El segundo de los hijos de López Obrador ha tenido una fuerte influencia en Morena, el partido fundado por el mandatario izquierdista
Zedrik Raziel / El País
Las piezas en el tablero político comienzan a acomodarse ante la inminente partida de Andrés Manuel López Obrador de la presidencia de México y su desaparición del ojo público. El mandatario ha dado a conocer que el segundo de sus hijos, Andrés Manuel López Beltrán, está preparando su ascenso a un cargo de dirección de Morena, el partido que el dirigente izquierdista fundó en 2014 y con el que llegó a la presidencia cuatro años después. López Obrador no ha precisado en qué cargo despachará su hijo, pero una fuente del Gobierno federal ha afirmado a este periódico que será en la secretaría de Organización del partido, el área estratégica encargada de los comités de promoción del voto distribuidos en todo el país. López Beltrán no es nuevo en la tarea, pues de manera informal y discreta ha tenido una importante influencia en la conformación del partido y en la toma de decisiones.
Andrés López Beltrán, Andy, como le llaman en su entorno cercano, nació en Tabasco, como su padre y su madre, Rocío Beltrán Medina, la primera esposa de López Obrador, fallecida en 2003. Recién el 21 de agosto cumplió 38 años. Es un politólogo egresado de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, donde también se formó López Obrador. Sus hermanos José Ramón, el mayor, y Gonzalo Alfonso, el menor, nacieron de ese primer matrimonio del presidente mexicano. López Obrador volvió a casarse, con la académica Beatriz Gutiérrez Müller, y con ella tuvo un cuarto hijo, el menor de todos, Jesús Ernesto López Gutiérrez.
Andy López Beltrán también es empresario. Junto a su hermano Gonzalo constituyó una compañía de venta de chocolate, Finca Rocío, S. A. de C. V., llamada así en honor a su madre. La empresa tiene una tienda en el Centro Histórico, a pocos metros de Palacio Nacional, donde despacha López Obrador, y es muy concurrida por los simpatizantes del presidente. La compañía, constituida con un capital de un millón de pesos —Andy es el accionista mayoritario y administrador único—, vende chocolate cultivado y procesado en Tabasco, en una finca de 52 hectáreas de los hermanos López Beltrán, heredada de su madre. Andy también es socio en una compañía vinícola constituida en 2021, Vinos Cósmicos, S. A. de C. V.
López Obrador ha explicado que Andy dejará el negocio de chocolate en manos de su hermano Gonzalo. El mandatario había pedido a sus hijos que no tuviesen demasiado protagonismo y no ocupasen algún cargo público en el tiempo que él fuera presidente. Esa petición expirará el 1 de octubre, cuando López Obrador entregue el poder a Claudia Sheinbaum, la mandataria electa. Andrés López Beltrán participará en el proceso interno de renovación de la dirigencia de Morena, a realizarse el 22 de septiembre en Ciudad de México. Todo está dispuesto para que la actual secretaria de Gobernación, Luisa María Alcalde, sea electa como dirigente de la formación. “[Andrés] quiere apostar a ser electo, o sea, no impuesto. Y yo no tengo nada que ver con eso, porque, además, yo ya me retiro, y sí quiero cumplirles el compromiso de que, ya una vez que yo me jubile, pues son libres. Porque, imagínense, si en la casa siempre escucharon desde niños la palabra ‘justicia’, ‘democracia’, y la actividad política, siempre”, ha dicho el mandatario este lunes.
López Obrador ha afirmado que, en política, no se heredan los genes, sino que un dirigente se debe forjar con “la conducta, la rectitud, el trabajo y el amor al pueblo”. “Lo único que les he dicho [a mis hijos] es que todo el legado que pueda quedar, de lo mucho o de lo poco que hicimos, es de la gente”, ha dicho el mandatario. “Los dirigentes no somos lo más importante en un proceso de transformación, es el pueblo, el motor del cambio es el pueblo. Entonces, no hay derecho a que nadie quiera apropiarse de lo que es de todos, no me pertenece lo que yo contribuí para la transformación, y no les pertenece a mis hijos ni a nadie”.
El presidente ha contado cómo, durante la infancia de sus hijos, tuvo que sacrificar pasar tiempo con ellos por dedicarse a la política en Tabasco. También ha narrado que su familia “ha padecido mucho” por el acoso y el espionaje del Gobierno, en sus años como opositor. Ya como adultos, los hermanos López Beltrán tuvieron una participación clave en la fundación de Morena y en el triunfo de su padre. En 2017, cuando López Obrador preparaba su tercera y definitiva lucha por la presidencia, la dirigencia del partido encargó a los tres descendientes la conformación de comités de promoción y defensa del voto en algunos Estados: a José Ramón le tocó supervisar los trabajos en el Estado de México —que ese año tendría elección para la gubernatura—, a Andy, Ciudad de México, y a Gonzalo, Tlaxcala.
Ese año, en vísperas de los comicios en algunos Estados, se difundió en internet el audio de una llamada entre la entonces dirigente de Morena, Yeidckol Polevnsky, y Andy López Beltrán. En la plática, cortada y sin contexto, ambos personajes hablaban sobre la contratación de una compañía desde el partido. “Me apoyé en una empresa que es conocida nuestra y que es de confianza”, se oía decir a López Beltrán. Al día siguiente, el partido acusó espionaje y explicó que la llamada versaba sobre un evento de campaña del candidato a la gubernatura de Veracruz, Cuitláhuac García, y la contratación de un grupo musical. Según se expuso entonces, la contratación, normativamente, debía hacerse a través de un tercero, y que ese iba a ser el papel la empresa aludida.
Al margen de la polémica en torno a esa contratación, la llamada también revelaba la incidencia de Andy en el manejo de los recursos de Morena (“lo vi aquí con la gente de Finanzas”, dijo a Polevnsky en la plática) y su influencia en las decisiones. Por ejemplo, meses más tarde, se supo que él fue una pieza fundamental en el reencuentro entre López Obrador y René Bejarano, un antiguo colaborador del dirigente izquierdista, caído en desgracia una década atrás, cuando fue captado recibiendo dinero en efectivo de parte del empresario Carlos Ahumada, en el episodio conocido como Los videoescándalos. El propio Bejarano declaró a la prensa que su acercamiento a la campaña presidencial de López Obrador fue gracias a la mediación de López Beltrán, Polenvsky y Gabriel García, entonces secretario de Organización de Morena.
Andy también ha tenido influencia en nombramientos importantes de funcionarios públicos en el Gobierno de su padre. Uno de sus amigos, Daniel Asaf, se convirtió en el jefe de la Ayudantía de López Obrador, una especie de guardia civil que acompaña y asiste al mandatario en sus giras por los Estados. Asaf, que ha tenido acceso absoluto a información delicada del presidente durante seis años, recién ha sido designado diputado federal, puesto al que llegó por medio de las listas plurinominales. Otro amigo de Andy, Marath Bolaños —con quien estudió en la UNAM—, llegó al Gobierno de López Obrador como subsecretario de Empleo en la Secretaría del Trabajo, donde colaboró con Luisa Alcalde; luego, cuando esta pasó a dirigir la Secretaría de Gobernación, Bolaños quedó como titular de la cartera de Trabajo.
Andrés López Beltrán no solo es discreto como operador político: también lo es en su vida personal. No tiene redes sociales y no suele dar entrevistas a los medios. En conjunto, Andy y Gonzalo emitieron hace unos meses un comunicado para refutar los señalamientos hechos por el periodista Carlos Loret sobre presunto tráfico de influencias para beneficiar con contrataciones desde el Gobierno a sus amigos.
Algunos miembros de Morena ven en Andy una suerte de sucesor natural de López Obrador. “Andy es una gente que ha trabajado desde siempre. Perdonen la expresión ganadera, pero nació mamando el modelo de transformación con su familia”, ha opinado el consejero morenista tabasqueño Raúl Ojeda. El senador Félix Salgado ha señalado que López Beltrán puede ser candidato presidencial en 2030. “Es fundador de Morena y un activo muy importante para el desarrollo de nuestro partido”, ha dicho. Con Gonzalo dedicado a la empresa de los chocolates y José Ramón viviendo fuera de México y abocado a la crianza de sus hijos, el camino de ese heredero que lleva el mismo nombre que el último dirigente izquierdista está despejado.