EL PAÍS reconstruye la historia detrás de la carta que la presidenta ha enviado a su partido y que tiene como principales destinatarios a Monreal, Adán Augusto y Luisa María Alcalde
Zedrik Raziel y Elia Castillo
Claudia Sheinbaum, presidenta de México, ha enviado a Morena una carta que ni ella hubiese querido escribir ni el partido guinda recibir. Es un síntoma que remite a un mal mayor. El medio es el mensaje. El contenido del texto no se ha hecho público: solo es cierta su existencia. Tras recibirla, Morena la ha guardado con celo y ha aplazado su revelación al 4 de mayo, cuando será leída ante el Consejo Nacional partidista, que reúne a todos los líderes de la formación. No se conoce la forma de la carta, pero sí el fondo, y también quiénes son sus principales destinatarios: el senador Adán Augusto López, el diputado Ricardo Monreal y la propia dirigente morenista, Luisa María Alcalde. Fuentes del entorno de Sheinbaum refieren a EL PAÍS que la carta ha sido el último recurso de la presidenta para retomar el control sobre un partido que amenaza con írsele de las manos, con sus principales figuras tirando cada cual por su lado. Para la mandataria, López y Monreal priorizan demasiado su propia agenda política, al amparo de un liderazgo muy débil de parte de Alcalde, de acuerdo con las fuentes. Legisladores consultados por este periódico refieren que, pese a los llamados de atención de la presidenta, ni López ni Monreal se sienten aludidos ni asumen responsabilidad alguna en la naciente crisis interna del partido.
Al convertirse en presidenta de México, Sheinbaum se separó del partido fundado por Andrés Manuel López Obrador y lo dejó en manos de Alcalde y Andrés López Beltrán, hijo del exmandatario. Los nóveles dirigentes postularon que la formación tendría que acompañar a la Administración de Sheinbaum, dar viabilidad a sus políticas y contribuir a la gobernanza del país. En teoría no habría impedimento alguno, dado que Morena y sus aliados del PT y el PVEM tienen amplia mayoría en las dos Cámaras del Congreso para aprobar leyes y reformas sin restricciones. La realidad, sin embargo, ha sido otra. Una iniciativa de Sheinbaum para impedir el nepotismo electoral se frustró en el Legislativo ante las resistencias de los propios legisladores del oficialismo, que en sus Estados se han beneficiado justamente del control familiar de los puestos públicos. Fue el caso del senador Félix Salgado, que busca suceder a su hija, Evelyn Salgado, en la gubernatura de Guerrero. Otro interesado es Monreal, cuya parentela ha pasado por varios cargos del gobierno durante años.
El asunto del nepotismo anunció uno de los primeros conflictos y motivó la redacción de la carta. Ante el revés que le dio su propio partido, que le impidió llevar a la ley la prohibición de que se hereden los cargos públicos, Sheinbaum sugirió a Alcalde incluir la restricción en los Estatutos de Morena, para que en las elecciones intermedias de 2027 no se postulen candidatos que busquen suceder a sus familiares. La dirigente morenista asumió la propuesta de la presidenta y anunció una reforma a las normas del partido para cristalizarla. Aunque podría parecer un triunfo para Sheinbaum, el estancamiento de una iniciativa presidencial en el Congreso habría sido impensable en los años como presidente de López Obrador, cuya figura de autoridad pesaba mucho dentro de su formación.

La manera selectiva y a veces arbitraria en que el partido ejerce su poder mayoritario en el Congreso federal y los gobiernos estatales ha disgustado a Sheinbaum, que desde Palacio Nacional advierte un proceso de degradación de Morena que considera urgente revertir, antes de que la formación adopte aún más la forma del PRI. “Ella ve un comportamiento abusivo, degradante, arbitrario, que tiene que ser prevenido y detenido”, refieren las fuentes consultadas. Para Sheinbaum, agregan, es necesario resolver de una vez por todas los problemas internos que la han distraído del gobierno, cuando apenas ha cumplido seis meses en la presidencia y ha atravesado las crisis políticas más arduas con el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca.
Las mil broncas de Monreal
Muchos de los dolores de cabeza de Sheinbaum conducen a López y Monreal, contra quienes disputó la candidatura presidencial por Morena y que, tras perder la nominación, quedaron colocados en sus respectivos cargos en el Congreso gracias a un pacto político patrocinado por López Obrador. López y Monreal habían llevado entre ellos una buena relación política hasta diciembre, cuando, inesperadamente, el primero acusó públicamente al segundo de malos manejos de recursos cuando Monreal administró el Senado. La bronca fisuró el discurso de unidad de la presidenta y de paso entregó a la oposición armas para acusar de corrupción al partido gobernante.
Un nuevo golpe llegó cuando Monreal utilizó un helicóptero como medio de trasporte desde la sede legislativa junto al diputado Pedro Haces, su brazo derecho. La opinión pública no tardó en lanzar un raudal de críticas, avivadas por la ligereza con que Monreal trató el tema. El líder parlamentario dijo que el viaje lo pagó con su dinero y que además lo hacía de manera habitual, lejos de la austeridad que pregona Morena. La presidenta transmitió su molestia a Monreal, que reculó y pidió disculpas a la ciudadanía. “Nosotros debemos ser un ejemplo”, lanzó Sheinbaum en ese momento.
La manera como se procesó desde la Cámara de Diputados la solicitud de desafuero de Cuauhtémoc Blanco también dañó mucho a Morena y al Gobierno de Sheinbaum. Blanco, exgobernador de Morelos, fue acusado por su hermanastra de intento de violación, a raíz de lo cual la Fiscalía de ese Estado pidió el retiro de la inmunidad que cubre al exfutbolista como diputado. Morena no quiso dar entrada a la petición de desafuero porque fue impulsada por el exfiscal morelense Uriel Carmona, con quien el oficialismo está peleado a muerte. Pero la operación política que ejecutó Monreal transmitió hacia fuera la idea de que el partido y el Gobierno pretendían encubrir al exdelantero. Sheinbaum tuvo que aclarar que las investigaciones contra Blanco debían continuar.

La última intervención de Sheinbaum en el Legislativo ocurrió esta semana, a fin de atajar una rebelión de los diputados de Morena contra la secretaria del Bienestar, Ariadna Montiel, muy cercana a la presidenta. Un tercio de los morenistas criticaron la gestión de Montiel, a la que calificaron de “déspota” y “nefasta”, y en cuya gestión insinuaron actos de corrupción. Los legisladores llegaron al extremo de exigir la destitución de Montiel, cuyo nombramiento depende de Sheinbaum. Monreal reconoció la protesta y se ofreció de intermediario entre sus correligionarios y la secretaria. No fue necesario. La sublevación no alcanzó a llegar demasiado lejos, pues la presidenta dio un espaldarazo absoluto a su secretaria.
El pragmatismo de Adán Augusto
El senador López, el otro destinatario de la carta de Sheinbaum, ha estado en el ojo del huracán recientemente por la campaña anticipada de Andrea Chávez, protegida del legislador, a la gubernatura de Chihuahua. Chávez, encumbrada por López, ha hecho un descarado despliegue de recursos cuyo origen no se explica para promover su imagen, cuando faltan dos años para la elección. El caso de Chávez colmó la paciencia de Sheinbaum, que anunció entonces su carta para Morena. “Creo que tiene que haber reglas, no se debe adelantar nada”, dijo entonces. “No soy la dirigente de Morena, soy presidenta de la República. Sí creo que, en particular, para ciertos temas, vale la pena recordar nuestros principios”, añadió, e hizo un repaso por el credo que dejó López Obrador a los morenistas. “No mentir, no robar y no traicionar al pueblo. Esos son nuestros principios. La parafernalia del poder, no”, refirió.
Dentro y fuera de Morena reconocen las habilidades del senador López para operar los encargos del Ejecutivo. Pero sus modos, que van de la persuasión a la presión, hace a muchos pensar en las maneras del PRI. El coordinador morenista en el Senado ha conseguido para el oficialismo triunfos tan necesarios como polémicos. Por ejemplo, cuando estaba por aprobarse la reforma judicial, el senador consiguió el voto del polémico clan Yunes, cuyos integrantes arrastran señalamientos de corrupción. Cuando la pelota llegó a la cancha de la Suprema Corte, que tenía que decidir si validaba la enmienda, López consiguió el voto favorable del ministro Alberto Pérez Dayán, quien, a cambio, recibió la promesa de una embajada en Europa cuando concluya su periodo en el Supremo.
Yunes se volvió una suerte de protegido de López. Durante una sesión del pleno, a la vista de todos, el coordinador protagonizó una riña, jaloneos y empujones incluidos, con un legislador del PAN que criticó a Yunes, también panista, por apoyar a Morena. La conversión de Yunes al oficialismo se consumó en febrero, cuando Alcalde y López Beltrán acudieron al Senado a afiliar a los legisladores recién incorporados al morenismo. Fue un mal cálculo político. La integración de Yunes levantó duras críticas entre los propios militantes, que veían en él a un representante de todo lo que rechaza el partido. López, ya como padrino político de Yunes, defendió su afiliación. Sheinbaum evitó pronunciarse, un silencio que por sí mismo comunicó lo necesario. La polémica interna fue tal que Alcalde y López recularon y anularon la credencial morenista de Yunes.

El senador López ya ha sido confrontado por los propios integrantes de la fracción morenista, en lo que parecen ser las horas más bajas de su liderazgo. Recientemente, los senadores le reclamaron a su coordinador por no haberles tomado en cuenta para la selección de magistrados electorales estatales. A la bronca se ha sumado Gerardo Fernández Noroña, presidente del Senado, que también tiene su agenda presidencial de cara a 2030. Un pleito reciente lo ilustra, según el relato de algunos legisladores. Noroña invitó a la dirigente morenista, Alcalde, al recinto legislativo a una reunión con la bancada. El encuentro, sin embargo, se organizó sin consultar a López. Este, disgustado con Noroña y Alcalde, a través de intermediarios, pidió a los morenistas no confirmar su asistencia al evento. Por falta de convocatoria, la visita de Alcalde se canceló. Sheinbaum, por supuesto, se enteró del desaire a la dirigente del partido. Otro incendio morenista que la presidenta de México, la funcionaria más importante del país, debe apagar.