En un recorrido realizado por los alrededores de la frontera de Nogales se observan los ranchos que sufren los efectos de la sequía y la batalla de sus propietarios por sobrevivir en medio del cierre de la frontera por el gusano barrenador
Sergio García / EL DEBATE
Sequía, contaminación, plagas, abigeato, cierre de la frontera, narcotráfico, corrupción, ladrones y ahora hasta perros salvajes perjudican a los ganaderos del norte de Sonora.
En un recorrido realizado por los alrededores de esta frontera se observan los ranchos que sufren los estragos de la sequía y la batalla de sus propietarios por sobrevivir un año más.
Nogales tiene en la zona rural tres comisarías: Mascareñas, al oriente, colindante con el municipio de Santa Cruz, antes bañada por el río Santa Cruz; Cíbuta, al sur, colindante con Ímuris y regada por el río Bambuto, y La Arizona, al poniente, colindante con Sáric, en los dinteles del desierto de Altar, es semidesértica y regada por el río Planchas de Plata.
Todos los ríos son pluviales, tienen agua dos o tres meses al año, en un delgado hilo que serpentea por montañas y vallecitos.
La principal actividad de estos ranchos es la crianza de ganado de carne, el cual se vende en pie para exportar a los Estados Unidos, precisamente por Nogales. No hay ganado lechero, pues a los gringos no les gusta la carne del ganado lechero; por eso los quesos llegan a la frontera desde Ímuris, Santa Ana y Trincheras, entre otros.
La Arizona
Para Nelson Álvarez Ochoa, ejidatario y ranchero de La Arizona, el problema principal es la sequía, que ha matado ya al menos a unas cinco reses y becerros.
Otro problema equiparable es el robo de ganado, el cual no se denuncia porque hay temor a las represalias, ya que el ganadero siempre anda solo en el monte.
Nosotros hemos traído pastura desde Sinaloa, pero porque nos la regalaron, y solamente nos costó el camión de carga, y sin eso ya se me hubieran muerto la mitad de mis animales, comentó.
En La Arizona deben sacar agua con cualquier sistema posible. Pozos artesanales, aguajes en el monte, galerías filtrantes. El que tiene un poco de agua para sembrar es muy afortunado.
Desde los cerros, donde se han descubierto “aguajes”, que son verdaderos oasis, los rancheros tienden mangueras de 2 o 3 kilómetros para llevar agua a las viviendas y a los abrevaderos de los animales.
También hay nacimientos de agua en el río, que brota en algunos ranchos, como El Rodeo, Los Barnett o en La Ciénega. A veces brotan los conflictos por el agua entre vecinos.
Pedro Ruvalcaba, quien también es ejidatario y ranchero, construyó una galería filtrantes y, además, descubrió dos aguajes y construyó unas piletas que le ayudan a dar agua al ganado todo el año. Además, siembra sorgo en un par de hectáreas.
Mascareñas
En esta comisaría existen varios ejidos, como Mascareñas, López Mateos y el ejido Francisco Miguel Cárdenas Valdez, bautizado así en honor a un profesor de leyes de la Unison, quien murió misteriosamente en uno de esos viajes de asesor de los ejidatarios, para que les otorgaran las tierras.
Aquí la ganadería también es una actividad extrema. Algunos hasta roban el agua del acueducto que va a Nogales para las colonias.
Esta zona pasó de ser un emporio ganadero de varias décadas a un semidesierto en cuanto fue tomado por los ejidatarios. Una prueba del fracaso ejidal.
Ahora la actividad ganadera es escasa y los peligros muy grandes. El sicariato se ha establecido desde hace más de una década.El pozo que se secó y cuando llueve no puede usarse por la contaminación del relleno sanitario.
Los abigeos llegan en camiones y se llevan 5 o 10 vaquillas, que venden después a los exportadores a la mitad del precio que valen realmente, pero ellos no crían el ganado, no batallan, no invierten, sólo se lo roban, comentó un ganadero que no quiso dar el nombre.
El Cíbuta
En la zona de Cíbuta, como en el resto de la zona rural, conviven rancheros propietarios con ejidatarios.
Alberto López Mazón, ejidatario de la zona y abogado por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), ha denunciado desde hace al menos una década la contaminación y otros problemas que enfrentan los rancheros que viven en la zona.
Además del tema del gusano barrenador, que ocasionó el cierre de la frontera, López Mazón comentó que se tiene el serio problema de la sequía.
El río Bambuto dejó de correr hace como 20 años y ahora solamente lleva agua en época de lluvias, comentó.
El rancho de López Mazón se encuentra a sólo tres kilómetros de la carretera internacional, al otro lado del río, que ahora es sólo un arroyo seco, lleno de varas de jécota requemadas por el sol.
El río Bambuto sale de las montañas que rodean a Nogales y corre paralelo a la carretera hasta Ímuris, Magdalena y Santa Ana, donde dobla a la derecha para morir en el desierto, rumbo al mar.
Sin embargo, el río ya está muerto desde Nogales. Ya no lleva agua, y las alamedas que lo rodeaban se secaron. Desaparecieron el venado, aves, pumas, jaguares, águilas, ardillas y toda la fauna mayor y menor.
Nadie analiza
López Mazón explica que cuando llega la época de lluvias tienen que encerrar el ganado porque el agua del río llega contaminada desde el relleno sanitario de Nogales, y, además, las aguas negras del sur de Nogales, de La Mesa, algunas empresas y el Cereso.
Ya hemos interpuesto demandas contra todo tipo de autoridades, desde el Ayuntamiento hasta Profepa, Conagua, Semarnat y todos los involucrados, pero no resuelven nada, comentó.
En años pasados las fotos de ganado muerto por beber agua en el río eran comunes, pero el gobierno ha negado una investigación, a pesar de que en eso también arriesgan la salud de los nogalenses.Zona ganadera de La Mariposa. Foto Sergio García
Los lixiviados de un relleno sanitario tienen todo tipo de toxinas, venenos, ácidos, pero no analizan, no estudian el agua ni el suelo, sólo dan largas, comentó.
Sandías frescas
Para paliar la sequía, López Mazón, al igual que otros ganaderos de la zona, compra los desechos en las empresas empacadoras de hortalizas y frutas.
Las vacas ya saben que cuando viene el dompe cargado de sandía es la hora del banquete y corren para probar la sandía dulce, jugosa y llena de agua que tanta falta les hace.
Contrario a esto, López Mazón nos muestra su pozo artesanal, que tuvo que clausurar a causa de la contaminación del río. Experto fue testigo de una nata hedionda que permanecía sobre el agua del pozo.
Sin embargo, los pozos de agua del Organismo Operador Municipal de Agua de Nogales siguen funcionando sin que nadie analice esa situación.
Otro problema son los raterillos de los fraccionamientos, que recorren en busca de todo lo que tenga “peso”, sea fierro, cobre, aluminio… “A mí me desmantelaron un tractor que tenía para arreglar, pero ellos se llevaron todo lo que pudieron”, comenta. Son vecinos del fraccionamiento La Mesa, un verdadero ghetto de delincuencia. Alberto López Mazón, ejidatario y ganadero de Sonora, explica cómo les afecta la contaminación y la sequía en su rancho ganadero. Foto Sergio García
El pasado viernes una jauría de perros salvajes, que provienen de las colonias de Nogales, llegaron hasta el rancho de López Mazón y se metieron a los corrales de los becerros con pocos días o semanas de nacidos y mataron a un becerro y lesionaron a dos… Es decir, los perros destruyeron el trabajo de un año con ese ganado.
No hicieron más daños porque los vaqueros lograron ahuyentarlos a balazos, como en el viejo Oeste. Los perros corren por el monte y regresan a las colonias, cinco kilómetros al norte del rancho.
López Mazón nos mandó la foto del becerrito muerto por las mordidas de los perros. “¿Y ahora a quién le reclamo de los 10 mil vecinos de La Mesa, o a las agrupaciones protectoras de animales?”, dijo desesperanzado.
Gusano barrenador
Ya esperábamos que llegara a Sonora o a todo México una plaga como el gusano barrenador, porque los países centroamericanos no tienen las mismas normas sanitarias que nosotros en Sonora o Chihuahua, comentó López Mazón.
Entrevistado en su rancho de Nogales, el ganadero comentó que la ayuda de los estadounidenses con las moscas estériles es muy oportuna y ha dado esperanza a los ganaderos de todo México.
El ganado sonorense no está infectado y tiene una tradición muy grande de más de 30 años con vacunas y hay un status sanitario bastante aceptable, además de la genética que nosotros hemos introducido, de tal manera que el ganado sonorense es de alta calidad, dice orgulloso.