Salvaje fue Trump castigando al gobierno de Colombia por la negativa inicial del presidente Petro a recibir deportados en un avión militar.
Penosa fue la transición de Petro de una posición lírica desafiante hacia una aceptación total de las condiciones innegociables y lacónicas que le devolvió la Casa Blanca.
Primera lección: en estas primeras salidas de Trump al mundo, no hay lugar para lirismos desafiantes, ni para retóricas envalentonadas. Salen muy caras.
Mil veces mejor la cautela asumida por la presidenta Sheinbaum y su criterio de que no quiere responder a los dichos, sino a los hechos de su colega naranja.
Los dichos de Trump, dice Sheinbaum, no coinciden siempre con sus hechos. Es verdad, aunque los dichos de Trump sí dicen por dónde quiere ir y por dónde irá, con toda la contundencia que pueda, al principio de su mandato.
Quiere dejar bien sembrada desde el Día Uno que usará su fuerza con rapidez y eficacia.
Pero los dichos cuentan.
Si dice que nos va a mandar muchos deportados mexicanos, lo hará. Si dice que nos va a mandar a extranjeros no mexicanos para que permanezcan en México, lo hará.
Si dice que va a tratar a los cárteles de la droga como terroristas, lo hará.
Y si dice que usará aranceles arbitrarios para mostrar su fuerza y negociar desde ella, lo hará también.
El jeroglífico que plantea su estilo dictatorial es cuánto hará o exigirá en cada una de las cosas que dice. En otras palabras: qué tamaño tendrán realmente los hechos derivados de sus dichos.
Mi impresión es que serán más altos en los primeros días o semanas de su gobierno, porque necesita que se vean rápidos, espectaculares, congruentes y convincentes para su electorado.
Con su desafío prematuro, el presidente Petro le puso la mesa para hacer un tiro por elevación ejemplarizante, es decir, amenazante, hacia todos los gobiernos, en particular los de América Latina.
Lo que Trump le pedía a Petro era poco. Lo que acabó pagando Petro es mucho, para él y para la región, pues la vara de castigo establecida por Trump quedó muy alta: puede someterte y ridiculizarte en público.