios.
La manifestación, poco nutrida pero muy visceral puede llevar a pensar, ya subidos al carro del conspiracionismo, que en un descuido y hay por allí algo de ‘fuego amigo’. Vaya usted a saber…
II
Y a propósito de agua, qué bueno que el sábado pasado el presidente de EEUU, Donald Trump andaba de ‘buen pelo’ (cosa rara) porque se portó muy afable con su homóloga mexicana Claudia Sheinbaum durante la ceremonia de sorteo para integrar los grupos que disputarán el Mundial de fútbol 2026.
La afabilidad le duró poco porque ayer blandió de nuevo la espada impositiva y amenazó a México con imponerle un arancel del 5% si no cubre su adeudo de agua aunque sea en abonos chiquitos tipo Elektra. Y es que de acuerdo al Ogro Naranja, México ha acumulado un déficit de más de mil millones de metros cúbicos de agua, por lo que exigió para fin de año, al menos 200 millones de metros cúbicos.
El señor Trump es bastante ‘ojéis’ pero no le falta razón en este tema. Hay un tratado bilateral firmado en 1944 según el cual Estados Unidos debe enviar cada año mil 850 millones de metros cúbicos de agua del río Colorado a México. A su vez, México debe enviar a Estados Unidos 432 millones de metros cúbicos de agua del Río Bravo hacia el país del norte.
Por las condiciones de sequía, México no ha cubierto esa cuota y en los últimos 5 años ha acumulado un déficit superior a los mil millones de metros cúbicos. Esta vez, México está entre la espada del ultranacionalismo trumpista y la pared de la sequía.
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