Loma de Bácum, Sonora – 18 de octubre de 2025. En el corazón del territorio Yaqui, la comunidad de Loma de Bácum se convirtió este viernes en el epicentro de la resistencia indígena y ambiental al dar inicio a la Sexta Asamblea Nacional por el Agua y la Vida, convocada por el Congreso Nacional Indígena (CNI) y el Concejo Indígena de Gobierno (CIG). Este encuentro reúne a representantes de diversas naciones originarias como los Purépechas, Mayos, Otomís, Tarahumaras, Yaquis y Zapotecas, entre otros, en un llamado colectivo a la defensa del agua, la vida y los territorios frente a los megaproyectos y el despojo sistemático.
La elección de Loma de Bácum como sede no es casual. Esta comunidad yaqui es símbolo de resistencia desde que, en octubre de 2016, sus habitantes expulsaron a fuerzas militares y frenaron con sus propias manos la construcción de un gasoducto impuesto por la empresa IENOVA, filial de la transnacional Sempra Energy. Aquel acto de defensa territorial marcó un precedente en la lucha indígena contra el extractivismo y la imposición de proyectos que amenazan la vida comunitaria y el equilibrio ambiental. Hoy, nueve años después, esa memoria combativa alimenta la organización de esta nueva Asamblea, que también contempla conmemoraciones especiales los días 20 y 21 de octubre.
La Asamblea Nacional por el Agua y la Vida, surgida en 2022, ha recorrido diversas geografías de lucha como Puebla, Querétaro, Tlaxcala y la Ciudad de México, consolidándose como un espacio autónomo, antipartidista, anticapitalista y antimilitarista. Inspirada en los principios del zapatismo, esta red de pueblos y organizaciones se articula bajo el lema “mandar obedeciendo”, y se opone frontalmente a la mercantilización del agua y la criminalización de la resistencia.
Durante esta sexta edición, los participantes denuncian que el agua ha sido convertida en mercancía por el Estado mexicano, beneficiando a corporaciones como FEMSA, Grupo Modelo, Nestlé, Iberdrola, Ternium y Constellation Brands. Acusan que planes como el Plan Hídrico Nacional, el Plan México y los llamados Planes de Justicia para pueblos originarios son parte de una política extractivista que despoja a las comunidades de sus recursos naturales y territorios. En este contexto, la Asamblea también visibiliza la violencia estatal y criminal que enfrentan las defensoras del territorio, con casos emblemáticos como el de Estela Hernández en Querétaro y Hortensia Telésforo en Xochimilco, además de las más de 200 órdenes de aprehensión contra habitantes de Eloxochitlán de Flores Magón, Oaxaca.
La jornada inaugural incluyó una ceremonia de bienvenida, plenarias, mesas de trabajo y actividades culturales, en un ambiente de respeto profundo por la cosmovisión indígena. Se hizo énfasis en la importancia de acudir con elementos básicos para acampar, respetar los espacios sagrados de la comunidad y abstenerse de portar armas, drogas o alcohol. La organización comunitaria es clave para garantizar el orden y la seguridad durante el evento.
La Asamblea no solo es un espacio de denuncia, sino también de construcción colectiva, donde se toman acuerdos, se redactan declaratorias y se fortalecen redes de solidaridad entre pueblos. En palabras de los convocantes: “Los pueblos existimos porque nos organizamos y luchamos”. Desde Loma de Bácum, el mensaje es claro: el agua es sagrada, no es mercancía, y su defensa es una tarea urgente que convoca a todas y todos.