La subcultura “woke” —término originado en la comunidad afroamericana para denotar “ESTAR ALERTA o DESPIERTO ” ante las injusticias sociales, especialmente el racismo— ha evolucionado en las últimas décadas hacia una ideología más amplia que enfatiza la conciencia sobre opresiones interseccionales basadas en raza, género, orientación sexual y otras identidades.
La subcultura woke tiene raíces innegables en el Marxismo Cultural de Gramsci y la Escuela de Fráncfort, heredando su marco de opresión y crítica ideológica. Sin embargo, diverge al sustituir la clase por identidades múltiples y al ser compatible (incluso funcional) con el capitalismo neoliberal.
Esta relación explica tanto su atractivo (conciencia de injusticias reales) como sus controversias (división social, censura, desvío de problemas económicos). Comprenderla ayuda a debatir sin reduccionismos: no es “marxismo puro”, pero lleva su ADN adaptado a la era posmoderna.
Del Marxismo Clásico al “Marxismo Cultural” El marxismo clásico de Karl Marx y Friedrich Engels se centra en la lucha de clases: el proletariado oprimido frente a la burguesía opresora, con el capitalismo como sistema de explotación material. El objetivo era una revolución proletaria para abolir la propiedad privada y establecer una sociedad sin clases.
Tras el fracaso de revoluciones proletarias en Occidente (como en Alemania post-Primera Guerra Mundial), pensadores como Antonio Gramsci enfatizaron la “hegemonía cultural”: la clase dominante mantiene el poder no solo por la fuerza económica, sino controlando la cultura, educación y medios de comunicación . Para revolucionar la sociedad, era necesario conquistar primero estas “superestructuras” culturales.
En los años 1930, la Escuela de Fráncfort (Max Horkheimer, Theodor Adorno, Herbert Marcuse) desarrolló la “Teoría Crítica”, fusionando marxismo con psicoanálisis freudiano y sociología. Criticaron el capitalismo no solo por explotación económica, sino por su dominación cultural a través de la “industria cultural” (medios masivos de comunicación que alienan o enajenan al individuo).
Esta corriente intelectual, conocida como “neo-marxismo” o “marxismo cultural”, desplazó el foco de la economía pura hacia la cultura como campo de batalla. Tras emigrar a EE.UU. huyendo del nazismo, estas ideas influyeron en la New Left de los 1960-1970, combinándose con posmodernismo (Michel Foucault, Jacques Derrida) y políticas identitarias. Aquí surge la transición: la opresión ya no es solo de clase, sino múltiple (raza, género, edad, sexualidad).
Similitudes entre el Marxismo y lo Woke. La principal conexión es estructural: Binario opresor/oprimido: El marxismo divide sociedad en burguesía (opresora) y proletariado (oprimido). Lo woke aplica esto a identidades: blancos vs. personas de color, hombres vs. mujeres, heterosexuales vs. LGBTQ+, cisgénero vs. trans. Conceptos como “supremacía blanca” o “patriarcado” “misoginia” “machismo” “matriarcado” funcionan como análogos al “capitalismo opresor”.
Conciencia crítica: El marxismo habla de “falsa conciencia” (el oprimido internaliza ideología del opresor). Lo woke promueve “despertar” “estar alerta” (stay woke) para reconocer privilegios y estructuras opresivas invisibles.
Críticas desde el Marxismo No todo marxista acepta esta conexión. Críticos de izquierda argumentan que lo woke es una desviación: Desvío de la lucha de clases: Los marxistas tradicionales critican que el foco en identidades culturales distrae de la explotación económica real. Lo woke beneficia al capitalismo al dividir a la clase trabajadora en tribus identitarias, ignorando que opresiones raciales/género persisten bajo el capitalismo.
Compatibilidad con el capitalismo: Corporaciones adoptan “woke capitalism” para marketing, sin desafiar estructuras económicas. Los Marxistas lo ven como cooptación: “capitalismo inclusivo” que neutraliza críticas radicales.
Individualismo vs. universalismo: El marxismo es universalista (lucha proletaria que trasciende identidades y nacionalismos). Lo woke es tribal, priorizando experiencias subjetivas sobre solidaridad de clase. Los clásicos marxistas enfatizan la base económica; lo woke prioriza discurso y cultura, acercándose más al posmodernismo. Algunos marxistas lo llaman “liberalismo identitario” o “progresismo o parlamentarismo burgués”, no es un verdadero socialismo.








