Dijo hace no mucho el cineasta Paolo Sorrentino una frase que he plagiado con fervor: paradójicamente, a medida que envejezco, empiezo a mirar más al futuro que al pasado. La recordé ayer al conversar con otro cineasta y escritor y guionista y hombre de bien, Guillermo Arriaga. Una charla para escucharlo sobre la ceremonia del lunes en Bellas Artes por los 25 años del estreno de Amores Perros, dirigida por González Iñárritu y escrita por Guillermo; escucharlo sobre el abrazo ahí con González Iñárritu, un elogio a la gratitud y la vida. Te escucho, Guillermo: “Llevábamos casi 20 años de no vernos las caras, de no hablarnos y decidí dejar a un lado las diferencias. Nos dimos cuenta de que había un cariño muy grande que aún prevalecía. Hace unos meses hicimos contacto, un Zoom que iba a ser muy corto y se alargó a seis horas, y no paramos de hablar de muchas cosas, y parecía que se nos juntaron las ganas de volver a ser amigos”. Las ganas de ser amigos, lo interrumpo. “Sí, y en Bellas Artes nos dimos un abrazo para demostrarle al mundo que todavía es posible la reconciliación”. Creo que no hace falta escuchar más. Gracias por la estampa, por mirar así el futuro. Las ganas de ser amigos.