La reflexión personal sobre los riesgos que tiene por enfrente la humanidad me ha llevado a considerar 3 fundamentales, el calentamiento global, la tercera guerra mundial y los robots cuando sean capaces de reproducirse autónomamente.
El problema del calentamiento global ya se encuentra presente y a la vista. Lo que los científicos pronosticaban, intensos torrenciales lluviosos en ciertas regiones y, desertificación en otras, las estamos viviendo ya, baste recordar la transformación en horas de la tormenta tropical Otis en huracán categoría 4 que devasto Acapulco o, la desertificación que avanza en Sonora donde las lluvias invernales conocidas como equipatas han desaparecidos, disminuido las precipitaciones pluviales y por tanto los escurrimientos de ríos y arroyos.
Si tomamos en cuenta los años que le tomo a la naturaleza generar la inteligencia humana y, el tiempo que le tomo al Homo Sapiens llegar a la inteligencia artificial (IA) desde las iniciales computadoras después de la segunda guerra mundial, podemos visualizar que dentro de 100 años la vida cotidiana estará regida por la actividad de robots e IA y, posiblemente, los robots serán capaces de reproducirse sin o con muy poca intervención humana. Ello significaría, en primer lugar, que se perdería la hegemonía que los homos (habilis, naledi, gautengensis, rudolfensis, sapiens) han tenido sobre la tierra desde hace 200 mil años basándose en la inteligencia (la capacidad de resolver problemas) y la creatividad. También, partiendo de que el cerebro es un musculo y que cualquier musculo u órgano que no se usa se atrofia, la sustitución del hombre por la maquina inteligente tendría sin duda consecuencias en la inteligencia humana. Tal vez estamos observando el inicio del fenómeno, entre otras, la Universidad de Northwestern de USA, identifico un descenso del coeficiente humano (IQ), contrario al efecto Flynn, llamado así por James Robert Flynn que había demostrado que el IQ crece entre 2 y 3 puntos porcentuales cada 10 años.
Desde el fin de la desastrosa segunda guerra mundial hemos vivido con el temor de una tercera conflagración que, por el desarrollo de las armas de destrucción masiva sería de consecuencias catastróficas, muy probablemente el fin de la civilización tal como la conocemos, sumiendo a la humanidad en un oscuro invierno. Recién el tema se a puesto de moda y la posibilidad de su ocurrencia acercándose peligrosamente, debido: en primer lugar, a la existencia de los bloques contendientes: USA y sus socios de la OTAN versus China, Rusia, Irán; segundo, los focos de tensión como la guerra de Rusia contra Ucrania, Israel y su ofensiva genocida en Gaza; Israel y USA atacando a Irán; y, sobre todo, la política del presidente de los Estados Unidos de Norteamérica que rompe con las normas internas y externas imponiendo la fuerza como mecanismo de disuasión con el objetivo de volverse un dictador mundial. Ejemplos hay muchos, recordemos tan solo como rompió con los tratados comerciales y de inversión entre USA, México y Canadá; la amenaza a España que no acepto incrementar su gasto militar para no afectar a su población; su pretensión de anexarse Groenlandia. Estamos ante la presencia de un nuevo Hitler, narcisista, racista, clasista, desequilibrado, que forma un gobierno de y para los superricos.
Los historiadores tienen un concepto para definir un momento como el actual, crisis épocal. Se refieren a los tiempos cuando una potencia va declinando. Afirman, además, y es fácil demostrar, que ninguna potencia ha dejado la supremacía sin la guerra. El problema, la guerra mundial no es alternativa para la humanidad.
La coyuntura mundial es un reto para el mundo y muy especialmente para México dada su cercanía con la primera potencia mundial con Donald Trump a la cabeza. El camino ha estado sembrado de provocaciones. Tenemos la suerte de tener una presidenta como Claudia Sheinbaum, su inteligencia, templanza y experiencia le ha permitido transformar las amenazas y provocaciones en fortaleza para México y para ella. Hoy la mayoría de las encuestas de opinión de los diarios nacionales le dan una aprobación mayor al 80 por ciento. Su política de colaboración sin subordinación, de defensa irrestricta a la soberanía nacional la tienen catapultada no solo nacionalmente sino a nivel internacional.
A pesar de ello, no estaría de más que nos sumáramos los de abajo a un movimiento permanente a favor de la paz (interna y externa) y en defensa de la soberanía nacional. ¿Cómo la ven?