La primera ministra danesa, Mette Frederiksen, subraya que el territorio autónomo no está en venta
El presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, insiste en sus planes expansionistas de adquirir Groenlandia, bajo soberanía danesa, para convertirla en territorio estadounidense, o de retomar el control del canal de Panamá. Y no descarta recurrir a presiones militares o económicas para conseguirlo. En una rueda de prensa en su mansión de Florida, Mar-a-Lago, el republicano ha asegurado que Estados Unidos necesita ambos territorios para garantizar su seguridad económica.
Preguntado si una vez que regrese a la Casa Blanca, el 20 de enero, evitará utilizar presiones militares o económicas sobre Panamá y Groenlandia, Trump ha replicado: “No, no puedo tranquilizarle sobre ninguno de los dos. Pero sí puedo decir esto: los necesitamos para la seguridad económica”.
El presidente electo también ha arremetido contra Canadá y ha repetido su opinión de que el vecino del norte debería de ser un Estado de Estados Unidos. “La frontera es una línea completamente arbitraria”, ha señalado. También ha expresado su convencimiento de que Canadá se beneficia de las compras de sus productos y de la protección militar por parte de EE UU sin que Washington reciba nada a cambio. Canadá es uno de los países de la OTAN que no cumple la meta de destinar el 2% de su PIB a Defensa; en su intervención, Trump opinó que los miembros de la Alianza deberían dedicar al menos el 5% de su PIB al gasto militar.
En una primera reacción, la ministra de Asuntos Exteriores en Ottawa, Melanie Joly, ha declarado en la red social X que el republicano “demuestra una absoluta falta de entendimiento acerca de qué es lo que hace de Canadá un país fuerte… nunca daremos un paso atrás frente a las amenazas”. También en X, el primer ministro Justin Trudeau apuntaba: “jamás, nunca jamás, Canadá formará parte de Estados Unidos. Los trabajadores y las comunidades de nuestros dos países se benefician el uno del otro de la mayor alianza comercial y de seguridad”.
En una entrevista en la cadena de televisión danesa TV2, la primera ministra de ese país, Mette Frederiksen, expresaba sus dudas de que “las cosas vayan a llegar a ese punto”. Sobre la posibilidad de que la nueva Administración vaya a imponer aranceles contra Dinamarca como medida de presión, replicaba que “en el mundo en el que vivimos recomiendo firmemente más cooperación entre los aliados, y no lo contrario”.
La declaración del presidente electo llega este martes, el mismo día en el que su hijo mayor, Donald Trump Jr, ha aterrizado en Groenlandia, en un viaje que alienta las conjeturas sobre las ambiciones de su padre de adquirir la isla ártica danesa y convertirla en territorio estadounidense. Este mismo lunes, Donald Trump, que ha planteado la idea repetidamente, volvía a promoverla en internet: “Groenlandia es un sitio estupendo y sus habitantes se beneficiarán enormemente si, y cuando, se conviertan en parte de nuestra nación”, escribía en sus redes sociales.
Desde su triunfo en las elecciones de noviembre, el futuro presidente de Estados Unidos ha coqueteado en comentarios en las redes sociales y en declaraciones públicas no solo con la propuesta de comprar Groenlandia, un territorio de enormes riquezas naturales y con una localización estratégica clave para responder a las ambiciones de Rusia y China en el Ártico, y cuya adquisición planteó por primera vez durante su mandato previo, en 2019. También ha puesto sobre la mesa la posibilidad de recuperar el dominio del canal de Panamá si China continúa avanzando su presencia en América Latina. Desde el país centroamericano le contestaron este martes recordando que la vía interoceánica es “una conquista irreversible”. “Reitero lo que ya ha dicho el presidente José Raúl Mulino: la soberanía de nuestro canal no es negociable”, enfatizó el canciller Javier Martínez-Acha.
Cuando planteó hacerse con Groenlandia en 2019, Trump recibió un rechazo rotundo de Frederiksen, que calificó la propuesta de “absurda”. El presidente estadounidense reaccionó con la cancelación de la visita de Estado que tenía prevista al país nórdico.
Entonces, aquella propuesta sonó descabellada. Ahora, dada su insistencia, el poder casi absoluto del que va a disponer durante su mandato —tendrá el apoyo de las dos cámaras del Congreso, controladas por el Partido Republicano, y del Tribunal Supremo más conservador en décadas—, y las tensiones en las relaciones entre Copenhague y la isla de 57.000 habitantes, empieza a parecerlo menos.
La radio estatal danesa informó de que Trump hijo aterrizó este martes en Nuuk, la capital de Groenlandia, a bordo del avión de su padre, Trump One, para una estancia de apenas unas horas. Él ha subido imágenes de su llegada a la isla en dos comentarios en X (antes, Twitter), en los que alaba la “belleza” del territorio. “Groenlandia se acerca calentita… bueno, en realidad, ¡de verdad de verdad muy fría!”, ha escrito.
El empresario y asesor informal de su padre había anunciado su visita este lunes en un podcast en la plataforma Rumble, aunque matizó que su desplazamiento de un día, en el que está acompañado por el prominente activista pro-Trump Charlie Kirk, era puramente “personal” y como “turista”. El Gobierno autónomo de Groenlandia ha insistido también en ello, al indicar que el viaje es el de “un individuo privado” y no es de carácter oficial. Por tanto, no habrá reuniones entre las autoridades de la isla y el vástago del presidente electo.
A su llegada a Groenlandia, un territorio de superficie equivalente a cuatro veces la de España, la primera ministra danesa subrayó que la isla no está a la venta, aunque reconoció que es posible que el territorio autónomo pueda buscar la independencia en el futuro. En cualquier caso, insistió, el futuro de Groenlandia dependerá de sus residentes. “Mi punto de partida y el punto de partida del Gobierno son muy claros: que el futuro de Groenlandia se decide en Groenlandia”, ha subrayado.
“Necesitamos una cooperación muy, muy estrecha con Estados Unidos. Al mismo tiempo, también me gustaría que todo el mundo respete que los groenlandeses son un pueblo. Es su territorio lo que está en juego”, declaraba la jefa de Gobierno.
En un comunicado del lunes después de que se anunciara la visita, el ministro de Exteriores groenlandés, Mininnguaq Kleist, declaró que “Groenlandia es un país abierto y da la bienvenida a sus visitantes”.
Groenlandia fue una colonia administrada por Dinamarca desde el siglo XVIII hasta 1953, año en el que pasó a convertirse en un territorio autónomo. En los últimos tiempos han aumentado las tensiones entre Copenhague y Nuuk, entre denuncias de los residentes de la isla de escasa consideración del Gobierno central hacia sus necesidades.
El rey Federico X de Dinamarca causó sorpresa esta semana al dar a conocer un nuevo escudo de armas oficial de su Casa Real, el primero en medio siglo, para dar más prominencia en él a Groenlandia —representada por un oso— y las islas Feroe —representadas por una cabra—, en una aparente respuesta a las propuestas de Trump.
En su comentario en su red social Truth el lunes, el presidente electo confirmó que su hijo mayor y “varios representantes” viajarían este martes a Groenlandia para “visitar algunas de sus áreas y vistas más magníficas”. “La protegeremos, y la promoveremos, frente a un mundo exterior muy maligno”, ha prometido Trump para el caso de que la isla quedara bajo soberanía estadounidense.