Milenio
Mañana lleva el nombre del dios romano de la guerra. Es solo una casualidad y, sin embargo, no pasa desapercibida. Dos eventos brutales están previstos para ocurrir el mismo día: la elección presidencial en Estados Unidos y la discusión en la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) sobre el proyecto de sentencia que podría declarar inconstitucional a la reforma judicial.
A tres días de que concluyan los comicios en el país vecino todos los sondeos refieren un empate técnico, lo cual no es buena noticia para nosotros. De acuerdo con una encuesta levantada por De las Heras Demotecnia, 67 por ciento creemos que el resultado nos impactará “mucho.” La mayoría teme por la seguridad del mundo en caso de que Donald Trump regrese a la Casa Blanca y quizá por este motivo, 72 por ciento preferiría ver a Kamala Harris alzándose con la victoria.
No hay cómo ocultarlo, en caso de que Trump gane las elecciones lo que viene va a ser muy complicado de sobrevivir.
Por si esta amenaza no fuese suficiente, se avecina también un choque nuclear entre los poderes de la República. Desde el punto de vista del Poder Judicial, la reforma emprendida por Morena y sus aliados para controlar a los tribunales, de concretarse, implicará un daño irreversible respecto de nuestra democracia. Lo ha dicho con todas sus letras el jurista Roberto Gargarella: no se trataría de un golpe de Estado, sino de mil pequeños golpes que desangrarían el modelo republicano definido por la Constitución de 1917.
A las 9:30 a.m. de este martes está citado el pleno de la SCJN para dirimir tan delicado asunto. Fuera de la sede principal del Poder Judicial habrá miles de manifestantes respaldando a los ocho ministras y ministros que tienen previsto declarar la inconstitucionalidad de la reforma. Cabe suponer que igualmente tomarán las calles quienes respaldan el empleo de la guillotina contra las personas juzgadoras.
Zoom: ¿Cómo va a terminar la jornada de mañana? Marte es el dios de la violencia, pero también representa el honor y la dignidad. La doble incertidumbre hace temer lo más terrible y, sin embargo, los riesgos que corre el país podrían ayudarnos a recuperar un poco los cabales.