Judith León / CONECTA ARIZONA
En días pasados, la comunidad científica y los sonorenses tuvieron una gran pérdida, tras el fallecimiento de la doctora Gloria Elena León Paz, ambiciosa y visionaria estudiosa de la ciencia, quien apostó todo para demostrar y compartir sus descubrimientos.
En lo local, nacional e internacional, a Gloria León Paz se le reconoció por su descubrimiento de la fotografía del ADN humano. Estudió la carrera de Química en la Universidad de Sonora y obtuvo el grado de Maestría en el Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo, CIAD.
Corría el año 1991 cuando vio por primera vez, a través de un microscopio lo que se identificó como fotografía del ADN. A partir de entonces, impulsó todos sus esfuerzos en demostrar y patentar este descubrimiento.
En entrevista realizada por esta reportera, para el libro Momentos y memoria, Primera Plana 25 años de periodismo, en septiembre de 2008, la entrevistada hablaba de que su investigación ya estaba patentada en México y Estados Unidos, y que sería útil en todo el mundo para prevenir y corregir padecimientos como el cáncer de mama, cervicouterino y de próstata.
Su trabajo para demostrar este descubrimiento fue de doce años de investigación, a veces “bajo cuerda”, comentaba, pues su teoría no gozaba de la credibilidad que esperaba.
En la sala de su casa, compartida con su esposo, el pintor Enrique Rodríguez, y sus dos hijas, en la colonia Los Arcos, la investigadora aseguraba que este descubrimiento se logró con trabajo, tenacidad, sacrificio y suerte.
Para demostrar el descubrimiento de la fotografía del ADN, Gloria León Paz hipotecó su casa para comprar el material y el equipo con lo que, se decía, podría ser aspirante al Premio Nobel. Ella y su familia se aventuraron a la incertidumbre económica.
La hipoteca de la casa se pagaría en dos años, pero “el error de diciembre, de 1994”, los llevó a pensar que sería impagable.
Cuando se refería a que su trabajo tuvo como característica la suerte, era porque su esposo compró un boleto para el sorteo de la Universidad de Sonora y se ganaron un auto Volkswagen. El vendedor del boleto les ofreció comprárselos con la condición de no rodarlo “ni media cuadra para estrenarlo”. Con ese dinero pagaron la hipoteca y les quedó un billete para ir al cine.
Después de solicitar y registrar la patente de su descubrimiento pasaron menos presiones económicas, la compañía norteamericana que patentó el descubrimiento pagaba los viajes necesarios para el trámite.
Su vida “es maravillosa”, decía con una sonrisa, porque este descubrimiento facilitaría el trabajo para determinar la paternidad, “porque las uniones de ADN son muy claras y confiables”.
Los científicos de los años 90 pensaban que las fotos podían tener truco, no tenían certeza de que pudieran obtenerse las imágenes que ella prometía “hasta que se atrevieron a asomarse al microscopio y llevarse un asombro tremendo”. Y ella, ya estaba en la historia.
Con su descubrimiento han podido observarse los comportamientos del ADN, como cuando alguien está recién operado, cuando una embarazada va tener niño o niña, y cuando hay la presencia de alguna enfermedad, por mencionar algunos.
Su objetivo, decía Gloria León Paz, era hacer aportes a la ciencia, con la esperanza de que se acaben las enfermedades. Su vida terminó el pasado 9 de abril, mismo día en el que cumplía años. Así cerró el círculo de su vida.