Moscú. Pocas horas después de la conversación telefónica con su homólogo estadunidense, Donald Trump, el presidente de Rusia, Vladimir Putin, ordenó lanzar 550 drones y misiles la madrugada de este viernes hasta ahora el mayor ataque contra Ucrania, centrándose sobre todo en Kiev, su capital, pero también en las regiones de Dnipro, Sumy, Járkov y Chernigov.
“Se trató de uno de los ataques aéreos de mayor magnitud, golpe demostrativamente significativo y cínico”, escribió en sus redes sociales el presidente ucranio, Volodymir Zelensky, apenas cesaron las alarmas en Kiev hacia las 9 de la mañana de este viernes.
“Por eso –agregó– es muy importante que se mantenga el apoyo de los aliados para neutralizar los misiles balísticos: los sistemas (estadunidenses) Patriot y los proyectiles para ellos son verdaderos defensores de vidas”.
Mientras termina el recuento de víctimas, hasta ahora se encontró el cuerpo de una persona debajo de los escombros de un edificio, el alcalde de Kiev, Vitaly Kiltschko, informó que 23 personas resultaron heridas, y de ellas, 14 necesitaron ingreso hospitalario. El resto recibió asistencia médica in situ, añadió.
De acuerdo con el reporte que difundió la fuerza aérea ucrania, el ataque ruso consistió en 539 artefactos aéreos no tripulados tipo Shahed, tecnología iraní, o simuladores sin carga explosiva, así como seis misiles balísticos Iskander-M, cuatro misiles de crucero Iskander-K y un cohete aerobalístico hipersónico X47-M2 Kinzhal (Puñal). La defensa antiaérea derribó o neutralizó 438 de esos artefactos, si bien en 33 sitios no identificados hubo daños por los fragmentos que cayeron.
El mando militar de Rusia confirmó este viernes el ataque y señaló que se llevó a cabo como “respuesta a los actos terroristas del régimen de Kiev”, sin precisar cuáles. Informó que “se alcanzaron todos los blancos”, entre otros “empresas que fabricaban drones de ataque, la infraestructura de un aeródromo militar y una refinería”.
El segmento ruso de las redes sociales ofrece interpretaciones diametralmente opuestas de las consecuencias que podría traer el ataque de su ejército esta madrugada: para los partidarios de la “operación militar especial”, con ese bombardeo nocturno el Kremlin demuestra que nadie le va a imponer qué hacer en Ucrania y menos “renunciar a sus objetivos”; para quienes consideran que tienen razón los que promueven un inmediato alto el fuego, el ataque sólo dará a Trump motivos adicionales para sentirse decepcionado con Putin y para autorizar la entrega de más armas a Ucrania.
Ucrania respondió enviando drones contra las regiones rusas de Belgorod, Orlov, Lipetsk, Rostov, Umurtia, Samara y Kursk, entre otras. No se informó del número de aparatos aéreos no tripulados que disparó Ucrania, sólo se dijo que se logró derribar 48.
Esta mañana (viernes) el servicio de seguridad de Ucrania hizo circular imágenes en llamas del Instituto de Investigación en Química Aplicada de la ciudad de Serguiev Posad, región de Moscú, que produce componentes termobáricos para los drones tipo Shahed. “Confirmamos haber impactado en el objetivo, hay un fuerte incendio y sale un gran columna de humo”, dice en su comunicado.
Un día antes, el jueves, el subcomandante en jefe de la Armada rusa, Mijail Gudkov, y diez oficiales de alto rango murieron al caer varios misiles (estadunidenses) Himars en el cuartel general de la brigada 155 de infantería de marina en la región rusa de Kursk, fronteriza con Ucrania, conforme a reportes de blogueros que apoyan la “operación militar especial”.
Oleg Kozhemiako, gobernador de la región de Primorie, en el otro extremo de Rusia donde tiene su base permanente esa brigada de la Flota del Pacífico ahora desplegada en Kursk, sólo confirmó la muerte de Gudkov en un mensaje de condolencias en Telegram: “Murió cumpliendo el deber de oficial junto con sus compañeros de armas. Al ser nombrado subcomandante en jefe de la Armada, no dejó de visitar las posiciones de nuestros infantes de marina”.
Tanto Rusia como Ucrania dieron a conocer este viernes que se llevó a cabo un nuevo “canje sanitario”, como denominan el intercambio de prisioneros que en su momento fueron gravemente heridos o requieren todavía tratamiento médico, el octavo desde que lo acordaron en el segundo encuentro de negociadores en Estambul el 9 de abril pasado. Como ha sucedido en ocasiones anteriores, ninguna de las partes dio a conocer el número de militares canjeados.