Primeros contactos para lanzar campaña. Piden evitar a Rocha. Nexos con la Sedena. La oposición sondea a Ríos-Farjat.
La convicción de que habrá elecciones populares para conformar la Corte Suprema acelera los planes de los ministros. Así como Lenia Batres y Loretta Ortíz tienen nexos con alcaldes y gobernadores morenistas que les permiten soñar con ser las más votadas y presidir el máximo tribunal, ahora Yasmín Esquivel también entra a la contienda.
En un principio la ministra dudaba de participar, especialmente para no reflotar el escándalo de su supuesto plagio en la UNAM, pero en su entorno ahora buscan hacerle cambiar de opinión. Le señalan para motivarla que Margarita Ríos-Farjat, a quien Yasmín detesta, también podría competir impulsada por la oposición.La elección de los jueces: Loretta activa su campaña, competirá con Batres y va por la presidencia de la Corte
En dicha dirección, Esquivel ha comenzado a conversar con el gobernador de Sonora, Alfonso Durazo, que le ofrece apoyo para su campaña nacional y alinearles a los gobernadores morenistas del Pacífico.
Otro entusiasta con el proyecto de la ministra sería su esposo, el constructor José María Riobóo, que además tiene buenos nexos en la Sedena, en cuyas licitaciones restringidas suele destacar.
La ministra estaría de acuerdo con la jugada pero pide como excepción eludir al sinaloense Rubén Rocha. Es obvio, nadie que busque presidir la Corte querría el apoyo de un gobernador que tiene demasiados inconvenientes en algo tan elemental como son las bitácoras de vuelos.
Otro entusiasta con el proyecto de la ministra sería su esposo, el constructor José María Riobóo, que además tiene buenos nexos en la Sedena, en cuyas licitaciones restringidas suele destacar.
Para Esquivel puede haber una oportunidad en la actual tensión que existe entre la familia Batres y Clara Brugada: sin la estructura de la capital, la proyección de la ministra pierde impulso.