El presidente brasileño deja abierta la puerta a negociar o acudir a la OMC mientras recalca que EE UU vende a su país más de lo que compra
Naiara Galarraga
El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, ha dado alguna pista este jueves de cuáles son las medidas que analiza en respuesta al órdago de Donald Trump. En su primera entrevista tras el tarifazo, Lula ha apostado por la reciprocidad pura si el presidente de EE UU consuma su amenaza de imponerle aranceles del 50% a partir del 1 de agosto. “Si nos cobra el 50%, le cobraremos el 50%”, ha avisado el brasileño. Pero, fiel a su estilo de eludir la confrontación directa, ha dejado abiertas otras puertas: “Tenemos varias opciones. Podemos acudir a la OMC [Organización Mundial del Comercio], iniciar investigaciones internacionales y exigir explicaciones [a la Casa Blanca]. Pero lo principal es mostrar que a Brasil se le respeta”.
Lula es un especialista en ganar tiempo y en el diálogo para superar conflictos. Se curtió en el sindicalismo. Además, ha tenido varios meses para estudiar en detalle la estrategia negociadora del republicano, una especie de diplomacia del vasallaje. Como ya hizo anoche, ha defendido la autonomía del poder judicial brasileño. Pero esta vez ha ido más lejos. Ha comparado el modo en que su país y EE UU han respondido a dos situaciones relativamente parecidas: “Si lo que Trump hizo en el Capitolio, lo hubiera hecho aquí, estaría siendo juzgado como [Jair] Bolsonaro y hasta podría ir a la cárcel”.
Lula considera que su gran rival, el ultraderechista Jair Bolsonaro, es culpable del conflicto que le ha estallado en la cara. “El expresidente de la República debería asumir su responsabilidad porque está de acuerdo con los gravámenes de Trump. De hecho, su hijo [el diputado Eduardo Bolsonaro] viajó alli para influir en la cabeza de Trump”, ha recalcado.
El proceso judicial contra Bolsonaro, en el banquillo por golpismo, es un elemento central en este virulento conflicto porque el magnate republicano dejó claro, en su carta, que el castigo a Brasil obedece también a lo que considera “una caza de brujas” contra su aliado, el principal rival de Lula.
El Gobierno brasileño, al que Trump ha ignorado olímpicamente desde que tomó posesión hace seis meses, multiplica las reuniones para evaluar ventajas y desventajas de distintas medidas. Existe margen, en vista de que quedan tres semanas del plazo que Trump se dio, el 1 de agosto.
El ministro de Hacienda, Fernando Haddad, ha reiterado la disposición del Gobierno para dialogar con Washington y buscar juntos una solución. Fuentes diplomáticas brasileñas apuntan a que ahora es clave saber si la Casa Blanca “tiene disposición a seguir negociando a nivel técnico”, como ocurría hasta que Trump detonó la bomba arancelaria con su misiva. Para la ministra de Relaciones Institucionales, Gleisi Hoffmann, también cercana a Lula, el gravamen del 50% representa “el mayor ataque contra Brasil en tiempos de paz”.
El encargado de coordinar la respuesta gubernamental es el vicepresidente y ministro de Industria y Comercio, Geraldo Alckmin. En Brasilia se suceden las reuniones.
Fuentes de la Presidencia apuntan a que el gravamen del 50% es, en realidad, “una maniobra orquestada por la extrema derecha brasileña, por el bolsonarismo, para que un país extranjero use los aranceles como arma contra todo el pueblo brasileño”. “Una injerencia en las elecciones de 2026″, añaden.
Bolsonaro, líder de la oposición aunque está inhabilitado, ha abandonado este jueves su casa en Brasilia, donde anunció que pasaría todo julio en reposo absoluto por orden médica para recuperarse de sus problemas de salud. El expresidente se ha dejado ver en un restaurante en medio del ataque trumpista a su país y cuando la prensa coincide en que, si el castigo se aplica, dañará las perspectivas electorales del bolsonarismo. Junto a él, estaba el favorito a tomar el relevo como candidato, Tarcisio de Freitas, gobernador de São Paulo.
Trump amenaza con castigar a Brasil con un 50% de impuestos a todas sus exportaciones, es decir, más que a ningún otro país. Y eso que la potencia sudamericana es uno de los pocos socios comerciales con los que EE UU disfruta de superávit, como ha vuelto a recalcar Lula este jueves.
Por si acaso, el brasileño ha recordado las cifras y lamentado que los asesores de Trump no lo saquen de sus errores. “Él alega que Estados Unidos tiene un déficit con Brasil, pero no es cierto. En 2023, tuvimos un déficit de 7.000 millones de dólares. Y, si sumamos los últimos 15 años, Brasil acumula un déficit de 410.000 millones con Estados Unidos. ¿Nadie en el Tesoro le explicó esto antes de que escribiera esa absurda carta?”.
Estados Unidos, segundo socio comercial de Brasil a distancia de China, es el destino del 12% de las exportaciones brasileñas y el origen del 15% de lo que importa Brasil. Los dos países más poblados del continente mantienen establecieron relaciones diplomáticas hace dos siglos.