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En la visita del presidente sudafricano Cyril Ramaphosa a la Casa Blanca este miércoles hubo momentos de tensión cuando Donald Trump lanzó acusaciones sobre una supuesta “limpieza étnica” contra los granjeros blancos en Sudáfrica.
Trump recibió a su homólogo sudafricano con una agenda enfocada en el comercio y la cooperación tecnológica, pero en el contexto de un deterioro de las relaciones entre los dos países en los últimos meses tras varios roces diplomáticos.
Sin embargo, la reunión será recordada por las acusaciones de Trump al gobierno de Sudáfrica, al que acusa de confiscar tierras a los granjeros blancos, dictar políticas discriminatorias contra los descendientes de europeos y aplicar una política exterior antiestadounidense.
El encuentro comenzó de forma cordial, con Trump definiendo a Ramaphosa como “un hombre verdaderamente respetado en muchos círculos”, si bien matizó que “en algunos otros se lo considera un poco controvertido”.
El presidente sudafricano, por su parte, aseguró que el objetivo de su visita era “restablecer la relación con Estados Unidos.
El pasado febrero, Trump canceló toda la financiación a Sudáfrica al emitir una orden ejecutiva que acusaba al gobierno de Ramaphosa de perseguir a los blancos y apoyar a enemigos de EE.UU. en el mundo, como Irán y el grupo palestino Hamás.
Un tenso intercambio
Durante su comparecencia conjunta en la Oficina Oval, el presidente estadounidense dirigió la conversación hacia la situación de los agricultores blancos en Sudáfrica.
Tras atenuar las luces en la sala oval, presentó un video donde aparece el líder opositor sudafricano Julius Malema cantando una canción polémica que incluye la frase “shoot the Boer” (“disparen al bóer”), en referencia a la comunidad blanca de origen holandés del país africano.
“Es un espectáculo terrible, nunca había visto algo así”, comentó Trump mientras se proyectaban las imágenes, asegurando que “están matando a esta gente” y repitiendo la palabra “genocidio”.
Visiblemente incómodo, el presidente sudafricano defendió el sistema democrático de su país y recordó que “la criminalidad en Sudáfrica afecta tanto a blancos como a negros”.
Subrayó que el opositor Malema y su partido, los Economic Freedom Fighters, no forman parte del gobierno y que sus declaraciones no representan la política oficial.
Cuando Trump le preguntó si sabía dónde había sido grabado el video proyectado, Ramaphosa replicó: “No. Me gustaría saberlo, porque nunca lo he visto”.
Trump respondió: “Es en Sudáfrica”.
El presidente estadounidense también mostró varios artículos de noticias de asesinatos de personas de la comunidad blanca en Sudáfrica que, aseguró, se exponen a una “muerte horrible”.
Afirmó que “la gente está huyendo de Sudáfrica por su propia seguridad” y agregó que “sus tierras están siendo confiscadas y en muchos casos están siendo asesinados”.
“Cuando toman la tierra, matan al granjero blanco”, aseguró.
Ramaphosa reconoció que se han producido asesinatos de agricultores blancos sudafricanos, pero alegó que los datos policiales muestran que se trata de una pequeña fracción en la tasa general de criminalidad.
Las autoridades sudafricanas han declarado que muchas de las víctimas en estos casos eran trabajadores agrícolas, actuales o antiguos, principalmente negros.
Sobre la expropiación de tierras, la Ley de Expropiación de 2024 permite al gobierno confiscar suelo sin compensación para fines públicos o en interés público.
“Trump tiende una emboscada a Ramaphosa”
Bernd Debusmann Jr., corresponsal de la BBC en la Casa Blanca
Desde que Trump regresó al cargo el 20 de marzo, varios líderes extranjeros han visitado la Casa Blanca, pero es la primera vez que vemos este tipo de emboscada contra uno de ellos.
El video parece haber sido cuidadosamente preparado con antelación, con Trump listo para dirigirse a las pantallas (que no suelen estar en el Despacho Oval) en cuanto se volviera a mencionar el tema del “genocidio” de los agricultores blancos.
En un momento dado, Trump incluso intervino mientras se mostraba el video, narrando a los presentes lo que decía.
La atmósfera de la sala pareció haber cambiado, con Trump enfadado, revisando un montón de artículos sobre la violencia en Sudáfrica.
La delegación sudafricana parecía no saber cómo responder.
Esta emboscada contrasta con el enfrentamiento de febrero con el presidente ucraniano Volodímir Zelenski, que fue inesperado.
Trump llegó preparado a la reunión de este miércoles, con los materiales que cree que respaldarían sus argumentos.
Los refugiados afrikáners
El encuentro entre ambos presidentes se produce días después de la llegada a EE.UU. de un primer grupo de 59 afrikáners (sudafricanos blancos), admitidos como refugiados bajo un nuevo programa de reasentamiento impulsado por Trump.
La iniciativa, respaldada por una orden ejecutiva firmada en febrero, se basa en presuntas “violaciones de derechos humanos” contra blancos en Sudáfrica, incluyendo expropiaciones de tierras y ataques violentos en zonas rurales.
Más de 70.000 sudafricanos blancos expresaron interés en emigrar desde que Trump abrió esta posibilidad, según la Cámara de Comercio Sudafricana en Atlanta.
Los afrikáners, -descendientes de colonos neerlandeses, franceses hugonotes y alemanes que comenzaron a instalarse en el sur de África desde 1652- han desempeñado un rol central en la historia del país, desde la colonización hasta el régimen del apartheid.
Durante siglos dominaron la política y la producción agrícola del país, especialmente bajo el apartheid (1948-94), donde conformaban el grupo blanco mayoritario y puntal ideológico del régimen.
Hoy representan poco más del 5% de la población en Sudáfrica -unos 2,7 millones de personas- y la mayoría habla afrikáans como lengua materna.
Trump justificó su programa con el argumento de que los afrikáners sufren “discriminación racial” bajo las políticas del Congreso Nacional Africano (ANC), en el poder desde el fin del apartheid en 1994.
En su orden ejecutiva de febrero, el presidente estadounidense citó específicamente la reciente ley sudafricana de expropiación sin compensación de tierras improductivas, abandonadas o adquiridas de manera fraudulenta durante el régimen segregacionista.
Aunque la norma ha sido defendida como una herramienta para corregir desigualdades históricas, tanto sectores conservadores estadounidenses -incluidos influyentes empresarios como Elon Musk y Peter Thiel- como muchos afrikáners en Sudáfrica la consideran una amenaza directa a los derechos de propiedad de los blancos.
La tesis de la “matanza a gran escala de agricultores blancos” de Trump también goza del respaldo de Musk, Thiel y otros miembros de la llamada “mafia de PayPal”, un influyente grupo de Silicon Valley que mantiene lazos con Sudáfrica.
El gobierno sudafricano negó que exista una persecución racial, considera infundadas las acusaciones de Washington y reitera que los informes policiales desvinculan la violencia rural de un supuesto genocidio blanco.
Según datos oficiales, en 2024 se registraron 44 homicidios en zonas agrícolas, de los cuales ocho fueron de granjeros.
El Instituto Sudafricano de Relaciones Raciales (SAIRR) concluyó que los ataques afectan tanto a trabajadores blancos como negros y suelen estar motivados por robos o conflictos laborales.