17 de junio de 1957, fusilamientos en Sonora



“Cuando les notifique la decisión de que iban a ser ejecutados,  tuve que ir a la iglesia, por que necesitaba la clemencia de Dios. 


Miguel Angel Avilés Dossier Politico

Dia de publicación: 2024-06-17




A sus 74 años de edad, Alberto Ríos Bermúdez el juez que ejecutara las últimas dos penas de muerte en Sonora  habla por primera vez:

        “yo nunca estuve de acuerdo con ella, pero fue una decisión del gobernador; me trajeron desde los Ángeles California, recibí la orden y como juez primero del ramo penal la tuve que acatar” comienza. 

          La finalidad de esa pena de muerte es que no se siguieran cometiendo delitos graves, pero a mi juicio esto no se ha logrado, asegura.

       Originario del Distrito Federal, de madre Sonorense y padre Yucateco, carrancista para mas señas, el veterano jurista se declara abiertamente opositor a esta pena. 

         Aunque en broma-o no tanta- hace una excepción: “al que tendríamos que matar es al presidente del otro lado, al Bush por que ese es el primer criminal que existe en el mundo.
      Entrevistado en sus oficinas de Londres 69 del centro histórico de Hermosillo, el  abogado litigante le apuesta a su memoria, casi dicta sus respuestas, sus ayudantes lo distraen, pero decide compartir los recuerdos de la víspera de aquel 17 de junio de 1957 cuando murieron fusilados  José Rosario Don Juan Zamarripa y Francisco Ruiz Corrales.

           Su escritorio está lleno de fotos de familia, hay una pequeña bandera mexicana, un pescado de hule que al tocarlo parece cobrar vida y una lupa  descansa encima de un libro.

         Desde ahí narra con pesar el momento en que leyó la sentencia a los condenados; se le dificulta recordar sus nombres completos, regresa a la madrugada de la ejecución y la reconoce como uno de los episodios más duros de su vida. 

         “la decisión sorprendió a todos y se me encomendó ejecutarla como juez primero del ramo penal; se tuvo que llevar a cabo en pleno sigilo y, para ello, la única condición que yo puse fue que estuviera presente el subjefe de la Policía Judicial del Estado, Don Ventura Pro, ya que a mi juicio a sido uno de los mas destacados de la corporación.”

         “También me asignaron al mayor brunett que era el primer ayudante del señor Gobernador del Estado, don Álvaro Obregón y a una Secretaria de nombre Amalia originaria de Cananea.”

          Ríos Bermúdez, quien fuera también magistrado del Poder Judicial del Estado, repasa su momento mas difícil: “24 horas antes de sus ejecución nos tuvimos que presentar con estas personas para notificarles que se les iba a ejecutar la pena de muerte; llegamos a las cinco de la mañana y ahí se lo comunicamos”

          Ahí, dice, lo sorprendió un detalle:

 “Al firmar su notificación zamarripa estaba poniendo el nombre de  “penitenciaria” como si fuera su firma. Para mí que tuvo un desquicio en su cerebro al recibir la noticia. Corrales si firmó.”

        “Para ellos como para mi fueron muy duras estas diligencias, y tanto la secretaria como yo tuvimos que ir a catedral ese mismo día.”

         “Era la carga de los acontecimientos, fue algo muy duro, yo tenia 27 años de edad  y tres de haber salido de la escuela.

         “La ejecución se llevaría a cabo al día siguiente, también a las cinco de la mañana; me acompañaron las mismas personas y ahí estaba ya el Licenciado ibarra Selder, Procurador de Justicia del Estado de Sonora.”

          Con él se dio tiempo para dialogar: 

       “El Licenciado Ibarra consideró que  lo mas propicio era la pena de muerte porque se trataba de gente que había violado y había matado a unas menores de edad. Yo no estaba de acuerdo en la pena de muerte, pero eran órdenes del ejecutivo y tenia que cumplirlas. Yo no había dictado esas dos sentencias.”

     Pero nada pudo hacerse, quizá ni tan siquiera una buena defensa legal en favor de los condenados, como él lo insinúa, y entonces vino la ejecución:

        “Fue un pelotón de la policía municipal comandados por el teniente Ojeda encargados de disparar en contra de estas personas: Zaparripa si se dejó vendar los ojos, Corrales no, dijo que no necesitaba, seguía pidiendo el indulto por haber servido a la Revolución”, recuerda.

        “Sé que para ellos fue una sorpresa, el gobernador firmó la sentencia dos días antes, por la presión social, porque la gente se quejaba de que había muchos violadores. Incluso esa mañana se colocaron estratégicamente  en una celda a muchos violadores para que vieran esa ejecución.”

            Al respecto precisa: “No era el delito de violación lo que originó la pena de muerte sino el homicidio de la niñas, sin embargo se aplicó para evitar que se siguieran llevando a cabo estos delitos sexuales, pero hasta la fecha siguen, hasta la fecha siguen” repite.

             Eso fue un elemento también para el sigilo.

       "Yo estaba en Los Ángeles con unos parientes. Me echó un telefonema  el señor Jesús Campoy, Secretario General del Supremo Tribunal de Justicia, y me dijo que me viniera, que era una cosa muy delicada y que aquí me la iban a informar. Me pidió absoluta discreción. “Llegué en camión y me llevaron a las oficinas de gobierno, ahí me dijeron que tenia que ejecutar esas penas de muerte.

        “La madrugada que llegamos a la penitenciaria para llevar a cabo la ejecución ya había gente, relativamente ya había gente, prominentes funcionarios, policías, y mas tarde unos cuantos “mirones” por ahí.”

     “A los violadores los colocaron de tal modo que presenciaran la ejecución. Enseguida sacaron a Zamarripa y a Corrales. El oficial Director de la ejecución dio la orden: “¡atención!... en posición de tiro:

         “Ruiz Corrales y Zamarripa guardaron los papeles que tenían en las manos y musitando oraciones se pusieron en posición de firmes.

       ¡Preparen! manda el oficial y se escuchó el sonar de los cerrojos de los fusiles. 
  
     Sólo uno tendría balas de salva para tranquilizar la conciencia de los fusileros. 

      ¡Apunten!. Corrales se puso la mano derecha en la espalda. Zamarripa alzó la cabeza y sacó el pecho en una actitud típicamente militar. 

      ¡¡Fuego!!.Exactamente a las 5:05  se escucharon las descargas.

     Zamarripa cayó hacia atrás y se quedó sentado  recargado en el paredón. Corrales se precipitó a la izquierda agonizante. Luego Zamarripa cayó sobre corrales.”  Después, dice Ríos Bermúdez, los gritos fueron para el procurador: “¡Ya estarán a gusto, ya estarán felices de haberlos ejecutado!, coreaban los demás internos que observaban.

       Pero la ejecución aún no finalizaba, advierte el ex juez:

     “los policías tiraron las matracas, pero los reos quedaron vivos. El jefe del pelotón sacó su 45 y les dio el tiro de gracia. Eso fue lo mas duro para mi”

     “Levanté un acta,de que se habían ejecutado las penas muerte. Yo estaba fuera del mundo, así duré por muchos días. Creo que ya lo digerí, pero es algo que nunca quisiera volver a vivir, ni a esta edad quisiera volverlo a vivir...

*

Última parte de la plaquette Tres Modos de Morir y Una Misma Historia. Editorial Unison, colección Lengua de Camaleón. En proceso de una nueva edición.


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