Hablé con la Presidenta de México, una mujer maravillosa, gracias, presidenta Sheinbaum, por su trabajo esforzado y su cooperación, escribió ayer Trump. El resto es por demás conocido y podría ser anecdótico, porque lo único que parece estar siendo esencial es aprender a bailar al compás de Trump. La presidenta Sheinbaum está demostrando una notable capacidad para aprender esa maléfica danza a gran velocidad. Dijimos aquí el miércoles que, en este momento, él manda y se impone: allá, aquí, en el mundo. Hoy cabría añadir que él y su gobierno se mueven con la arbitrariedad de los terroristas. El martes, México no se esfuerza lo suficiente para sanar las plagas americanas, pero el jueves se lleva una felicitación por esforzarse y cooperar. México merecía aranceles anteayer, ayer ya no. Trump y su pandilla hacen lo que quieren cuando quieren. Con una arbitrariedad que busca producir incertidumbre en los otros, miedo, terror. Bien ha hecho la Presidenta al plantarse con decencia, ideas claras y sin que le tiemblen las rodillas. Un método que parece naufragar el martes, pero sale a flote el jueves. Cumplir con las tareas básicas sin mortificarlo. Mejor decirle con inteligente efectividad: gracias, Trump.