Aunque el flujo cayó considerablemente, miles intentan cruzar cada mes por sitios peligrosos. Según las autoridades, los contrabandistas cobran y envían a migrantes solos por el desierto.
Ronny Rojas / TELEMUNDO
En la frontera hay migrantes indocumentados que siguen cruzando desde México a Estados Unidos. Aunque el Gobierno de Trump reforzó la seguridad considerablemente, no ha logrado bloquear del todo el ingreso ilegal de personas y ha empujado a los coyotes a llevar a los migrantes por rutas más peligrosas y mortales, según explican activistas y autoridades.
En los últimos meses los contrabandistas de personas también han adoptado otra estrategia para pasar más migrantes a Estados Unidos: los envían solos por el desierto y las montañas inhóspitas mientras los guían de forma remota con teléfonos celulares, según explicó a Noticias Telemundo Jesus Vasavilbaso, agente de la patrulla fronteriza en Tucson (Arizona).
Cada vez son más los casos de personas halladas en el desierto sin un coyote; deshidratadas, vestidas de camuflaje y con trozos de alfombras adheridas a las suelas de sus zapatos en un aparente intento de ocultar sus huellas. La indumentaria es parte de un paquete de cruce que los coyotes les venden, dijo el agente.
“Si no compras ese kit no te van a dejar cruzar. Viene con camuflaje, con esas alfombras que se ponen debajo de los zapatos y también una mochila con víveres, ya sea que tenga agua, suero, tortillas, latas de comida. Y también eso incluye su celular“, explicó Vasavilbaso.
Las rutas son cada vez más peligrosas
Pese a que la cantidad de detenciones de migrantes en la frontera se redujo más de un 90% después de que Donald Trump asumió el poder, las personas siguen intentando llegar a Estados Unidos. Entre febrero y abril se registraron 24,000 aprehensiones en la frontera suroeste, la mayoría en los sectores de El Paso y el Valle del Río Grande (Texas), el desierto de Arizona y el sector de San Diego, California, según datos federales.
Las nacionalidades de quienes cruzan sin permiso también han cambiado con respecto a los años de la Administración Biden, volviendo al patrón histórico encabezado por los mexicanos, dada la proximidad geográfica. Mientras que en abril de 2024 y 2023 los migrantes de México representaron la tercera parte de todas las aprehensiones, en abril de 2025 fueron el 73%.
“Estamos viendo mexicanos, guatemaltecos, hondureños y de vez en cuando vemos personas que no son del continente (americano). La mayoría que estamos encontrando ahora son adultos que no vienen acompañados. Muy rara vez vemos a una familia. Y sí hemos visto a dos o tres niños no acompañados”, dijo Vasavilbaso.
Los cruces por el desierto y las montañas son muy peligrosos y con el reforzamiento de la seguridad en la frontera —Trump envió 1,500 soldados adicionales para construir barreras que impidan el paso y el Gobierno de México, bajo la amenaza de los aranceles, reforzó el patrullaje fronterizo con 10,000 miembros de la Guardia Nacional— los coyotes acuden a rutas más remotas y riesgosas para intentar evadir los controles federales.
“Ya no están cruzando por lugares donde típicamente estaban cruzando (…) ahorita estamos viendo que las personas están cruzando por una montaña bastante difícil”, dijo a Noticias Telemundo Pedro Ríos, director del programa fronterizo del American Friends Service Committee en San Diego, California.
Ríos se refiere a la montaña de Otay, al este del condado de San Diego, un área silvestre de difícil acceso, con pasos rocosos y condiciones extremas. El 14 de febrero, en dos incidentes separados, tres migrantes que cruzaron la frontera—una mujer y dos hombres adultos— murieron en la montaña durante una tormenta donde las temperaturas “cayeron a niveles cercanos al punto de congelación”, según la Patrulla Fronteriza. Agentes que respondieron a una de las llamadas de emergencia, pasadas las 7:00 pm, encontraron a una joven de 16 años con síntomas de hipotermia, sin agua ni alimentos, y dos adultos fallecidos. Uno de ellos era su padre.
El 28 de marzo, dos mujeres mexicanas, una embarazada, fueron rescatadas de un cañón remoto en la montaña Otay poco después de medianoche. No podían caminar debido a lesiones en los tobillos, estaban sin comida ni agua. Los agentes tuvieron que levantar una tienda improvisada para protegerse del clima hasta que fueron evacuados en helicóptero la mañana siguiente.
“Al momento que empezamos a ver más cierres de los lugares donde tradicionalmente cruzaban las personas, los cruces se convierten en mucho más peligrosos”, dijo Ríos.
En Arizona, los coyotes han vuelto a usar peligrosas rutas del desierto de Sonora en sitios como el Refugio Nacional de Vida Silvestre Cabeza Prieta, el territorio indígena Tohono Oʼodham, las montañas Baboquivari y los alrededores de Sasabe, una remota aldea a menos de un kilómetro de la frontera en el condado de Pima, explica el agente Jesus Vasavilbaso.
“Cuando una persona cruza por ese pueblo, tiene que caminar aproximadamente 45 millas de distancia para llegar a la siguiente carretera que está pavimentada. Entonces, aunque no es montañoso, es muy peligroso porque le va a tomar de 2 a 3 días en llegar y no puede llevar la suficiente agua y comida”, aseguró.
En el verano, las temperaturas en el desierto de Sonora superan con frecuencia los 40 °C (104 °F) y es usual que alcancen los 48 °C (118 °F), según el Servicio de Parques Nacionales.
En 2024, rescatistas y autoridades hallaron los restos de 154 migrantes en el desierto de Arizona, según datos de la oficina del médico forense del condado de Pima y la organización Humane Borders, que mantiene un sistema de estaciones de agua para los migrantes en el desierto de Sonora.
En su mayoría, los restos fueron descubiertos en el área silvestre de Cabeza Prieta, en la parte baja del desierto, y en el territorio indígena Tohono Oʼodham. En lo que va del 2025 han encontrado los restos de 40 migrantes que cruzaron la frontera en Arizona. Por el estado en el que estaban, en muchos casos solo la osamenta, se presume que la mayoría de restos corresponde a personas que cruzaron meses o años atrás, explicó a Noticias Telemundo el profesor Brad Jones, directivo de Humane Borders.
Y aunque el paso de migrantes por las rutas más conocidas en el sur de Tucson se desplomó, Jones prevé que el flujo se trasladará al lado oeste del desierto de Sonora, que es “aún más remoto”.
“Es una parte del desierto donde los grupos humanitarios tienen prohibido entrar. Y con eso me refiero a que gran parte del terreno en la frontera entre Arizona y México, en el extremo oeste de Arizona, es propiedad del ejército estadounidense”, dijo.
Las consecuencias mortales de este cambio de rutas migratorias se verán con el tiempo, dijo Jones. “Los migrantes vienen, pero corren mayores riesgos. Sospecho que en las próximas semanas y meses será cuando comencemos a ver más restos recuperados en las áreas más remotas de Arizona”, dijo.
César Ortigoza, fundador del grupo Armadillos, una organización no gubernamental que busca a personas desaparecidas en la frontera también advirtió que la zona militar de Arizona es una de las más peligrosas para los migrantes.
Allí se ubica el campo de tiro de la Fuerza Aérea Barry M. Goldwater. Es un campo de bombardeo activo donde Ortigoza y su grupo encontraron una vez doce osamentas de migrantes, entre ellos restos fragmentados que los hacen suponer que al menos una persona murió por la explosión de una bomba.
Ortigoza dijo que las rutas por las que los migrantes están transitando en el desierto requieren entre seis y 10 días de viaje para llegar a una carretera donde los esperan los contrabandistas.
“Es muy difícil que puedan aguantar todo ese tiempo caminando, pues tienen que llevar muchísima agua. Lo máximo que pudiesen cargar creemos que pueden ser ocho galones de agua, los cuales se les van a terminar en dos o tres días”, afirmó Ortigoza a Noticias Telemundo en una entrevista en Ciudad de México.
El 21 de mayo, agentes fronterizos interceptaron en un área remota cerca de Lukeville (Arizona) a un coyote que caminaba por el desierto con cuatro migrantes que habían cruzado la frontera esa mañana: una mujer cubana de 49 años y otra de Uzbekistan, de 27, acompañada de dos hijos pequeños.
“El contrabando a través de zonas desérticas remotas representa un peligro significativo, en particular para las familias con niños”, dijo en un comunicado sobre el caso Sean McGoffin, agente jefe de la Patrulla Fronteriza en el sector de Tucson.
Un lucrativo negocio que persiste
Pero no solo el desierto es trampa mortal para los migrantes que siguen cruzando sin permiso. El acecho de las autoridades en carreteras y ciudades fronterizas lleva a los contrabandistas a tomar decisiones riesgosas para los migrantes o abandonarlos a su suerte, sin importar las condiciones, dicen las autoridades.
El 28 de marzo, dos migrantes de Guatemala, entre ellos un joven de 14 años, se ahogaron cerca de Elsa, Texas, después de que el coyote que los transportaba en una camioneta cayó a un canal mientras era perseguido por las autoridades. Las víctimas habían cruzado el Río Grande con un grupo de 11 personas esa misma mañana. La madre del joven fallecido, Juana Veronica Macario-Chan, que también iba en el vehículo, dijo a las autoridades que había acordado pagar 16,000 dólares para que la llevaran con sus dos hijos a Los Ángeles, California, según documentos judiciales.
El conductor del vehículo, Jose Alexis Baeza-Combaluzier, de nacionalidad mexicana y 26 años declaró a la policía que cruzó ilegalmente la frontera y fue llevado a una casa de seguridad por los coyotes. Allí fue reclutado por otro hombre, Vicente García Jr. apodado ‘Fresa’, para conducir el vehículo. Aseguró que ‘Fresa’ le envió la dirección de una vivienda donde debía dejar a los migrantes, pero se perdió y entró en pánico cuando vio las patrullas por lo que decidió huir, según documentos judiciales.
Baeza y García Jr. enfrentan cargos por contrabando de migrantes resultante en dos muertes. Ambos se declararon inocentes en una corte federal de Texas.
Y es que pese a las restricciones impuestas por la Administración Trump, el contrabando humano sigue siendo un negocio lucrativo para las organizaciones criminales, que siguen cobrando por llevar a las personas a territorio estadounidense o solo por el permiso para cruzar la frontera, dijo Vasavilbaso.
“Las organizaciones criminales controlan la frontera en el lado mexicano y nadie cruza sin su permiso”.
El 9 de mayo, luego de una persecución por las carreteras de Laredo (Texas), agentes de la Patrulla Fronteriza atraparon a cuatro migrantes mexicanos que cruzaron el río y al coyote que los subió a un vehículo. Uno de los migrantes, Omar Osiel Ruiz Gómez, declaró a los agentes fronterizos que había pagado 7,000 dólares para cruzar y viajar a Houston. Los cuatro migrantes quedaron bajo custodia de la Patrulla Fronteriza. El coyote que los transportaba, Humberto García, enfrenta cargos por traer y transportar migrantes indocumentados a Estados Unidos pero se declaró no inocente, según documentos judiciales.
El 22 de mayo, los agentes arrestaron a otros tres migrantes (dos mexicanos y un hondureño) que cruzaron el río Grande en McAllen. Uno de ellos admitió haber pagado 2,500 dólares por el permiso de cruzar. Los tres llevaban pulseras que indicaban el pago al cártel, informó el teniente Chris Olivarez, portavoz del Departamento de Seguridad Pública de Texas.
En otro caso, un adolescente de 15 años originario de Reynosa, México a quien arrestaron el 21 de mayo en el condado tejano de Hidalgo cuando guiaba a un grupo de migrantes por el río, dijo a la policía que la organización que lo reclutó le pagaba 150 dólares por cada persona que lograra cruzar. También explicó que los grupos criminales utilizan coordenadas geográficas y mensajes cifrados para coordinar los viajes.
El joven enfrenta cargos por contrabando de personas y se encuentra en un centro de detención juvenil local a la espera de que un juez decida sobre su caso, informó a Noticias Telemundo el teniente Olivarez.
Una nueva estrategia: coordinación remota
Y es que el uso de la tecnología también está modificando la manera en como operan los contrabandistas, que ahora prefieren enviar a los migrantes por su cuenta y guiarlos por el desierto de manera remota. “Las organizaciones criminales les están vendiendo celulares. Están dirigiendo a las personas por medio de celulares, les dan coordenadas por WhatsApp o les dicen que marquen un número y les van dando las indicaciones”, explicó el agente Vasavilbaso de Arizona.
“Cuando yo empecé como agente de la Patrulla Fronteriza hace 16 años siempre veíamos a las personas cruzando de manera regular con un coyote. Ahora que muchas personas traen teléfono celular los están mandando a su suerte. Lo peligroso de eso es que no conocen el terreno, entonces tienen que contar con que van a tener señal de celular para poder hacer esa llamada y también que puedan entender las indicaciones que los coyotes les están dando”, dijo.
Otra práctica nueva de los contrabandistas explica Vasavilbaso, es adherir trozos de alfombras a las suelas de los zapatos de los migrantes para que no dejen rastros en el desierto que puedan seguir los agentes fronterizos.
¿Y ese método es efectivo para despistar a los agentes?
“No le voy a mentir. Es un poco más difícil cuando ellos traen esas alfombras. Pero no es imposible. Lo seguimos haciendo todos los días. Y sí podemos seguir esas huellas”, dijo Vasavilbaso.
El 27 de febrero, los agentes detuvieron a tres migrantes que cruzaron la frontera sin permiso en un rancho cerca de Carrizo Springs (Texas). Llevaban alfombras en la suela de los zapatos. Uno de ellos, un mexicano de 30 años había sido deportado de Estados Unidos en 2013, según la Patrulla Fronteriza.
Pero esta táctica también es “un arma de dos filos”, dijo el agente, pues cuando los migrantes terminan extraviados y piden auxilio a los servicios de emergencia, resulta más difícil localizarlos al no haber un rastro que los agentes puedan seguir.
“Es un poco más tardío para nosotros para poderles brindar ayuda que requieren”, asegura.
Vasavilbaso responsabiliza a los grupos criminales por el peligro que corren los migrantes al transitar por estas rutas inhóspitas en la frontera: “Si ellos cruzan por un lugar donde está más peligroso, es porque los coyotes los están llevando por esos lugares. Esas personas no escogieron cruzar por ahí”.
Y pese al incremento de la seguridad en la frontera y las políticas migratorias restrictivas de la Administración Trump, el agente Vasavilbaso reconoce que es “imposible” detener el cruce de personas indocumentadas por la frontera sur de Estados Unidos.
“Desde que el hombre ha existido, ha habido gente que va a migrar. Siempre el ser humano va a buscar una manera de encontrar una mejor vida (…) Yo creo que es imposible que se pare, pero sí podemos tener una manera controlada de cómo las personas hacen su migración”, dijo.
Pero también lanzó una advertencia a quienes están pensando en cruzar la frontera sin papeles. “No se arriesguen, ya que es peligroso y la posibilidad de que sean detectados y detenidos y regresados a su país es más alta que nunca”.