Periodistas acosados por la llamada Ley Censura en Puebla. Periodistas perseguidos por el gobierno de Layda Sansores en Campeche. La periodista Laura Brugés acosada por el INE para obligarla a revelar sus fuentes de una publicación sobre presuntas irregularidades en la elección judicial, relacionadas con el uso de “acordeones” para promover candidaturas. Periodistas asesinados y golpeados a lo largo y ancho del país. Periodistas amenazados por los grupos delincuenciales y políticos.
Un ruido exagerado recorre México, y por desgracia, teniendo como epicentro al periodista, cuyo único delito es dedicarse a lo que le apasiona, por trabajar en una de las profesiones más noble…sacrificada y riesgosa.
El panorama es poco halagador e incierto, principalmente en un país como el nuestro, casi siempre enlutado.
Ya nos advertía José Luis Castillejos, en un artículo de opinión publicado en La Silla Rota, con fecha de mayo del 2022, de un panorama sombrío y con un grado de amenazas, acoso, agresiones físicas, secuestros, detenciones arbitrarias, desapariciones forzadas, tortura y asesinatos, de tal magnitud, que muchos han optado por rendirse y dedicarse a otra cosa.
De ese tiempo a la fecha, no ha cambiado nada. Bueno, sí, corrijo: las agresiones e intimidaciones han ido en aumento.
La realidad es que hoy por hoy, México es el país más letal del mundo para ejercer el periodismo.
En Sonora tenemos dos ejemplos que viven en mi memoria: el asesinato de Alfredo Jiménez Mota y la golpiza contra Gerardo Ponce de León. Ambos hechos, nunca aclarados públicamente.
Es por eso que Castillejos señala:
“En territorio mexicano operan el crimen organizado, caciques, paramilitares, políticos y algunas organizaciones sociales que ven al periodismo como el enemigo a acabar.
Hay un soterrado encubrimiento de estos abusos en materia de derechos humanos. La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) ha revelado que sólo uno de cada diez casos se ha resuelto a nivel mundial.
La mayor parte de los periodistas enfrentan una precariedad en materia de seguridad y el clima de impunidad genera más asesinatos. Los responsables quedan cubiertos por un manto de impunidad debido a la ausencia de investigaciones.
La organización Reporteros Sin Fronteras (RSF) sitúa a México como uno de los países más peligrosos a escala mundial.
La asociación Artículo 19 considera que la espiral violenta contra los periodistas proviene tanto de la acción como de la omisión de la esfera gubernamental (que incluye a los partidos políticos) y del crimen organizado.
Sin embargo, y contra lo que pudiera pensarse en un país tan convulsionado por el narcotráfico, en México el peligro de ser periodista se vincula más a las acciones del gobierno.
En los últimos nueve años, casi 50% de las agresiones a periodistas han sido perpetradas por servidores públicos. Las entidades en las que se ha concentrado la violencia han sido Veracruz, Ciudad de México, Guerrero y Puebla.
La violencia del crimen organizado, aunque no es la responsable principal como afirma la versión oficialista, sí representa parte de las agresiones contra periodistas. Sinaloa, Tamaulipas y Guerrero constituyen sitios donde el narcotraficante que se siente incómodo con las revelaciones periodísticas no duda en silenciarlas con agresiones de todo tipo”.
¿Pero qué se puede hacer en un gobierno que tiene como objetivo acallar las críticas?, se pregunta Castillejos.
“Frente a ello nos queda la protesta desde diversos espacios, redes sociales, radiodifusoras o canales televisivos. No hay de otra”, se contesta.
Ciertamente.
Sin embargo, hay un pero que le veo a esto y que nos cierra espacios: la falta de unidad del gremio periodístico para hacer un frente común frente a la política oficial de condicionamiento y/o agresión –física, verbal o económica- a los periodistas.
Por otra parte, enmudecer no ayuda absolutamente en nada; elevar la voz desde cualquier trinchera posible pareciese el camino, antes de que se convierta en una política de Estado eso de silenciar a la prensa.
Es por eso que hoy más que nunca tiene vigencia la frase aquella de “no maten al mensajero”.
Centrar la atención en el portador del mensaje parece resultar el camino más fácil, antes que en el mensaje en sí y en quién lo originó. He ahí el quid del asunto.
ENCUADRE PERIODÍSTICO
Y para no cambiar de rumbo, debo confesar que cada vez me causa más desazón y harta pena la actitud de algunos de los colegas asistentes a La Mañanera del Pueblo de la presidenta Sheinbaum.
Más que aprovechar el valioso tiempo que se les ofrece como reporteros, invierten su participación en pronunciar panegíricos al gobierno y/o a la mandataria. ¡Qué horror!.
¿Qué no se darán cuenta del triste papel que realizan, frente a miles de mexicanos que aun ven La Mañanera?, ¿qué no entenderán que así no le ayudan a la Doctora en sus afanes de informar?, ¿no les dará vergüenza arrastrar su orgullo en aras de contar con el beneplácito de la propia mandataria y su equipo de comunicación?, ¿qué no intuirán que con talento y gracia pueden preguntar cualquier tema y así abonar al ejercicio democrático de la comunicación oficial?.
Parecería que no. Cada quién.
ENCUADRE PUNZANTE
La noche de ayer le dimos motivos a Mr. Trump de reforzar su discurso de odio en contra de los mexicanos violentos, narcotraficantes y terroristas.
Presuntamente un tiroteo en los alrededores de la garita Dennis de Concini, en Nogales, obligó a las autoridades gringas a cerrarla temporalmente. No hubo cruce vehicular ni de aquí pa´lla, ni de allá pa´ca.
Momentáneamente, sin paso de bovinos ni de humanos. El acabose.
IN PROXIMUM
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