Después de las reformas constitucionales podemos decir con certeza que estamos en otro México; el sistema político mexicano dio un giro para convertirse en un estado autoritario burgués; aquí sí, sui generis, pero esto no amortigua, ni de lejos la crisis que detonó en 1988.
Las últimas reformas al Infonavit y la pretendida al ISSTE, cuyo propósito es apoderarse de los ahorros de los trabajadores es la clave para perpetuarse en el poder político, basándose en una política asistencial que está, sino en agonía, si en franca decadencia; de ahí el último recurso de apropiarse de los ahorros de los trabajadores
Estamos frente a una resistencia inmediata como la de los maestros, pero también ante una resistencia silenciosa, pero permanente, que puede estar socavando la estabilidad social. Veamos:
La crisis iniciada con el fraude a Cuauhtémoc Cárdenas básicamente fue el inicio de imponer un modelo neoliberal para dar cabida al capital financiero internacional y al nativo, de tal suerte que todo lo que implica beneficio social fue desterrado no solo del marco constitucional sino objetivamente, el ejido colectivo, el sindicalismo, la producción, las áreas estratégicas como la salud, vías de comunicación, educación, es decir infinidad de conquistas sociales se fueron al abismo del fracaso; este golpe neoliberal generó una grieta que en el escenario político nacional y sus expresiones políticas no pudieron crear una alternativa; así pasó el PAN, el regreso del PRI y ahora el Amloismo, no solo no han podido resanar esta deuda histórica, sino que la han profundizado.
En el escenario político, es evidente la crisis de los partidos, crisis que ninguno logró superar y la embestida de Morena por culpar al Prian de todos los males, y los mismos vicios que criticaban ahora se profundizaron; pero el problema de Morena no es los vicios que decían combatir, sino que la norma constitucional y las causas de esta crisis no se han tocado, las reformas de lo más rancio del neoliberalismo están intactas, tanto el artículo, 3, como el 123 y sobre todo el artículo 27 constitucional.
La llegada de Trump exhibe también la debilidad para defender la soberanía nacional; en un chistar los dedos se mueven para no contradecir al conservador que se da el lujo es mandar aviones espías sin ninguna resistencia del estado mexicano y lo que es peor, millones de mexicanos ven con buenos ojos la intervención de Estados Unidos; lo cierto es que la política asistencial no ayuda a defender la soberanía, ni tampoco las concentraciones en el zócalo con acarreados pagados por gobiernos estatales y municipales; la ausencia de una política de masas y la individualización o fragmentación social que impulsó AMLO deja indefenso al estado mexicano.
Y lejos de regresar al espíritu social de la constitución, se fueron a lo más vulgar; apropiarse lo de ahorros de los trabajadores; un hecho insólito jamás visto, que incluso los gobiernos tradicionalmente de derecha no se habían atrevido.
Según varios analistas, el “Maximato”, de facto, sigue imperando y si la presidente Claudia Sheinbaum no logra sacudirse, la respuesta de las organizaciones sociales no se hará esperar, y esto, les gusto o no, es parte de la inestabilidad social y política.
El cliché del combate a la corrupción para apropiarse de los recursos de los trabajadores y de los poderes empieza a debilitar al nuevo gobierno, son muy pocos los que le compran la idea, porque el recurso mediático ya entró en crisis; de supuesta denuncia de corrupción viene la certeza de la apropiación.
Lo que sí estamos viendo es que la crisis de sistema de partido ya no da mucho y que la respuesta a esta crisis vendrá de la resistencia social, los trabajadores y el reclamo social ya no buscan las instancias legislativas ni los partidos, sino que se van a las calles, como lo demostraron en estos días los maestros que se oponen que se les apropian sus ahorros.
La reconfiguración de la clase política mexicana y la integración de una nueva casta que viene del movimiento universitario o de sectores progresistas de la cual se nutre Morena ya está en crisis, la misma crisis que tiene paralizado al PAN y al PRI y que satélites como el PT, MC, PVEM, no tienen ningún lugar protagónico en esta historia. Todos están en el abismo del fracaso.
Si Morena creen que está fuera de esta percepción basta una simple encuesta o un recorrido por las calles y verán que los señalamientos de corruptos, de prácticas nepotistas, de gandallas, de negocios familiares, y de ser refugio de lo peor del PRI y del PAN es la constante; si lo dudan y no se lo dice un sector que se beneficia de los recursos que viene de los esfuerzos de otros es engañarse solos.
Los maestros, pero no solo ellos, tienen la oportunidad histórica de articular un gran movimiento social que permita hacer cambios y reconquistas históricas, porque el sistema de partidos ya no da más en el país.
Quienes creen que la política asistencial, las supuestas preferencias, y la supuesta lucha contra la corrupción para apropiarse de todo lo que pueden, le dará para conservar el poder político, están muy equivocados. La crisis que dio inicio en 1988 está intacta y mientras no se restablezca el sentido social la crisis se va a profundizar. Morena todavía tiene tiempo de estar “al lado correcto de la historia”.
Dejar la calle como única opción tendrá consecuencias; los maestros anuncian lo que se viene.