El secretario Ebrard dijo con consonancia, y con la seguridad que da el deber cumplido, que el gobierno mexicano había hecho lo que tenía que hacer ante el de Estados Unidos en esta nueva embestida de castigo a través de aranceles. La presidenta Sheinbaum siguió defendiendo su fórmula para encarar al temible Trump: cabeza fría, diálogo y acuerdo.
Ayer por la mañana, como lo hizo en el diferimiento de febrero, pudo exhibir la sonrisa radiante de quien, no sólo ha sabido sortear un escollo de alto riesgo, sino que lo ha conseguido con fidelidad a un método y un estilo. Impecable. Así haya sido una pausa, el gobierno mexicano, el de la presidenta Sheinbaum y funcionarios como Ebrard, vuelve a plantarse exitosamente, con inteligencia y convicción, frente a un Trump desatado y buleador.