Ganaderos denuncian que la entrada masiva de cerdos de Sonora ha reducido drásticamente la producción local; piden controles sanitarios
Sarahí López / DEBATE
En Sinaloa, la actividad porcicultora vive momentos críticos debido a la ausencia de apoyos institucionales, la falta de vigilancia sanitaria y la competencia desigual generada por la entrada constante de cerdos de otros estados, particularmente de Sonora. Esta situación ha provocado una disminución alarmante en la producción local.
Mario Noel Camacho, ganadero del municipio de Angostura, explicó que cada semana ingresan al estado camiones con cerdos de desecho provenientes de Sonora, muchos de los cuales terminan en rastros locales y se distribuyen a distintas regiones sin un proceso claro de supervisión.
Según afirmó, esta práctica ha mermado significativamente a los criadores sinaloenses, quienes producen animales jóvenes y de mayor calidad, pero no pueden competir con los precios reducidos del producto sonorense.
Resaltó que la falta de inspección en las fronteras estatales impide conocer con certeza el estado de salud de los animales que ingresan, lo que podría representar un riesgo para la sanidad del hato porcino local.
En años anteriores se intentó establecer un cobro a los productores de otras entidades por el tránsito de ganado, con la intención de financiar acciones de vigilancia sanitaria, pero los esfuerzos fueron frenados por procesos legales interpuestos por los propios afectados.
Lamentó que mientras otras regiones han logrado fortalecer sus sistemas de producción con el respaldo de sus gobiernos, en Sinaloa los porcicultores se encuentran en el abandono.
“No tenemos apoyo, y encima de eso los de Sonora tienen prioridad en el mercado local”, afirmó.
Esta situación ha provocado el cierre de muchas granjas, reduciendo la actividad en al menos un 75 por ciento en las últimas décadas.
A pesar de que existe una asociación de porcicultores y aún sobreviven algunas unidades productivas, su presencia en el mercado es mínima.
La diferencia en los precios también juega un papel determinante: mientras el cerdo local se vende en promedio a 45 o 50 pesos el kilo, los de Sonora aunque son de desecho se colocan hasta en 30 o 35, lo que desplaza automáticamente la producción regional.
En sus mejores años, Sinaloa contaba con más de un centenar de granjas porcinas activas, muchas de ellas con capacidad de producción en miles de animales al año. Hoy, apenas se contabilizan entre 20 y 25 granjas operando, y con volúmenes considerablemente menores.
Ante este panorama, los ganaderos urgen a las autoridades estatales y federales a establecer una política clara de apoyo y regulación para la porcicultura sinaloense, con medidas que garanticen condiciones de competencia justa y controles que protejan tanto a los productores como a los consumidores. De lo contrario, advierten, el colapso definitivo del sector no está lejos.
“La gente compra lo más barato, sin fijarse en la calidad ni en el origen. Eso nos deja fuera del mercado”, denunció el productor.