Tiempos inéditos, inflación inédita
Patricia Armendariz/
Dia de publicación: 2022-05-11
La crisis no esperada de la pandemia, y su prolongada estancia entre nosotros, produjo fenómenos igualmente no esperados, como es la inflación. Ésta es producto de un shock de demanda, donde las diferentes instancias internacionales y domésticas orientadas a estimular la demanda produjeron un shock positivo en el consumo, ante una fábrica que había bajado el switch y está tomando tiempo en calentar motores.
Adicionalmente, para el caso de la industria de los alimentos, ha existido un impulso adicional al consumo, donde las transferencias sociales, las remesas y el vuelco a los restaurantes para vernos con nuestros seres queridos ha resultado en México en un crecimiento en el consumo de 7 por ciento en 2021, superior al crecimiento del PIB 2 puntos porcentuales.
Para acabarla de amolar, los precios de los fertilizantes han crecido en promedio anual a precios libres de un 50 por ciento, y la mano de obra ha experimentado una contracción en el campo por efectos del covid.
El gobierno ha establecido medidas antiinflacionarias por el lado de la oferta, orientadas a estimularla apoyando al campo. Lo inquietante es que los precios se forman ex ante en función de la inflación esperada y, tratándose de un entorno inesperado, ésta puede variar mucho entre los agentes económicos, provocando una inestabilidad de precios en los meses por venir.
Por otro lado, en periodos prolongados una inflación esperada en los precios afecta los salarios, iniciando una espiral de costos que puede salírsenos de las manos. Es por eso que al mismo tiempo de que aplaudo las medidas del gobierno orientadas para estimular la oferta, deberían considerarse dos medidas adicionales: una concertación de precios relativos al estilo pacto y una política monetaria orientada a encarecer el costo de oportunidad del dinero a través de unas mayores tasas de interés que desestimulen el consumo y favorezcan el ahorro, que, dicho sea de paso, bien nos hace falta para estimular la inversión.
@PatyArmendariz
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La crisis no esperada de la pandemia, y su prolongada estancia entre nosotros, produjo fenómenos igualmente no esperados, como es la inflación. Ésta es producto de un shock de demanda, donde las diferentes instancias internacionales y domésticas orientadas a estimular la demanda produjeron un shock positivo en el consumo, ante una fábrica que había bajado el switch y está tomando tiempo en calentar motores.
Adicionalmente, para el caso de la industria de los alimentos, ha existido un impulso adicional al consumo, donde las transferencias sociales, las remesas y el vuelco a los restaurantes para vernos con nuestros seres queridos ha resultado en México en un crecimiento en el consumo de 7 por ciento en 2021, superior al crecimiento del PIB 2 puntos porcentuales.
Para acabarla de amolar, los precios de los fertilizantes han crecido en promedio anual a precios libres de un 50 por ciento, y la mano de obra ha experimentado una contracción en el campo por efectos del covid.
El gobierno ha establecido medidas antiinflacionarias por el lado de la oferta, orientadas a estimularla apoyando al campo. Lo inquietante es que los precios se forman ex ante en función de la inflación esperada y, tratándose de un entorno inesperado, ésta puede variar mucho entre los agentes económicos, provocando una inestabilidad de precios en los meses por venir.
Por otro lado, en periodos prolongados una inflación esperada en los precios afecta los salarios, iniciando una espiral de costos que puede salírsenos de las manos. Es por eso que al mismo tiempo de que aplaudo las medidas del gobierno orientadas para estimular la oferta, deberían considerarse dos medidas adicionales: una concertación de precios relativos al estilo pacto y una política monetaria orientada a encarecer el costo de oportunidad del dinero a través de unas mayores tasas de interés que desestimulen el consumo y favorezcan el ahorro, que, dicho sea de paso, bien nos hace falta para estimular la inversión.
@PatyArmendariz
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