Los astros se están delineando a la derecha. El PAN, mandatado por actores que pertenecen al Yunque, ha destapado a Ricardo Salinas Pliego como su candidato a la Presidencia de la República. Se enfila a ocupar el nicho de una derecha ultraconservadora, con altos dividendos en Europa, Norteamérica y América Latina. A esta dupla se suman los obispos mexicanos. En su último mensaje de la 119ª Asamblea Plenaria, realizada del 10 al 14 de noviembre de 2025, los prelados toman partido contra el gobierno de la 4T y se colocan en la arena de la oposición.
Desde el sexenio de López Obrador, los obispos de México han mantenido una postura crítica hacia el gobierno, especialmente en temas de violencia e inseguridad, argumentando que la realidad que vive el país contradice el discurso oficial. En el documento de la asamblea de obispos hacen una demoledora crítica a la violencia imperante en el país. Denuncian la corrupción imperdonable e imperante en el gobierno; ponen dudas en la narrativa oficial de que la economía va bien; la desconfianza es absoluta, así lo exponen: “nos dicen que se respetan las libertades, pero quienes expresan opiniones críticas son descalificados y señalados desde las más altas tribunas del poder”.
Todo está mal y vamos a empeorar, no hay ningún reconocimiento a algún logro del actual gobierno. Sobre la educación, las críticas son abrumadoras, dicen que es un fallo en el ámbito antropológico, ético y, en última instancia, moral. Porque está en juego la visión misma del ser humano. El cáncer del crimen organizado, dicen los prelados, ha extendido sus tentáculos a muchos rincones del país.
El Estado lo ha permitido y hace muy poco. Sin decirlo abiertamente, insinúa colusión. Ante la degradación social que se vive, con piedad sinodal, los obispos se solidarizan con el pueblo sufrido de la siguiente manera: “Queremos que sepan que nuestra cercanía está siempre con las víctimas, con los pobres, con los que sufren. Que nuestra amistad es sobre todo con el pueblo sencillo que lucha cada día por sobrevivir con dignidad”.
Con un lenguaje más matizado, me recuerdan las burdas narrativas de Lilly Téllez y de Alito Moreno sobre la circunstancia actual. La episteme es similar, basado en una ideología de la confrontación y antagonismo al segundo piso de la 4T. Lo más preocupante es el símil, ridículo, entre la tiranía de Calles en los años 20 y el actual gobierno. Por ello, invocan a la heroicidad cristera y retan a los cristianos actuales a alcanzar el atrevimiento de los cristeros que ofrendaron su vida y alcanzaron el martirio.
Surgen muchas preguntas: ¿qué eco alcanzarán las críticas episcopales y el diagnóstico trágico de nuestra realidad?
¿Qué tanta responsabilidad tienen los obispos en la supuesta descomposición social que diagnostican? ¿La jerarquía católica está en condiciones de elevar semejantes críticas sabiendo que antagoniza aún más al país?
Los obispos mexicanos con estas posturas polarizantes contribuyen a que sectores de la sociedad los miren con desconfianza. Durante los últimos 30 años, los datos de Latinobarómetro y las del Pew Research Center muestran una caída abrupta en la confianza en la Iglesia católica en México y en toda América Latina. Esta pérdida de confianza también se refleja en el decaimiento de la membresía. En 1995, el 80 por ciento de la población latinoamericana se identificaba como católica; para 2018, en cambio, esa identificación descendió a 59 por ciento. En contrapartida, el ascenso de iglesias evangélicas cuya irrupción no sólo transforma el campo de las creencias, sino que irrumpe en la vida política de muchos países. Hay un marcado incremento en los miembros de las iglesias evangélicas que están alcanzando en muy poco tiempo 26 por ciento en América Latina.
Las instituciones religiosas se han mundanizado y han evidenciado su desapego de los valores que las crearon.
Parece que los obispos miran la realidad desde un dron celestial, lo que ellos llaman crisis antropológica y moral, es un fenómeno secular que también ha impactado a la institución católica. La Iglesia es al mismo tiempo corresponsable de la crisis de valores. En cerca de 15 mil Iglesias, templos y capillas en todo el país, ¿dónde están los valores inculcados en la población? ¿Su catequesis es vigente? Hay un fracaso evidente en la transmisión desde lo religioso de valores, ética y moral a la población en el tejido social.
Cuando se refieren a las imbricaciones del crimen organizado con el gobierno, los obispos parecen escupir hacia arriba. Cientos de testimonios de vínculos de la Iglesia católica con los grupos criminales. Las narcolimosnas, millones de donativos criminales que son bendecidos por el uso de la Iglesia según altos jerarcas. Ejemplos abundan. Lo último son las declaraciones de El Marro, líder del cártel Santa Rosa de Lima, que realizaba donaciones cuantiosas a iglesias y comunidades locales en Guanajuato.
Finalmente, la violencia. La Iglesia está en deuda con la sociedad por los miles de casos de abusos sexuales a menores en México. ¿En verdad hay cercanía con las víctimas y con los que sufren? Los actos de pederastia gozan de la protección de los obispos. BishopAccountability. org ha denunciado el encubrimiento de 18 obispos que protegen a criminales con sotana. ¿Cómo pueden condenar la violencia cuando la ejercen en miles de víctimas?
¿Por qué no destapan sus intenciones de secundar la ultraderecha del PAN y hacer suya la candidatura de Salinas Pliego que ya aparece con el estandarte de la Virgen?









