Primero lo primero: la captura el viernes en Paraguay de Hernán Bermúdez es la caída del primer mando policiaco relevante de la 4T detenido por la 4T por, supuestamente, trabajar con y para los criminales.
Luego lo segundo: apenas el 15 de julio, la presidenta Sheinbaum negó que, por el caso de Bermúdez, su gobierno estuviera investigando al exgobernador de Tabasco y líder de los senadores de Morena, Adán Augusto López.
Y lo tercero: el 21 de julio, Adán nos respondió a la pregunta de si tuvo conocimiento de las acciones y actuaciones de su entonces secretario de Seguridad, Bermúdez, que, “la verdad, es que no sospeché de él, si hubiese sospechado, pues inmediatamente lo hubiésemos separado del cargo”.
Y lo cuarto: el fiscal Gertz afirmó el martes que, de caer Bermúdez, “tendremos toda la información que aclare este asunto”. A partir de esa secuencia, tres preguntas. Una, ¿cuántos días tomará el inicio de la investigación sobre Adán? Dos, ¿Adán dará un paso al lado para no enturbiar la inexorable investigación? Tres, ¿Morena tolerará que Adán siga siendo su líder en el Senado?
El “no sospeché de él” le dará dos meses de aire, pero el caso Bermúdez está llegando a esa zona de altitud donde la falta de oxígeno hace que el aire se enrarezca y vuelva insoportablemente peligroso para la mayoría de las especies.
 
			 
                                







 
							