Abelina es jornalera en San Quintín, Baja California, y dirigente del Sindicato Independiente Nacional Democrático de Jornaleros y Jornaleras Agrícolas
Carolina Lomas
Abelina es jornalera en San Quintín, Baja California, y dirigente del Sindicato Independiente Nacional Democrático de Jornaleros y Jornaleras Agrícolas (SINDJA). Despierta a las 5 de la mañana para tomar un camión que la lleva a piscar fresa, zarzamora o tomates. También deshierba surcos y da mantenimiento a los campos de cultivo. Desde hace al menos 20 años trabaja bajo la modalidad de “saliendo y pagando”, donde los patrones no ofrecen ningún tipo de prestación.
“Tantos miles de millones de trabajadores están dados de alta en el Seguro Social, y yo: ¿de qué sector serán? Por qué de mi sector, jornalero-agrícola, no”, menciona durante una entrevista con Imagen Noticias.
Se cubre el rostro y cuello con cinco pañuelos para evitar el sol. Lleva cinco burritos de huevo y frijol para comer. Encorva la espalda para alcanzar cada rincón del surco, es inevitable que sus manos terminen llenas de espinas. Trabaja hincada y en cuclillas durante 9 horas, el pago es de 460 pesos.
Abelina también recoge fruta que es exportada a Estados Unidos, pero en sus 57 años de vida nunca la ha probado. Advierte que comerla puede ocasionar su despido o que descuenten una caja entera de su sueldo.
Anna, originaria de Guerrero, madruga desde las 3:30 am para preparar su uniforme, su lunch y a su hija Yuri, de 9 años. Ella trabaja en BerryMex, una filial de Reiter Affiliated Companies que tiene presencia en Portugal, Marruecos, México y Estados Unidos.
“A mí me costó ayer 55 pesos y pues a los compañeros que están cosechando la fresa les están pagando 28 la caja que trae, si no me equivoco, cuatro o cinco basket”, se queja Anna mientras saca un domo de fresas del refrigerador.
Esther empezó a trabajar a los 9 años sembrando fresa. Se ha acostumbrado a vivir con una gripe que no se va y que relaciona con su exposición a los insecticidas. No la dejan ocupar guantes porque pueden maltratar la fruta, lo que ocasiona que sus manos estén llenas de cicatrices diminutas. El mismo plástico que se emplea para crear surcos lo usa como un curita.
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EL TIEMPO PASA… PERO LAS EXIGENCIAS SON PARECIDAS
Las exigencias no son las mismas que hace 10 años, cuando los 50 mil jornaleros de San Quintín se fueron a huelga para exigir mejores salarios, seguro médico, un trato digno y detener la persecución a líderes jornaleros. El sueldo aumentó, pasó de 200 pesos en 2015 a 420 en 2025, el acoso sexual cada vez es menor, los líderes jornaleros ahora compiten para cargos públicos y el trabajo infantil también ha disminuido.
Sin embargo, las prestaciones son pocas o nulas y el acoso laboral sigue. Organizaciones como la SINDJA y “Jornaleros Unidos San Quintín”, siguen peleando por un salario y un trato digno, así como que se respeten sus derechos laborales y no sean maltratados por los dueños o mayordomos de los ranchos.
LA ESPERANZA DE UN MUNDO MEJOR
Cada domingo, Abelina, Anna y Esther se reúnen con otras mujeres jornaleras en el kinder del pueblo. Suelen desayunar una comida especial que solo preparan en cumpleaños, bodas y ocasiones especiales: sopes con frijol, crema, queso y costilla.
En un cuarto lleno de cuadernos, juguetes y plumones, las tres se resguardan para desahogarse de los problemas laborales. Ahí, Abelina cuenta que, aunque le ha costado mucho trabajo luchar por los derechos de los jornaleros, ha valido la pena.