EL DEBATE
En un operativo sin precedentes en el Centro de Readaptación Social (Cereso) de Cajeme, Sonora, las autoridades mexicanas asestaron un golpe significativo al crimen organizado con el descubrimiento de 1,801 artículos prohibidos dentro de las instalaciones penitenciarias.
Este hallazgo masivo, resultado de una revisión exhaustiva, subraya el compromiso de las fuerzas del orden por mantener la gobernabilidad y la seguridad interna en los centros penitenciarios del país.
La acción fue producto de un esfuerzo coordinado entre diversas instituciones de seguridad, incluyendo la Secretaría de Marina (Semar), el Ejército Mexicano, la Guardia Nacional (GN), la Policía Estatal y la Policía Penitenciaria. La magnitud de la intervención y la cantidad de objetos incautados, que van desde armas blancas y drogas hasta dispositivos electrónicos y otros objetos ilícitos, ponen de manifiesto la necesidad imperante de reforzar los controles y la vigilancia en los penales.
Este tipo de operativos son cruciales, ya que los centros penitenciarios, si no se mantienen bajo estricto control, pueden transformarse en auténticos centros de operación para la delincuencia organizada.
La presencia de artículos prohibidos facilita la comunicación con el exterior, la planificación de delitos e incluso la extorsión y el control de redes criminales desde el interior.
El éxito de esta intervención en Cajeme envía un mensaje claro sobre la determinación de las autoridades para desmantelar las estructuras criminales que buscan infiltrarse y operar desde las prisiones.
Se espera que este hallazgo sirva como un precedente y un modelo a seguir para futuras revisiones en otros centros penitenciarios del país, buscando así garantizar la seguridad tanto dentro como fuera de los muros de las prisiones.