Hoy no hay ninguna persona sensata, incluso las partidarias de la 4T, que piense que es conveniente salirnos del TMEC para no estar sujetos a sus reglas.
En el mundo moderno, para un país que depende en gran medida de la relación con el exterior, la idea de la soberanía nacional es hoy muy diferente de lo que era hace 50 años.
Pero, algunos políticos piensan que seguimos en los tiempos de la guerra fría, los movimientos antiimperialistas y el apoyo a Ho Chi Minh.
Hay dos hechos que no pueden ignorarse hoy. El primero es la profunda relación económica que tenemos con el mundo.
El comercio exterior de México fue en el primer trimestre del 2024, equivalente al 71 por ciento del PIB.
Esto significa de una gran parte de la actividad económica que se realiza en nuestro país depende del exterior.
El 70 por ciento de toda esa relación comercial corresponde a Estados Unidos.
Pero, además, el 52 por ciento de la inversión extranjera directa en lo que va de este 2024 proviene de Estados Unidos.
No podemos ignorar el efecto que las decisiones internas que tomamos tienen en nuestro vecino del norte.
Nos pueden caer gordos; podemos abominarlos, pero no podemos ignorar las implicaciones que pueden existir de lo que hacemos en México.
Si queremos no estar condicionados a lo que digan los norteamericanos… pues no estemos ligados a ellos.
Pero, hoy no hay ninguna persona sensata, incluso las partidarias de la 4T, que piense que es conveniente salirnos del TMEC para no estar sujetos a sus reglas.
Pero no solo es el tratado comercial con Norteamérica, lo es también con Europa.
En el Tratado con el viejo continente hay una llamada “cláusula democrática”, que pudiera cuestionarse a partir de las reformas del Plan C.
El segundo hecho tiene que ver con los compromisos que México ha suscrito.
Hay quien piensa que la soberanía es poder decidir todo lo que queremos, a nuestro gusto y sin tomar en cuenta a nadie en el extranjero.
La soberanía, para la mayor parte de los países del mundo, es limitada.
Cada país toma la decisión de restringirla con base en los acuerdos, convenios y tratados internacionales que suscribe.
La civilidad de una nación hoy, en cierta medida depende del cumplimiento de esas restricciones a la soberanía.
Por ejemplo, si México decidiera mandar a volar los Acuerdos de París y contaminar lo que se le pegue la gana, seguramente tendría un desplome de su inversión extranjera, pero, además, demandas a partir del incumplimiento de compromisos.
Claro que un país puede rebelarse a sus acuerdos internacionales.
Lo hizo Rusia al invadir Ucrania; Corea del Norte al seguir haciendo pruebas de armamento nuclear; Israel al seguir con la invasión de Gaza; o Venezuela, al mandar a volar incluso la opinión de sus ‘países amigos’ como Colombia o Brasil.
Así lo puede hacer México. Nadie se lo impide a Claudia Sheinbaum.
El país no se acabaría, pero tendríamos una Nación que toma la decisión de marginarse de la comunidad internacional.
Es posible vivir así. Hay varios ejemplos, como la propia Rusia, Irán, Israel, Corea del Norte, Venezuela, entre otros casos.
Claro que el nuevo gobierno se tendría que olvidar de sus metas.
Los grandes proyectos de infraestructura tendrían que esperar para otro tiempo, ya que el gobierno no tiene recursos para emprenderlos. Y las empresas privadas estarían con muchas dudas para invertir.
El gobierno tampoco quiere aplicar una reforma fiscal para contar con el dinero que requiere.
Además, AMLO dejará un déficit de 6 por ciento del PIB o un poco más, y habrá que recortar el gasto si no quiere que las calificadoras degraden la nota soberana del país.
Estados Unidos está frenando y eso va a contagiar –de hecho, ya lo está haciendo– a las exportaciones mexicanas.
Como quien dice, estamos en una situación económica muy compleja y comprometida derivada de las propuestas de AMLO.
Pero siempre se puede llamar al ‘pueblo sabio’ a decir que se apriete el cinturón, que la mejoría económica… ya llegará en otro tiempo.
Después de publicar ayer el texto que denominé: “Presidenta, usted decide”, muchos me dijeron que era un iluso, ingenuo, pen… , por creer que Sheinbaum iba a diferir de López Obrador.
Tal vez sí, pero sigo creyendo que la presidenta electa no deseará comenzar su sexenio con una crisis.
Porque si sigue apoyando a AMLO la tendrá.
¿Habrá quien tenga ascendencia sobre ella y se lo pueda explicar?
No lo sé.