Ana Corina Sosa pronuncia el discurso de aceptación en una ceremonia marcada por la denuncia de la violencia del régimen de Maduro y la llegada de la líder opositora en las próximas horas
Elías Camhaji
Un silencio atronador se apoderó del Ayuntamiento de Oslo a la una en punto de la tarde. Los asistentes se levantaron de sus asientos. Los miembros del Comité Noruego del Nobel tomaron su lugar en el podio. Y las trompetas comenzaron a entonar en tono solemne y triunfal para anunciar que el momento finalmente había llegado. En medio de una enorme expectación, María Corina Machado, el principal símbolo de la oposición venezolana y la figura más incómoda para el Gobierno de Nicolás Maduro, fue reconocida este miércoles con el premio Nobel de la Paz “por su incansable labor en la promoción de los derechos democráticos del pueblo de Venezuela y por su lucha para lograr una transición pacífica y justa de la dictadura a la democracia”. Machado, la principal protagonista de la gala, fue también la gran ausente. La dirigente de 58 años logró salir de Venezuela después de estar confinada durante 16 meses en la clandestinidad, pero no logró estar a tiempo en Noruega para recibir en persona el premio más importante de su trayectoria política.
María Corina Machado no ha estado físicamente en la ceremonia, pero su figura ha sido omnipresente en las paredes del Ayuntamiento de Oslo. La capital noruega amaneció con la noticia de que la líder opositora no iba a poder estar presente en la ceremonia y recuperó el aliento cuando el Instituto Nobel confirmó que estaba a salvo y en camino al país escandinavo. “Estaré en Oslo”, dijo la dirigente de 58 años, en una llamada difundida momentos antes de la ceremonia por la institución noruega, el último capítulo de una novela que ha llenado de dramatismo la entrega de este año y que aún no acaba de escribir su capítulo final.
“Venezuela volverá a respirar”, afirmó Machado en su discurso de aceptación, leído por su hija, Ana Corina Sosa Machado. Los aplausos de los cientos de asistentes que estuvieron presentes desbordaron la sala de banquetes del Ayuntamiento de Oslo cuando Sosa dio un paso al frente y recibió el diploma y la medalla en honor a su madre. “Este premio tiene un significado profundo: le recuerda al mundo que la democracia es esencial para la paz”, agradeció la joven. Sosa Machado también se refirió a la difícil travesía de su madre para poder estar presente en el premio: “Debo decir que mi madre nunca rompe una promesa. Y por eso, con toda la alegría de mi corazón, puedo decirles que en solo unas horas podremos abrazarla aquí en Oslo”.
Machado ha afirmado que el Nobel es un homenaje al sufrimiento del pueblo venezolano y ha dedicado el premio a quienes han padecido la represión del chavismo. “A nuestros presos políticos, a los perseguidos, a sus familias y a todos los que defienden los derechos humanos”, ha recordado en su discurso. La dirigente opositora ha agradecido también a sus tres hijos, sus padres, sus hermanas y a su esposo por el respaldo que le han brindado a lo largo de su trayectoria. “A ellos pertenece este honor. A ellos pertenece este día. A ellos pertenece el futuro”.
En su discurso, conocido tradicionalmente como la conferencia Nobel, la dirigente hizo un repaso de la historia política de Venezuela y de la lucha que ha librado contra el chavismo. “He venido a contarles una historia, la historia de un pueblo y su larga marcha hacia la libertad. Esa marcha me trae hoy aquí, como una voz entre millones de venezolanos que se han levantado una vez más para reclamar el destino que siempre les ha pertenecido”, recalcó en el escrito.
También se dijo lista para buscar un cambio de régimen en Venezuela. “Durante estos dieciséis meses en la clandestinidad hemos construido nuevas redes de presión cívica y de desobediencia disciplinada, preparándonos para una transición ordenada hacia la democracia”, ha asegurado la líder opositora. Al terminar de leer el discurso, Sosa Machado junto las dos manos sobre el pecho en señal de agradecimiento e hizo una reverencia tras una ovación de pie de los asistentes.
El Nobel ha supuesto la mayor victoria simbólica para una oposición venezolana golpeada, perseguida y orillada al exilio. El reconocimiento devolvió el aliento a una disidencia disminuida y prácticamente desmantelada, que encuentra en Machado su única opción viable para disputar el poder frente al chavismo, y que recibió en Oslo un nuevo impulso para pensar en el futuro. Cuatro mandatarios latinoamericanos de derechas, además, se dieron cita en la gala para cerrar filas con la causa opositora: el ultraconservador Javier Milei, de Argentina; Santiago Peña, de Paraguay; Daniel Noboa, de Ecuador, y José Raúl Mulino, de Panamá.
La crisis política venezolana también fue otra de las protagonistas de la tarde. “Venezuela se ha convertido en un Estado brutal y autoritario sumido en una profunda crisis humanitaria y económica. Mientras tanto, una pequeña élite en la cúspide, protegida por el poder, las armas y la impunidad, se enriquece”, afirmó el presidente del Comité Noruego del Nobel, Jorgen Watne Frydnes, en un duro discurso, que no escatimó en críticas al chavismo. “Detrás de Maduro están Cuba, Rusia, Irán, China y Hezbolá, que proporcionan armas, sistemas de vigilancia y vías de supervivencia económica”, aseguró Frydnes, en una de las intervenciones más aplaudidas de la ceremonia.
“En medio de esta oscuridad, hay venezolanos que se han negado a rendirse”, continuó el representante de quienes decidieron el Nobel de este año. “Los que mantienen viva la llama de la democracia. Los que nunca ceden, pese al enorme coste personal. Ellos nos recuerdan constantemente lo que está en juego”, afirmó Frydnes, al tiempo que calificó a Machado como “uno de los ejemplos más extraordinarios de valentía civil en la historia reciente de América Latina”. En un contexto global en el que los regímenes cdemocráticos están en horas bajas, el comité noruego insistió en redoblar la apuesta por una salida democrática para la crisis en Venezuela. “La democracia es más que una forma de gobierno. Es también la base para una paz duradera”, concluyó.











