Este 2024 que se está yendo vapuleó con fatídico esmero mis querencias; varios entrañables amigos, algunos de ellos colegas, nos abandonaron dejando un hueco afectivo, una insomne tristeza y una sutil advertencia: Camino sobre la cuerda que cruza el abismo de la octava década y aun cuando creo sentirme bien en lo físico, lúcido de mente y con optimismo, me doy cuenta que pierdo con más frecuencia las llaves del auto, los lentes, la multitud de contraseñas que las operaciones en línea del mundo cibernético me obligan a retener en neuronas jocosamente evasivas y, también con más facilidad y frecuencia me olvido de citas, aniversarios y cumpleaños que me he propuesto tener presentes. Dicen los médicos que mientras uno esté consciente de esos pequeños olvidos no debe preocuparse; que lo grave viene, cuando advierten, quienes te soportan, que vas dejando de manifestar incomodidad por tenerlos. Es decir, cuando ya no adviertes que los olvidaste porque sencillamente, para ti, han dejado de existir. Todo esto me llevó a reflexionar y a formular mi lista de buenos propósitos para el próximo año antes que lo olvide.
- Seleccionaré con mayor cuidado y acuciosidad los, cada vez menos, proyectos que quiero emprender y llevar a su término, pues el futuro ya no es esa visión evanescente y lejana que creía fácil de enmendar. Por tanto, optaré por los de corto plazo.
- Con verdadera fe y confianza procuraré ilusionarme por lo que podré hacer el año que entra y quizás el siguiente y me reusaré a anclarme en el pasado, loando recuerdos y repitiendo anécdotas, ¡pues el juego no se acaba… hasta que se acaba!
- Intentaré convencerme de perdonar de corazón a quien algún mal me hizo y buscaré enmendar lo que voluntaria o involuntariamente hice en contra de mis principios.
- Nunca he sido un hombre religioso, pero he practicado las virtudes teologales: fe, esperanza y caridad y las llamadas cardinales: fortaleza, justicia, templanza y prudencia. No sé quién las instituyó, y me pregunto por qué no incluyó a la humildad y la honestidad que son parte de mis principios. No podría decir en qué medida he logrado cumplir con cada una de ellas, pero sí, que lo seguiré intentado con denuedo.
- Honraré los afectos acercándome más y con mayor frecuencia a familiares y amigos; procurando soslayar el internet, ya que, de la modernidad tecnológica que nos inunda, lo que más deploro es la proliferación de las redes que se van sustituyendo el contacto humano, pero soy consciente, al observar y platicar con mis nietos, de que su equipamiento neurobiológico es diferente a aquel con que yo vine a este mundo y me dio identidad. Trataré de entenderlos.
- Me esforzaré con mayor ahínco de entender que tendrán otras formas de enfrentar un planeta, una sociedad y un Estado muy diferentes a los que me tocó tratar de mejorar.
- Sostuve a mi familia gracias al ejercicio de mi profesión de ingeniero civil a la que me dediqué por 56 años y seguirán siendo parte de mi orgullo las obras que pude proyectar, hacer u operar.
- Tuve a grandes y honestos maestros que me dieron ejemplo y enseñanza. Procuré y seguiré intentando transmitirlos a los jóvenes que aún se acerquen a mí;
- Me duele ver la liviandad e irresponsabilidad que ahora campea en la creación y operación de la infraestructura, en mi estado y en general en la República, por lo que no me abstendré de emitir mi opinión al respecto.
- Es mi propósito también, desear que pases con tu familia una feliz Navidad y podamos, todos, construir un nuevo, más tolerante y mejor compartido nuevo año.
Hermosillo, Sonora. diciembre 18 de 2024