El Gobierno español acepta la petición del opositor después de unas conversaciones en las que ha tenido un papel clave el expresidente Zapatero
Juan Diego Quesada / El País
El líder opositor venezolano Edmundo González Urrutia ha llegado en la tarde de este domingo a España, país que le ha concedido el asilo político, según fuentes del Ministerio de Exteriores español. Un avión de las Fuerzas Aéreas Españolas ha trasladado a González Urrutia, de 75 años, desde Caracas, capital de Venezuela, hasta la Base Aérea de Torrejón de Ardoz, en Madrid, haciendo escala previamente en República Dominicana y las Islas Azores. González Urrutia, que viaja acompañado por su esposa y por el secretario de Estado de Asuntos Exteriores y Globales, Diego Martínez Belío, ha sido recibido por la secretaría de Estado para Iberoamérica y el Español en el Mundo, Susana Sumelzo. A partir de ahora, comenzarán los trámites para la petición del asilo cuyo resolución será favorable en aras del compromiso de España con los derechos políticos y la integridad física de todos los venezolanos y venezolanas, especialmente de los líderes políticos.
La operación diplomática que ha desembocado en la concesión de asilo a González Urrutia lleva en marcha dos semanas. El candidato presidencial, que representó a María Corina Machado en las últimas elecciones, cuyo resultado a día de hoy sigue siendo muy cuestionado, mantuvo una reunión ya este sábado por la mañana con diplomáticos españoles en una embajada europea. Según ha revelado el Gobierno de los Países Bajos este domingo en una carta a su Parlamento, el candidato de la oposición estuvo refugiado en su Embajada en Caracas desde las elecciones venezolanas del 28 de julio y fue el pasado jueves cuando se trasladó a la residencia del embajador español en Caracas, antes de abandonar el país rumbo a España. El expresidente José Luis Rodríguez Zapatero ha desempeñado un papel clave en las gestiones.
España insiste en que ha sido el propio Edmundo el que solicitó el asilo, pero otras fuentes al tanto de las conversaciones sostienen que todo esto ha derivado de una negociación en la que han participado incluso los hermanos Rodríguez, Delcy y Jorge, los operadores políticos más cercanos al presidente, Nicolás Maduro. El sábado, el presidente Pedro Sánchez, en el Comité Federal del PSOE, tildó de “héroe” a González Urrutia, a quien la justicia chavista perseguía por cinco delitos poco consistentes, y aseguró que España no lo iba a abandonar. A esas horas se sabía que el opositor estaba cerca de tomar una decisión.
Por parte del chavismo ha sido la vicepresidenta Delcy Rodríguez quien ha hecho pública la marcha del opositor en redes sociales y ha asegurado que Venezuela había concedido los “debidos salvoconductos” en aras “de la tranquilidad y la paz política del país”. El ministro de Exteriores español, José Manuel Albares, que ha seguido la situación y ha hablado con el opositor desde el avión oficial en un viaje del presidente del Gobierno a China, ha asegurado a los periodistas que siguen el viaje que la salida de González Urrutia se produce a petición suya, no a iniciativa española. “González ha solicitado el derecho de asilo y España por supuesto se lo va a conceder. He podido hablar con él, me ha trasladado su agradecimiento y yo le he trasladado la alegría de que se encuentre bien”, ha señalado Albares.
Albares, que niega que haya habido negociación con el Gobierno de Maduro para esta operación, ha insistido en el “compromiso del Gobierno de España con derechos políticos de todos los venezolanos” y ha asegurado que España no reconocerá “una supuesta victoria” de Maduro mientras no se entreguen las actas. España reclama una “salida pacífica y genuina para los venezolanos”.
De momento, nada indica que más opositores o la propia María Corina Machado, la líder indiscutible de la oposición, estén pensando en seguir el mismo camino que González Urrutia, un hombre que ha decidido buscar asilo en España acompañado de su mujer para evitar la cárcel que le esperaba con toda probabilidad. España no se lo está ofreciendo a nadie, pero si hay más solicitudes las acogerá. 100.000 venezolanos se han acogido ya a un régimen especial para ellos puesto en marcha por España por las tensiones en el país. Antes de viajar, el opositor estaba acogido ya en la residencia del embajador español en Caracas. El cerco al que las fuerzas de seguridad habían sometido a la embajada de Argentina fue una señal clara, tanto para Edmundo como para los diplomáticos españoles, de que no hay refugio seguro ahora mismo en Venezuela.
González Urrutia no había atendido a las últimas citaciones cursadas por la Fiscalía venezolana, que solicitaba interrogarlo y acusarlo de cinco delitos relacionados con su candidatura presidencial. El opositor se ha negado a presentarse frente a las autoridades argumentando la falta de independencia de los poderes públicos, que en última instancia están controlados por Maduro. A principios de año, González Urrutia era un señor jubilado de 74 años ―le faltaban meses para los 75―, desconocido para la mayoría del país, que leía por las tardes en el butacón de su salón, escribía libros que no aspiraban a best seller sobre personajes casi anónimos, jugaba con sus nietos, paseaba con su esposa de siempre por las calles de Caracas. Juntos alimentaban y daban agua a las guacamayas que cada mañana se posaban en su balcón. El matrimonio disfrutaba de una vida apacible en el invierno de sus vidas.
Sin embargo, en abril, todo cambió. La líder absoluta de la oposición, María Corina Machado, había sido inhabilitada para participar como candidata en las elecciones presidenciales por órganos de control manipulados por el chavismo. En el Palacio de Miraflores, la residencia presidencial, estaban convencidos de que sacando de la ecuación a Machado no había ningún obstáculo que impidiera la reelección de Maduro, el sucesor de Hugo Chávez, hasta 2030. Solo ella hacía sombra al presidente en las encuestas.
De repente, en un movimiento que descolocó a todo el mundo, Machado cedió su candidatura a una prestigiosa historiadora hincha del Real Madrid, Corina Yoris. La oposición, que parecía en ese momento desarmada por el chavismo, vivió un momento de optimismo, casi de éxtasis. Esta estrategia ya se había utilizado antes en una región venezolana, en Barinas: a cada candidato inhabilitado que le sustituya otro, y otro, y otro, y así hasta que no le quede más remedio al chavismo que aceptar a uno. En Barinas dio resultado y allí gobierna ahora mismo un opositor.
Fuerzas de seguridad venezolanas rodean la embajada argentina
Cuando Yoris parecía la persona que iba a medirse en las presidenciales a Maduro, las autoridades electorales la inhabilitaron sin que hubiera ninguna razón para ello ―la historiadora nunca había ostentado ningún cargo público ni tenía cuentas sin resolver con la justicia―. Entonces, Machado pensó en González Urrutia, un hombre discreto, de buenos modales, que había sido diplomático y operador político de la oposición clásica, casi siempre desde la sombra. De joven tuvo un carácter más irritable que con el paso de los años fue modulando, según quienes lo conocen. Cuando le hicieron el ofrecimiento, Edmundo dijo que no, que se buscasen a otra persona. Su esposa, Mercedes López, también pensaba que eso era una locura. Enfrentarse al chavismo en un contexto político como el venezolano era adentrarse en una aventura de consecuencias desconocidas.
Las elecciones
Al final, cedió. “No siento miedo”, dijo entonces en una entrevista con este periódico. González Urrutia aceptó con naturalidad el liderazgo de Machado y fue consciente desde el principio que su capital político venía heredado de una política que ha logrado una movilización antichavista en Venezuela de enormes proporciones. Se empezaron a mover memes con el lema “Edmundo para todo el mundo” y “todo el mundo con Edmundo”. Se le empezó a llamar “el viejito” de manera cariñosa. Se paseó con Machado por todo el país y en cuestión de semanas no había venezolano que no lo conociera. Maduro, que al principio lo había recibido con desdén, empezó a darse cuenta de que González Urrutia era un rival más duro de lo que imaginaba.
El dúo Edmundo-María Corina funcionó y logró una gran movilización el día de las elecciones, el 28 de julio. Como desconfiaban del chavismo, distribuyeron voluntarios por los colegios electorales de todo el país para que recopilaran todas las actas posibles, donde queda desglosado el resultado. A medianoche, el Centro Nacional Electoral (CNE), controlado por el chavismo, anunció como ganador a Maduro, aunque sin mostrar las actas, como lo estipula la ley. En paralelo, los activistas de la oposición empezaron a subir las que habían recopilado a una página web y el resultado era totalmente distinto: González Urrutia casi triplicaba en votos a Maduro. La comunidad internacional empezó a exigirle al chavismo que enseñara las pruebas de su triunfo, pero eso, hasta el día de hoy, no se ha producido. Estados Unidos y otros países ya han declarado ganador a González Urrutia y consideran a Maduro un usurpador.
La respuesta del Gobierno ha sido la de detener a más de 2.000 personas, casi todas ellas acusadas con una tipificación tan vaga como la de “terrorismo”. Colaboradores y asesores de Machado también han sido perseguidos y encarcelados por el Sebin, el servicio secreto venezolano. El cerco contra González Urrutia era cuestión de días que se produjese. Hace cinco, la fiscalía emitió una orden de captura en su contra por la publicación de las actas en esa web que ni siquiera él diseñó ni manejó, todo eso estaba preparado mucho antes de que fuese elegido candidato. No importa, la sombra de la justicia chavista ya pesa sobre él. González Urrutia tenía pensado pasar el resto de su vida en Caracas, pero ahora mismo cruza el Atlántico en dirección a España, donde le espera el exilio. No tiene la certeza de si algún día volverá a ver Venezuela con sus propios ojos.
La crisis venezolana se ha convertido en un motivo más de disputa doméstica en España. Lejos de respaldar las gestiones diplomáticas del Gobierno para sacar a Edmundo González Urrutia de Venezuela, el vicesecretario institucional del Partido Popular, Esteban González Pons, las ha criticado con dureza. “[Pedro] Sánchez y los oficios corruptos de ZP [el expresidente socialista José Luis Rodríguez Zapatero] deberían ser parcos en autoalabanzas: sacar a Edmundo [González Urrutia] sin reconocerlo presidente legítimo no es hacerle un favor a la democracia, sino quitarle un problema a la dictadura. Lo mismo haría Cuba si se le pide. Siempre se queda Maria Corina [Machado, la líder opositora]”, ha escrito en la red social X. En la misma línea se ha pronunciado la diputada popular Cayeta Álvarez de Toledo: “El Gobierno se cuelga medallas por traer a España al hombre equivocado. No es al presidente electo de Venezuela al que debieron poner un puente de plata, sino al usurpador criminal”.
El enfrentamiento llegará el martes al Congreso donde se debatirá una proposición no de ley del PP en la que pide que se reconozca a González Urrutia como presidente electo de Venezuela, se condene la represión del régimen de Maduro y se repruebe al expresidente José Luis Rodríguez Zapatero, que ha actuado como mediador en la salida del país del opositor y en la liberación de numerosos presos políticos en el pasado, por haber guardado silencio ante el fraude electoral.
El Gobierno español, al igual que los restantes países de la UE, no ha reconocido la victoria de Maduro con el argumento de que no se han hecho públicas las actas de las mesas electorales, pero tampoco la del candidato opositor, por considerar que sería un brindis al sol, como se demostró en 2019 cuando la comunidad internacional reconoció a Juan Guaidó como “presidente encargado” sin que ello tuviera efectos prácticos.
González Urrutia sigue la ruta de más de 200.000 venezolanos que han buscado refugio en España. Entre ellos, numerosos dirigentes antichavistas, como Leopoldo López, líder del partido Voluntad Popular condenado a 13 años de cárcel, que en octubre de 2020 llegó a Madrid, donde ya estaba exiliada su familia, tras pasar casi 19 meses refugiado en la residencia del embajador español en Venezuela. O el exalcalde de Caracas, Antonio Ledezma, quien en noviembre de 2017 se exilió en España tras haber sufrido dos años de cárcel y arresto domiciliario acusado de conspiración. La huida de ambos se produjo burlando la vigilancia del régimen, en contra de lo sucedido ahora.
El Alto Representante para la Política Exterior de la UE, Josep Borrell, ha manifestado este domingo que es un “día triste para la democracia” venezolana. El jefe de la diplomacia europea ha lamentado, en una declaración, que González haya “tenido
que pedir asilo político y acogerse a la protección que le ha ofrecido España”, y ha recordado que, “de acuerdo con las copias de las actas [electorales] públicamente disponibles [que incluyen más del 80% de las mesas], sería el candidato presidencial ganador de las elecciones presidenciales por una mayoría amplia”. “En una democracia, ningún líder político debe verse forzado a buscar asilo en otro país” ha concluido Borrell.