Provoca más defunciones en el mundo que los terremotos, las inundaciones y los huracanes; México podría ser uno de los países que más lo recienta en próximo años
Laura Toribio
El calor extremo ya es la amenaza natural más mortífera del planeta superando en muertes a los terremotos, las inundaciones y los huracanes, según el reporte SONAR 2025 de Swiss Re, una de las mayores reaseguradoras del mundo.
Pero este fenómeno es sólo una parte de un panorama mucho más amplio y complejo de riesgos emergentes que ponen bajo presión a la industria de los seguros y a la economía global.
El estudio revela que medio millón de personas mueren cada año por episodios de calor extremo, que además se han vuelto más frecuentes, intensos y prolongados.
En 2024 se vivieron los tres días más calurosos registrados en la historia y más de 6 mil millones de personas experimentaron al menos un mes con temperaturas extremas.
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Estos eventos afectan la salud pública aumentando las enfermedades cardiovasculares y respiratorias, y dañan especialmente a los grupos vulnerables como personas mayores y mujeres embarazadas.
Además, el calor extremo impacta infraestructuras críticas, desde centros de datos hasta redes eléctricas, y genera condiciones propicias para incendios forestales con pérdidas aseguradas por 78 mil 500 millones de dólares en la última década.
El calor ha disparado un aumento en las reclamaciones de seguros en diversas áreas, desde pólizas médicas y de vida hasta agrícolas y patrimoniales, complicando la gestión y el equilibrio financiero del sector.
Por otro lado, el reporte Swiss Re advierte sobre otro riesgo menos visible, pero igualmente peligroso: la creciente desconfianza de los consumidores hacia las aseguradoras.
En Europa, sólo la mitad de los clientes confía en que sus aseguradoras cumplirán ante una reclamación por desastre natural, una situación que podría minar la base misma de este negocio basado en la promesa de protección apoyo.
A esta lista de desafíos se suman nuevas preocupaciones como el impacto sanitario y legal de la contaminación por microplásticos y plásticos, que podrían desencadenar demandas similares a las que enfrentaron el tabaco o el asbesto, representando un frente inexplorado para las aseguradoras en materia de responsabilidad civil y salud.
Asimismo, el informe aborda riesgos emergentes como la proliferación de hongos resistentes y tóxicos, el aumento de fraudes vinculados a tecnologías de inteligencia artificial y deepfakes, y los efectos en la salud derivados del consumo creciente de alimentos ultraprocesados.
El avance acelerado de la inteligencia artificial también ha generado un aumento de 60% en incidentes relacionados con fallos de sistemas, lo que desafía a las aseguradoras a diseñar nuevos productos y cláusulas para este tipo de riesgos tecnológicos.
Patrick Raaflaub, director de riesgos de Swiss Re, señala que “los riesgos están cada vez más interconectados y el sector asegurador debe ampliar su visión para adaptarse a un mundo donde el calor extremo, la responsabilidad civil y la tecnología convergen”.