Miles de personas hacen cola para visitar la tumba de Francisco el primer día de apertura al público
Íñigo Domínguez
Enterrado el Papa este sábado, se abre la semana decisiva para preparar el cónclave, previsto para la semana que viene, y que se concreten los favoritos para suceder a Francisco. Es en realidad ahora mismo, en estos días, cuando se está decidiendo el nuevo papa, cuando se debate y se discute en las llamadas congregaciones generales, que se reanudan este lunes a las nueve de la mañana. En la Capilla Sixtina se entra solo a votar (dos veces por la mañana y dos por la tarde), aunque luego siguen las conversaciones en los pasillos, las habitaciones y las comidas durante la clausura del cónclave.
Entretanto, no cesa la intensa repuesta popular a la muerte del Papa, que ha continuado ante su tumba en la basílica de Santa María la Mayor. Este domingo se abrió al público y volvieron a formarse colas de miles de personas, con hasta dos horas de espera. A la una del mediodía se habían contabilizado ya 30.000 visitantes, según el Vaticano, y se amplió el horario hasta las diez de la noche.
Pero los cardenales ya tienen la cabeza en el próximo papa. Este lunes por la mañana celebran la quinta congregación general, y la sexta, a las cinco de la tarde. A partir de ahora ya habrá dos reuniones, mañana y tarde. A la última, el viernes, asistieron 149 de los 252 purpurados, pues todos están invitados a participar, tanto los que entrarán en el cónclave (135, menos dos que se ausentarán por enfermedad) como los mayores de 80 años que se quedarán fuera. Pero al funeral asistieron ya 220, señal de que ya están casi todos en Roma y por tanto comienzan las discusiones decisivas.

Al margen de los debates que mantendrán sobre el rumbo que debe tomar la Iglesia, con decenas de intervenciones previstas ―estos días han sido una treintena―, la principal decisión que se espera este lunes es la fecha de inicio del cónclave. Lo más probable es que sea el próximo lunes, 5 de mayo, o el martes, día 6. La otra cuestión sobre la que se aguardan novedades es el problema con el cardenal italiano Angelo Becciu, condenado por fraude en un tribunal vaticano en 2023 y a quien Francisco despojó de los derechos de su cargo, pero que insiste en entrar en el cónclave. Él asegura que antes de morir le dio permiso, pero según la prensa italiana, el secretario de Estado, Pietro Parolin, ha replicado que en realidad el Pontífice habría dejado por escrito una negativa al respecto. Es un complejo conflicto canónico sobre el que los cardenales deben decidir pronto.
En cuanto al inicio del cónclave, si es más allá en el calendario, con el límite del 10 de mayo, querrá decir que los cardenales optan por alargar estas discusiones previas. Prefieren debatir a fondo antes y entrar con las ideas más o menos claras a que el cónclave dure demasiado, porque eso daría, de puertas afuera, una imagen de división y enfrentamiento que siempre se desea evitar.
“El cónclave durará pocos días”, dice el cardenal Marx
“El cónclave durará pocos días”, ha dicho el cardenal alemán Reinhard Marx, 71 años, el primero que se ha atrevido a hacer pronósticos temporales. Y a contracorriente de lo estimado hasta ahora, pues las divisiones internas y la complejidad del colegio cardenalicio ―133, el número más alto hasta ahora, que se conocen poco porque provienen de 71 países― hacen temer que dure más que los anteriores, apenas 24 horas en 2005 y 2023, con 4 y 5 votaciones respectivamente. Por el contrario, es la primera señal de un cardenal de que, en su opinión, empiezan a tener todo claro, y es significativo que sea Marx quien lo dice, pues es uno de los exponentes destacados del ala más progresista.
“Algunos grupos a lo mejor ven una Iglesia dividida, pero la gran mayoría del pueblo de Dios dice que no es verdad. (…) Los cardenales no pueden ignorar este sentimiento”, ha explicado Marx en un encuentro con la prensa, en referencia a la multitud que ha acudido a Roma a despedir a Francisco. Opina que se necesita un pontífice, en la senda de Francisco, “valiente, libre, creíble y profundamente radicado en el Evangelio, con una visión universal”. “Todo lo demás no es importante”, concluye. Es decir, lo contrario de lo que piensa el sector más conservador, que reprocha a Bergolio debilidad teológica y doctrinal, le acusa de deteriorar la institución y de populismo, y desea una corrección de rumbo.
Entre estos dos extremos en realidad el deseo mayoritario es de unidad, y de buscar por tanto una vía intermedia, un compromiso entre las dos partes. Según uno de los líderes del bando conservador, el cardenal de Nueva York, Timothy Dolan, habría que añadir “al corazón caliente de Francisco más claridad en las enseñanzas, más refinamiento en la tradición de la Iglesia, profundizar más en los tesoros del pasado”.
Por eso, en estos primeros momentos de desorientación, al menos hasta esta semana, Pietro Parolin, número dos del Vaticano como secretario de Estado, está en todas las quinielas. “Muchos tienen la sensación de que es la persona que sabe lo que hay que hacer. Quizás no sea carismático, pero sabe llevar el volante. Ahora se trata de ver si Parolin consigue estos días dar la impresión de ser capaz de guiar la Iglesia o no, o si dice que no quiere saber nada de esto”, reflexiona Alberto Melloni, historiador experto en cónclaves. Cree que hasta ahora tampoco han surgido otros candidatos claros, pero eso cambiará esta semana. “Habrá otros candidatos en los próximos días, porque hasta ahora los cardenales han sido todos muy cautos, hasta que no fuera enterrado Francisco no era bueno hablar del resto. No se hace. Pero luego se empezarán a ver, se harán oír en los discursos”, adelanta.
Precisamente Parolin ha sido el cardenal encargado de oficiar este domingo en San Pedro la segunda misa de los nueve días de luto que empezaron con el funeral del sábado. Además lo hizo ante 200.000 personas. Había interés por escuchar su homilía, para captar mensajes entre líneas, y lo cierto es que dio señales de continuidad en la línea de Francisco. Recordó que la misericordia “fue el programa de su pontificado”, que “nadie puede poner un límite” a ella, una referencia a la Iglesia de apertura y encuentro de Jorge Mario Bergoglio. “Es importante acoger como un tesoro precioso esta indicación sobre la que el papa Francisco tanto insistió. Y, permítanme decirlo, nuestro afecto por él, que se está manifestando en estas horas, no debe quedar como una simple emoción del momento, debemos acoger su herencia y hacerla vida”, dijo con claridad.