Dossier Politico
En Sonora, como en muchas regiones del país, los ecos de una sociedad polarizada retumban con fuerza en nuestras calles, en nuestros medios y en nuestras redes.
Y así es desde que tengo uso de razón, aunque se ha agudizado al menos la última década.
Pareciera que la desconfianza mutua ha dejado de ser una excepción para convertirse en la norma.
Ciudadanos contra ciudadanos.
Políticos enfrentados no por ideas, más bien por egos.
Periodistas señalados por decir lo que otros prefieren callar.
Y en medio de todo esto, la libertad de expresión -ese pilar fundamental de la democracia- comienza a tambalearse.
Hoy más que nunca, urge un alto.
La polarización destruye y lo más preocupante es que va normalizando el odio, disfrazándolo de “compromiso ideológico”, cuando en realidad es sólo miedo y cerrazón.
¿De qué nos sirve tener instituciones democráticas si no estamos dispuestos a escucharnos?
¿De qué sirve tener medios libres si los periodistas deben cuidarse más de sus conciudadanos que del poder que denuncian?
Como sociedad, hemos caído en la trampa de pensar que disentir es sinónimo de traicionar y que criticar al poder es atacar a la Patria.
A México.
Que exigir respeto es imponer una ideología.
Esa confusión ha intoxicado el diálogo público y, peor aún, ha erosionado los puentes que tanto costó construir por nuestros bisabuelos, abuelos y padres.
Este llamado es claro y urgente:
Políticos, ciudadanos, periodistas… debemos reencontrarnos y no en una falsa unanimidad, más bien en una unidad que respete nuestras diferencias y valore la diversidad de pensamiento como lo que es:
Una riqueza.
A los actores políticos les toca dar ejemplo porque no se puede pedir civilidad cuando se abona al odio desde el micrófono.
El discurso público no puede seguir siendo un campo de batalla, debe ser un espacio de propuestas, de escucha, de reconciliación.
A los ciudadanos nos corresponde dejar de ver al otro como enemigo.
Pensar distinto no convierte a nadie en adversario.
Urge recuperar la empatía, el diálogo cara a cara, la disposición a construir desde lo común.
Y a nosotros, los periodistas, nos toca seguir siendo incómodos, sí, pero también responsables.
Objetivos.
Propositivos.
No ceder ante la censura ni tampoco ante la tentación del protagonismo.
Defender la libertad de expresión como privilegio gremial y más como derecho de todas, todos y todes.
Porque sin libertad para decir, tampoco habrá libertad para elegir ni para decidir.
La solución no será inmediata pero se empieza con un gesto:
Hablar, escuchar, disentir sin destruir.
Recuperar el respeto por el otro.
Abandonar la lógica del “conmigo o contra mí, ya que sólo así podremos frenar esta pendiente peligrosa hacia la intolerancia.
Porque Sonora y México no necesitan más trincheras, necesita más puentes.
Sólo con tolerancia y respeto será posible.
Aquí dejo el primer puente.
Al tiempo.
El autor con más de 30 años de experiencia en medios de comunicación, es periodista en Derechos Humanos, Migración y Medioambiente.
Director de AM Diario, colaborador en medios de Sonora como Dossier Político, Pajarito News, de Arizona como Irreverente Noticias y Ciudad de México como Esfera Noticias.