Oscar Balderas
La historia de 26 capos poderosos y violentos expulsados hoy martes 12 de agosto con rumbo hacia Estados Unidos comenzó a escribirse con incredulidad a las 9:30 de esta mañana.
Como hace 24 semanas —cuando México trasladó a 29 cabecillas del crimen organizado a la Unión Americana— los periodistas dedicados a cubrir temas de crimen organizado recibimos una alerta matutina que parecía no tener importancia: había un movimiento inusual afuera de la prisión de máxima seguridad del Altiplano en el Estado de México.
Camionetas blindadas, patrullas con torretas a todo volumen, civiles y militares armados habían tomado el estacionamiento del viejo penal de Almoloya, una indicación de que algo extraño estaba ocurriendo. Había que comenzar un proceso de descarte que siempre es lento, porque las prisiones tienen bloqueadores de señal celular: ¿había una fuga de internos, un motín contra custodios o una huelga de hambre?
Tras tachar esas tres posibilidades con fuentes del sistema penitenciario, quedaba revisar una cuarta probabilidad: un nuevo traslado de capos, quienes —ahora puedo confirmar— pedían hablar con sus abogados mientras eran apurados para armar sus maletas con un boleto de ida y sin regreso.
El desconcierto los golpeaba, pues muchos sabían que sus procesos judiciales de extradición aún estaban pendientes de resolver. No sería posible, pensaron, que los llevaran a la fuerza la tierra del Tío Sam, ¿o sí?
Luego de hablar con sus clientes, los abogados de varios capos llamaron a periodistas buscando información sobre los movimientos extraños en el Altiplano. Luego, llegaron llamadas de más abogados con clientes en penales federales en Oaxaca, Veracruz y más. Ni litigantes ni reporteros tenían más información de lo que ya dejaba ver como una operación a gran escala, secreta, simultánea y quirúrgica. La posibilidad de un megaenvío al norte sonaba cada vez más verosímil.
A las 10:30 de la mañana se confirmó que Juan Carlos Félix Gastelum, “El Chavo Félix”, yerno del “Mayo Zambada”, y Pablo Edwin Huerta, “El Flaquito” del Cártel de los Arellano Félix, iban hacia Estados Unidos. La historia ya tenía forma.
Luego, a las 4 de la tarde cayeron más nombres: el traslado de 26 incluía a Abigael González Valencia, líder de Los Cuinis, brazo financiero del Cártel Jalisco Nueva Generación y cuñado del “Mencho”.
Y quedaba como posibilidad la expulsión de México de Servando Gómez, “La Tuta”, líder de Los Caballeros Templarios; Ricardo González, “El Ricky” o “Mando R”, segundo al mando del Cártel del Noreste; y Mario Alberto Núñez Ojeda, “El Jando”, piloto de confianza de Iván Archivaldo Guzmán.
Por ahora, son los nombres que suenan. Con los 26 pesos pesados de hoy ya sumamos 55 ofrendados a Estados Unidos de febrero a agosto. Va con un rico surtido para evitar que a la presidenta Claudia Sheinbuam se le acuse de proteger a un cártel en específico, como sucedió con el expresidente Felipe Calderón y las sospechas de sus acuerdos con el Cártel del Pacífico mediante Genaro García Luna.
Hace 24 semanas, el traslado de 29 capos sirvió para evitar la imposición de aranceles del 25% a México por parte del 47 presidente de Estados Unidos; hoy, el envío de capos ocurre días antes de que entren en vigor aranceles del 25% a las importaciones mexicanas, ¿se echarán para atrás?
Lo cierto es que a Donald Trump le da hambre pronto. Y hasta ahora hemos podido saciar su hambre gracias a nuestros capos encarcelados, pero pronto se nos agotará la cosecha de asesinos, traficantes y contadores sucios y tendremos que buscar nuevos alimentos.
Hoy ya sabemos que entregar una veintena de capos a Estados Unidos sólo calma a Trump por 166 días. Para eso nos alcanza este martes, ¿luego qué haremos?