Durante mucho tiempo, Joe Biden se ha visto a sí mismo como el único demócrata capaz de derrotar a Donald Trump. Lo logró en las presidenciales de 2020 y repitió un buen resultado en las legislativas de 2022. Biden pensaba ser un presidente de transición, con la misión histórica de superar el mandato de Trump y pasar el testigo a una nueva generación. Su antecesor, sin embargo, resistió a su derrota y se hizo con el control del Partido Republicano. Trump vuelve a ser el candidato a batir, pero las encuestas posteriores al debate de Atlanta de la semana pasada señalan que el presidente no será capaz de vencerle. Eso aumenta la presión para que Biden se retire. Al tiempo, Kamala Harris se destaca como favorita para sustituirle.
La ofensiva mediática, política y financiera contra la candidatura del presidente no cesa. Este miércoles fue el prestigioso Boston Globe el que pidió en un editorial que diera un paso a un lado. Al tiempo, un segundo congresista alzó en público su voz para pedirle que se retirase. También hubo donantes que pidieron un cambio de candidato. Biden ha negado categóricamente que esté considerando renunciar a la reelección. Sin embargo, si el presidente se convence de que no tiene opciones de ser elegido, las posibilidades de que tire la toalla se multiplican.
Este miércoles por la tarde, los gobernadores demócratas de todo el país han cerrado filas con el presidente en una reunión en la Casa Blanca a la que también ha acudido la vicepresidenta, Kamala Harris, primera alternativa en la línea de sucesión. “El presidente es nuestro candidato. El presidente es el líder de nuestro partido”, dijo el gobernador de Maryland, Wes Moore, al término de la reunión. Aunque los gobernadores dieron su apoyo al presidente, todos concluyeron que lo más importante es derrotar a Donald Trump en las elecciones del 5 de noviembre, una alusión significativa.
De izquierda a derecha, los gobernadores de Nueva York, Kathy Hochul; Minnesota, Tim Walz, y Maryland, Wes Moore, este miércoles en el exterior de la Casa Blanca.SHAWN THEW (EFE)
Las encuestas empiezan a señalar una distancia decisiva entre los dos candidatos. Este miércoles, The New York Times ha publicado un sondeo realizado por la Universidad de Siena que asegura que la distancia en intención de voto a favor de Trump se ha duplicado de 3 a 6 puntos entre los probables votantes, de modo que ahora, entre ambos candidatos, un 49% elegiría a Trump y un 43%, a Biden. La distancia es aún mayor (49% a 41%) entre los votantes registrados. Nunca Trump había tenido una ventaja tan grande en una encuesta de The New York Times, uno de los periódicos que ha pedido abiertamente su retirada.
Diferencia creciente
La diferencia también bate todos los récords en una encuesta del Wall Street Journal publicada este miércoles. El diario financiero de tendencia conservadora concede una ventaja de seis puntos a Trump frente a Biden en el conjunto del país al plantear una elección entre ambos: 48% a 42%. La distancia se mantiene (pero con un 42% a 36%) cuando se considera también a Robert F. Kennedy Jr y el resto de candidatos independientes. El 80% cree que Biden es demasiado viejo para repetir y casi la mitad de los votantes (el 47%) sustituiría a ambos candidatos en la papeleta si pudiera. Un sondeo de la CNN también sitúa la diferencia en seis puntos.
Esas encuestas se unen a otras publicadas en los últimos días en las que el efecto del debate parecía algo menor. Quizá no sea solo el cara a cara, sino la discusión posterior sobre la idoneidad de Biden la que esté erosionando sus apoyos. Las medias de los agregadores de encuestas han empezado a abrir la brecha. La de FiveThirtyEight, que dio una mínima ventaja a Biden antes del debate, situaba ya a Trump 2,3 puntos por delante este miércoles, la distancia más amplia desde que ambos se aseguraron la candidatura en el Supermartes, a principios de marzo.
Otro agregador, el de RealClearPolitics, da a Trump una ventaja de 2,9 puntos, la mayor desde enero. El portal Metaculus, una comunidad de predicciones de miles de usuarios, estima que el candidato republicano tiene un 64% de probabilidades de volver a la Casa Blanca, frente a solo un 24% de Joe Biden. Los inversores del mercado experimental PredictIt han llegado en algunos momentos a otorgar más probabilidades a Kamala Harris de ser elegida que al propio Biden.
En 2020, a cuatro meses de las elecciones, Biden tenía una ventaja de nueve puntos en las encuestas. Al final, ganó las elecciones con un 51,25% del voto popular, frente al 46,8% de Trump. Pese a la diferencia de siete millones de votos, la victoria del demócrata se decidió por unas decenas de miles de papeletas en un puñado de Estados decisivos. Dado que el sistema electoral prima a los Estados rurales y despoblados, de mayoría republicana, el candidato demócrata necesita ganar por varios puntos de diferencia en el voto popular para tener mayoría en el colegio electoral, que es el que elige al presidente. Hillary Clinton ganó en 2016 el voto popular (48%-46%), pero no fue elegida presidenta.
Hasta ahora, el mandatario se ha mostrado dispuesto a tratar de demostrar que los lapsus, titubeos y frases sin terminar del primer debate fueron un accidente, debido al cansancio, un resfriado, dolor de garganta y jet lag (esta es la última excusa o, en palabras de Biden, explicación, aunque llevaba una semana preparando el debate en Camp David, Maryland). Tendrá ocasión de ponerse a prueba en una entrevista televisiva, varias de radio y una rueda de prensa en la próxima semana. “Me presento. Soy el líder del Partido Demócrata. Nadie me está echando”, dijo este miércoles en una llamada al personal de su campaña en la que también participó Harris. The New York Times, que había publicado que Biden había dicho a un aliado que estaba sopesando abandonar, retiró luego esa idea tras un desmentido rotundo de la Casa Blanca y lo dejó en que ha admitido que vienen días cruciales para su candidatura.
En una entrevista radiofónica con el locutor de radio Earl Ingram de la que se han avanzado algunos extractos, Biden señala: “Tuve una mala noche. Y el hecho es que, ya sabes, fue… metí la pata. Cometí un error”. Al tiempo, pide no centrarse tanto en el debate: “Son 90 minutos en el escenario. Miren lo que he hecho en tres años y medio”, añadió.
Las cosas van tan rápido que la cadena ABC, que pensaba emitir su entrevista con Biden el domingo, ha decidido programarla el viernes por la noche en horario de máxima audiencia. La presión es extrema. Por una parte, Biden tiene prisa por cambiar la narrativa. Por otra, la entrevista puede envejecer si se guarda más tiempo del imprescindible.
Nuevas presiones
Este miércoles, un segundo congresista ha pedido a Biden que renuncie a la reelección. Se trata de Raúl Grijalva, de Arizona, que se une a Lloyd Doggett, de Texas. Son solo dos de los más de 250 representantes y senadores del Partido Demócrata en el Congreso, pero hay muchos más que han expresado dudas al respecto, aun sin pedir abiertamente al presidente que tire la toalla. “La desafortunada realidad es que el statu quo probablemente nos traerá al presidente Trump”, dijo Seth Moulton, representante por Massachusetts, en un comunicado. “Cuando tu estrategia actual no funciona, rara vez es la decisión correcta redoblar la apuesta. El presidente Biden no va a rejuvenecer”, añadió. Son varios los que han hecho comentarios similares.
Joe Biden, en un acto de este miércoles en la Casa Blanca. Yuri Gripas / POOL (EFE)
El presidente participó este miércoles en un acto de imposición de medallas previo al 4 de julio, el día de la Independencia, fiesta nacional estadounidense. Leyó su intervención en pantalla, pero sus movimientos y gestualidad siguen siendo los de una persona mayor. Con 81 años, su deterioro físico es evidente y un hipotético segundo mandato supondría que ocupase la presidencia hasta los 86 años cumplidos. Aun así, el presidente parece por ahora convencido de que puede revertir la percepción de los votantes intensificando su agenda.
No todos confían en ello. La presión también viene desde el mundo del dinero. Varios donantes han empezado a expresar sus dudas. Entre ellos destaca el cofundador de Netflix Reed Hastings, que pidió al presidente que abandonara la carrera: “Biden necesita hacerse a un lado para permitir que un vigoroso líder demócrata derrote a Trump y nos mantenga seguros y prósperos”, dijo en una declaración recogida en primer lugar por The New York Times, el diario más activo en la ofensiva contra el presidente.
Si Biden da un paso al lado —y ese es un “si” gigante—, está por ver quién le sustituye. Jim Clyburn, amigo y confidente de Biden desde hace mucho tiempo, dijo que apoyaría unas “miniprimarias” en el periodo previo a la Convención Nacional Demócrata que comenzará el 19 de agosto en Chicago. El demócrata de Carolina del Sur planteó una elección alternativa por parte de los delegados durante una votación nominal virtual prevista por los demócratas antes de la convención propiamente dicha. En la CNN, Clyburn dijo que la vicepresidenta Kamala Harris, gobernadores y otros podrían unirse a la competición: “Sería justo para todos”.
El momento de Harris
La vicepresidenta aparece como la favorita para una hipotética sucesión, aunque cuenta también con detractores dentro del partido. La solución Harris aparece como la más continuista y también como la que facilita disponer de todo el dinero recaudado por la campaña Biden-Harris. Los delegados que ha ganado Biden en las primarias también son suyos en cierta medida.
Clyburn ha manifestado su preferencia por ella en la CNN y el líder de la minoría demócrata en la Cámara de Representantes, Hakeem Jeffries, también ha transmitido que apoyaría su candidatura en caso de retirarse Biden, según The Washington Post. Tim Ryan, destacado excongresista demócrata, la ha apoyado abiertamente en un artículo en Newsweek. Obviamente, la opinión decisiva sería la de Biden, que la ha mantenido a su lado en los últimos días en llamadas de campaña o la reunión con los gobernadores.
Kamala Harris, la semana pasada en un acto en Phoenix (Arizona).Rebecca Noble (REUTERS)
Elegir a alguien en lugar de Harris, la primera mujer que ocupa la vicepresidencia, y que además es hija de india y jamaicano, capaz de movilizar el voto negro, podría suponer un lastre para los demócratas. Ella no ha sido muy popular durante su mandato, en parte porque recibió encargos complicados o imposibles, como frenar las causas de la inmigración. Sin embargo, empieza a dar mejores resultados que Biden en algunas encuestas, se ha destacado como defensora del derecho al aborto y no tiene el rechazo del voto joven y árabe que acompaña al presidente. Harris, de 59 años, tiene una mayor proyección nacional que otros posibles aspirantes. Sin embargo, también provoca rechazo en algunos segmentos del electorado con los que Biden conectaba mejor, en particular el votante trabajador blanco.
Que Harris es la favorita parece confirmarlo que se ha convertido en blanco de los ataques de la campaña de Trump, que ha lanzado un anuncio con el lema: “Este noviembre, vota republicano. Para a Kamala”.
El equipo del expresidente también ha emitido este miércoles en destructivo comunicado: “Todos los demócratas que piden la dimisión del corrupto Joe Biden apoyaron en su día a Biden y sus políticas fracasadas que conducen a una inflación extrema, una frontera abierta y el caos en el país y en el extranjero”, dice.
“No se equivoquen: los demócratas, los principales medios de comunicación y la ciénaga se confabularon para ocultar la verdad al público estadounidense: Joe Biden es débil, fracasado, deshonesto y no apto para la Casa Blanca”, continúa el texto, atribuido a los asesores de campaña Chris LaCivita y Susie Wiles. “Cada uno de ellos ha mentido sobre el estado cognitivo de Joe Biden y ha apoyado sus desastrosas políticas durante los últimos cuatro años, especialmente la copiloto cacareante Kamala Harris”, remata.