Los terroristas ganaron desde aquel 7 de octubre. Querían que el conflicto palestino-israelí se radicalizara: lo lograron.
Todo cambió ese 7 de octubre de 2023.
Era Shabat, sábado, día de descanso. En Israel amanecía cuando miles de cohetes volaron hacia ese país desde la Franja de Gaza. Alrededor de seis mil militantes del grupo terrorista Hamás comenzaron a incursionar en territorio israelí utilizando camiones, camionetas, motocicletas, bulldozers, lanchas y parapentes.
Su objetivo: herir, violar y matar para sembrar terror.
En su corta historia, el Estado de Israel se ha visto en situaciones de mucha vulnerabilidad. Durante la Guerra de Independencia, casi se quedan sin armas para pelear en contra de los poderosos ejércitos de sus vecinos. En 1973, una coalición de países árabes liderados por Egipto y Siria los agarraron desprevenidos atacándolos durante el día más sagrado del judaísmo: Yom Kipur, el día de la expiación. Cincuenta años después, les correspondió a los palestinos de Hamás dejar en ridículo a la inteligencia israelí que no previó un ataque terrorista de este tipo.
Comenzaron a circular los videos del terror. Muy orgullosos, los de Hamás los posteaban en las redes sociales. A cabalidad cumplían su misión de matar la mayor cantidad de gente posible. No sólo soldados, sino también población civil, incluyendo mujeres, ancianos y niños. Sólo por ser israelíes. Sólo por ser judíos.
La operación terrorista fue todo un éxito. Ese día asesinaron a mil 139 personas incluyendo 695 civiles, de los cuales 38 eran infantes. Además, Hamás secuestró a 250 civiles israelíes para trasladarlos a Gaza y mantenerlos como rehenes.
El primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, declaró que su país se encontraba en guerra.
El 7 de octubre de 2023 dejó un profundo trauma en los judíos de Israel y la diáspora. Apareció, de nuevo, el odio irracional a los judíos. El antisemitismo histórico que en la Segunda Guerra Mundial mató a seis millones de inocentes tan sólo por ser judíos.
Resurgió un sentimiento de, por un lado, vulnerabilidad y, por otro, supervivencia. Nos quieren matar, no nos vamos a dejar.
Si se trata de asesinarnos, vamos a hacer todo lo posible por evitarlo.
Cuando una persona, comunidad o pueblo está en ese modo de sobrevivencia, todos los medios justifican este fin.
Sí, Israel se lanzó con todo en contra de Hamás en la Franja de Gaza. Y ahí lleva un año entero empantanado, porque no hay manera de ganar esa guerra.
Hamás es un grupo terrorista que se esconde y opera dentro de la población civil de Gaza. No es un ejército uniformado al cual se puede reconocer y atacar. Se ha comprobado la extensa red de túneles que tenía en Gaza con estaciones de operación en viviendas, mezquitas, hospitales y escuelas. No había manera de atacarlos sin causar daños colaterales importantes a la población civil palestina.
Desde el norte de Israel, otro grupo terrorista, Hezbolá, aprovechó el ataque de Hamás para también embestir en contra del Estado judío a partir del 7 de octubre. A la postre, Israel ha tenido que invadir el sur del Líbano para librar esta otra lucha que amenaza su existencia como nación.
¿Quién ha ganado con toda esta historia?
Los extremistas de ambos lados.
En este sentido, los terroristas ganaron desde aquel 7 de octubre. Querían que el conflicto palestino-israelí se radicalizara: lo lograron.
Hoy, los palestinos odian más a los judíos y viceversa. Se ha impuesto la lógica de tú me matas, yo te mato. A ver de qué cuero salen las mejores correas.
Los palestinos se apuntan un éxito que deja muertos y heridos. Los israelíes reaccionan y se apuntan un éxito que deja muertos y heridos. Los palestinos reaccionan…
El ciclo de la violencia a todo vapor.
La racionalidad y sensatez se fueron al caño hace un año en esa región del Oriente Medio. El conflicto ha escalado. Hoy hay una guerra en las fronteras sur y norte de Israel. Contra Hamás en Gaza y Hezbolá en Líbano.
Vía aérea, los hutíes atacan a Israel con cohetes desde Yemen.
Lo más preocupante es que se han venido acrecentando los enfrentamientos entre Israel e Irán, país que apoya a Hezbolá y Hamás. Eso ya son palabras mayores porque los iraníes cuentan con Fuerzas Armadas de otro calibre que podrían utilizar para atacar a Israel. Además, están en el proceso de contar con armas nucleares con todo lo que eso implica. Los israelíes, por cierto, ya las tienen, aunque no lo reconozcan.
Hoy se cumple un año de los ataques terroristas de Hamás a Israel. Ese día efectivamente todo cambió en esa región del mundo. Desde entonces, hemos visto cosas espantosas. Parece que vienen peores.