Las familias que buscan y en particular las madres buscadoras son la reserva moral del País. No las dejemos solas este 10 de mayo en la edición 13 de la Marcha de la Dignidad Nacional, la movilización de madres que buscan a sus hijas e hijos desaparecidos en México.
Se acerca el 10 de Mayo y con esta fecha emblemática llega también la edición 13 de la Marcha de la Dignidad Nacional, una movilización de madres que buscan a sus hijas e hijos desaparecidos en México. Este día, en prácticamente todo el territorio nacional, se registran protestas de mamás que exigen búsqueda, verdad, justicia y paradero.
Este año, la fecha llega en un contexto peculiar: la documentación de atrocidades en el Rancho Izaguirre, en Teuchitlán, Jalisco, revirtió la inercia de indiferencia frente a la crisis con la que arrancó el sexenio. A ello se suman dos factores más: que el Comité de la ONU contra la Desaparición Forzada (Comité CED por sus siglas en inglés) inició, respecto de México, el procedimiento más extremo con que cuenta, y que se presentó una iniciativa para revisar la Ley General en la materia.Recibe nuestras noticias en tu correo
Nuestros boletines te informan los hechos antes que nadie directo a tu buzón. ¡Quiero enterarme!
Ante la continuidad de la crisis y el cúmulo de eventos, es clave no perder la brújula sobre cinco aspectos esenciales:
1.Es una realidad incuestionable que la crisis de desapariciones es real y que no ha sido revertida. Tiene razón el Comité CED de la ONU cuando apunta a que las desapariciones se cometen en condiciones de generalidad y sistematicidad. Fue, por ello, un error del actual gobierno apostar inicialmente a la mera continuidad en este tema: se necesitaba renovación con acciones extraordinarias. Abusando de la expresión, bien puede decirse que no se construyó un primer piso para atender la crisis de desapariciones. Esta inmensa problemática debe atenderse con sentido de urgencia y no ayudan los mensajes contradictorios: es difícil creer que revertir la crisis de desapariciones es en efecto una prioridad cuando actores relevantes de la coalición gobernante la niegan, minimizan o relativizan.
2.Teuchitlán estremeció la adormilada conciencia nacional y no es un hecho aislado. Sin Teuchitlán, el Gobierno federal habría seguido minimizando la crisis. Por ello, hay una deuda con los colectivos de Jalisco y las víctimas: este caso aún requiere verdad. Tristemente, el esclarecimiento parece lejano, dada la negligencia de las fiscalías, que tuvo uno de sus momentos más oscuros en el fallido y cruel recorrido que se efectuó en el sitio; una muestra de que la reforma a la justicia que requeríamos era sobre todo en estas fiscalías colapsadas y revictimizantes, empezando por la federal, cuyo único interés en el caso parece ser desestimar la existencia de un campo de exterminio en el lugar. Empero, la realidad es inocultable: el reclutamiento forzado de jóvenes de los sectores más marginados, seguido de la privación de la vida en gran escala y de forma cruenta, ocurre en múltiples regiones del País.
3. Los colectivos de madres se siguen jugando la vida en la búsqueda y no debería ser así. En los últimos 10 años han sido asesinados, al menos, 27 familiares buscadores (mayormente madres de personas desaparecidas), cinco en lo que va del sexenio. Esta violencia no debe invisibilizarse ni minimizarse. Fue ilustrativo que al tiempo que se realizaban reuniones entre gobierno y colectivos, se privara de la vida a una madre buscadora, sin que ello fuera condenado enérgica y públicamente por todos los actores involucrados. Urge adoptar medidas aptas para proteger diferenciadamente a quienes más riesgo enfrentan.
4. Las reuniones con autoridades son un paso en la dirección correcta cuya trascendencia podrá valorarse cuando arrojen resultados. Siempre será positivo que se abran espacios para el diálogo directo con las víctimas. Importa abrir espacios con empatía y no es fácil, más cuando no hay una sola articulación que agrupe a todas las visiones y colectivos. Pero la importancia real de estos encuentros sólo se acreditará si desembocan en algo tangible. Siendo así, es indispensable recordar que, como han mostrado una y otra vez con dignidad las familias de Ayotzinapa y los muchos colectivos que salen a búsquedas, estos espacios no tienen por qué requerir que disminuya la intensidad del digno reclamo público de las familias; de hecho, opera en contra de la causa de las víctimas pretenderlo así. Parece que hay que decir lo obvio: ante la magnitud de la crisis, protestar e interpelar con firmeza al poder público es tan legítimo, indispensable y necesario -o incluso más- que acudir a reuniones con funcionarios. Lo confirmaron los colectivos que con dignidad convocaron a la velada de “Luto Nacional” por Teuchitlán, los que clausuraron el Senado frente a los dichos irresponsables de uno de sus integrantes, los que siguen buscando en terreno, las que interponen amparos exigiendo que la ley se cumpla. Y, seguramente, lo mostrarán quienes salgan a marchar este 10 de mayo con sus consignas dignas y firmes.
5. La iniciativa de reformas a la Ley General de desapariciones es insuficiente y debe reformularse. La propuesta que se ha presentado se queda corta frente a la magnitud de la crisis; que se apruebe sin cambios o con cambios cosméticos en un período extraordinario, pese a tantas voces que señalan su insuficiencia, sería mala señal. Los sistemas nacionales de búsqueda y atención a víctimas necesitan replantearse; mecanismos abandonados como el Centro Nacional de Identificación Humana deben robustecerse legalmente. Más importante aún: revertir la crisis requiere recursos extraordinarios y, más allá de la iniciativa presentada, la provisión de estos en el presupuesto del próximo año será la prueba real de voluntad.
La verdadera disyuntiva que hoy enfrentamos es: negacionismo con inercia y simulación o reconocimiento de la crisis con cambios y medidas extraordinarias. El análisis abierto por el Comité CED, que deberá arrojar alguna luz en septiembre, abre oportunidad para lo segundo, aunque es previsible que el Estado mexicano busque cerrar la vía abierta aduciendo avances parciales, presionando a instancias de la ONU y operando en la comunidad internacional. Es esencial, por ello, discernir a profundidad cuáles son pasos en la dirección correcta y cuáles simulación, sin dejar de alzar la voz.
Las familias que buscan y en particular las madres buscadoras son la reserva moral del País. ¡No las dejemos solas este 10 de Mayo!