Diferentes estudios en torno al cambio climático han identificado que el ruido marítimo, la minería submarina y el cambio de temperatura del océano han generado un impacto en el canto de las ballenas, afectando sus vocalizaciones, a partir de las cuales se comunican entre ellas para su subsistencia. Todo lo que los seres humanos hacemos sobre la tierra y debajo del agua amenaza con silenciar a las ballenas.
Desde hace un par de semanas, una coalición de diferentes colectivos ambientalistas decidió presentar una demanda de amparo sin precedente alguno en el mundo para defender los derechos de las ballenas del Golfo de California, señalando que, como sujetas de derechos, las ballenas pueden y deben alimentarse, procrear, dar a luz y hacer su vida en dicho golfo sin ver amenazada su existencia, convivencia y dignidad.
Como lo oye: las ballenas se ampararon ante el Poder Judicial de México, y en los últimos meses, esa es la cosa más hermosa y esperanzadora que he leído. Se ampararon ante la autorización que el Gobierno de López Obrador dio al proyecto “Saguaro GNL”, que busca extraer gas fósil de Estados Unidos para trasladarlo de manera subterránea al Puerto Libertad, en Sonora, y de ahí hasta China. Y sí, haciéndolo con prácticas del llamado fracking, que vulneran todo el ecosistema e incluso la salud pública.
La ambientalista Nora Cabrera, de la organización Nuestro Futuro A.C., una joven y brillante abogada ambientalista, ha explicado que esta es una acción sin precedente alguno en el mundo porque hace visible y audible la voz de las ballenas para exigir sus derechos ante un permiso otorgado en el año 2018, que careció de evaluaciones de impacto ambiental completas para su ejecución en el proyecto antes mencionado.
Las ballenas que habitan en el Golfo de California (compuesto por mil 557 kilómetros de extensión) y conocido como el “acuario del mundo” por la enorme cantidad de biodiversidad que alberga, son de cuatro especies diferentes, algunas de ellas migrantes y otras residentes permanentes de ese hábitat. La demanda de amparo presentada por las ballenas busca también asegurar que este espacio sea reconocido como un santuario y que obtenga una declaración para ser considerado hábitat crítico, lo que posibilitaría redoblar esfuerzos para su atención, preservación y protección por parte del Estado mexicano.
Ahora bien, ¿cómo fue entonces que las ballenas se ampararon? Primero se organizó una coalición de organizaciones de la sociedad civil para generar una acción colectiva llamada “Guardianas y guardianes de las ballenas”, que delineaba una estrategia de acción legal y que recolectó firmas ciudadanas en diferentes plazas públicas. Firmar no solo implicaba validar la estrategia legal, sino al mismo tiempo que su nombre y su persona se convirtieran en “la voz de quienes no pueden hablar en los tribunales”. Quien firma entonces asume ser la voz del canto de las ballenas y se identifica como protector de las mismas desde una visión de responsabilidad ética y ciudadana.
Esta semana, un juez aceptó esta demanda de amparo como un juicio indirecto, cosa que significa (de acuerdo con el sitio Animal Político) “que las ballenas, como quejosas, ya se encuentran dentro de un proceso jurídico”. Habrá que seguir el procesamiento del caso y cuáles podrían ser las formas en las que la nueva Ley de Amparo que se pretende aprobar podría afectar o no esta acción colectiva de amparo de las ballenas, consideradas ya como quejosas desde la lógica jurídica.
Si alguna persona lectora de este texto quiere acercarse a este proyecto, leer qué significa ser guardián o guardiana de las ballenas y firmar, puede hacerlo en el siguiente sitio: https://ecoxnuestrofuturo.mx/guardianes. Con su firma, esta podría ser una de las acciones colectivas de impacto masivo ciudadano más importantes no solo de México, sino del mundo entero.