Si los gobiernos pierden las batallas de la restitución, como la que libran en 25 municipios del Estado de México, difícilmente podrán prevalecer en décadas. La Fiscalía mexiquense (reforzada por soldados, marinos, guardias nacionales y ministeriales estatales) accionó el viernes la Operación Restitución para recuperar 60 casas, siete terrenos, dos locales y siete bodegas que grupos criminales arrancaron a los dueños. Parecía un éxito, pero al día siguiente, con un descaro que sólo puede engendrar una cadena de impunes experiencias previas, los criminales regresaron a poner candados a unas bodegas recuperadas en Ecatepec. “Lo hicieron para evitar que alguien entrara o sacara cosas”, me dijo ayer el empresario propietario Carlos Beraza. Le pregunto que cómo piensa desarrollar su negocio en esas condiciones. Revela que los asaltantes los amenazan sistemáticamente, pero que “acciones como la del viernes nos dan un poco de luz”. Tendrá que invertir recursos propios, caros, en seguridad mientras renta o vende las bodegas. Desde ese calvario agradece la “oportuna y efectiva” intervención del gobierno. En carne propia comprende que en esas batallas de la restitución podrían estarse jugando las últimas fichas del destino de una región y un país.