En también llamado “Tren fantasma” y “Tren loco” ha dejado a niños y adultos mutilados por atropellamientos
Nogales, Sonora.- La historia de esta frontera está directamente atada al tren y a la aduana, motivo por el cual creció este centro poblacional. No hay certidumbre, pero se dice que en 1894 se ordenó la creación de la Aduana de Nogales, y al poco tiempo llegaron dos trenes, uno de Tucson, Arizona, el otro de Hermosillo, Sonora, sellando así la hermandad de los dos Nogales.
Con el paso de los años, la tranquila convivencia entre el ferrocarril y sus habitantes se fue complicando, debido al crecimiento urbano del lado mexicano. Nogales, Arizona, nunca ha dejado de ser un poblado pequeño de no más de 20,000 habitantes, en cambio, Nogales, Sonora tiene más de 350,000 habitantes, y unas 100,000 personas de población flotante, según cálculos oficiales.
Para el Cronista de la ciudad, Julio César Sarmiento, la convivencia con el ferrocarril ha sido una historia que comenzó feliz, pero con los años llegaron las tragedias.
“Con el paso de los años, después de los 80 y 90, la ciudad creció y el tren se convirtió en un estorbo para la vida urbana, dejando a la ciudad partida en dos… durante horas”.
Luego vinieron muchos accidentes, dejando el tren a niños y adultos mutilados por atropellamientos y otros incidentes, como choques de autos con la máquina de hierro.
En 2012, el tren se incendió en pleno centro de Nogales, ocasionando alarma y emergencias, aunque no pasó a mayores. En otras ocasiones el llamado “tren loco” se soltó y corrió solo por las vías del tren hasta que se descarriló antes de cruzar a Estados Unidos, donde hay un área para descarrilar el tren en caso de emergencias.
200 accidentes
Lupita González, comandante de la Cruz Roja en esta frontera informa que desde hace 30 años ha cubierto más de 200 accidentes relacionados con el tren.
“Nos ha tocado cubrir accidentes como choques con autos, gente que se cae, que los atrapa la maquinaria, de todo”.
“Lo más triste que recuerdo es una vez que una persona quedó debajo de la máquina del tren, y hasta con las manos escarbamos para poder sacarla; pero el hombre murió cuando estaba en el hospital”, comenta la Comandante Lupita
Es urgente
Julio César Sarmiento, el cronista urbano, dijo que era una necesidad la salida del tren, pero pide que se conserven las vías como un recuerdo histórico o que se haga un tranvía urbano.
“O se pueden conservar las vías y convertir esta área en una vialidad, ya que a la ciudad le urgen más las calles que un parque”.
Alejo León, quien es ejidatario, comentó que muchas personas del ejido de San Lázaro, en el Municipio de Santa Cruz, vendieron sus tierras o hicieron acuerdos sin mayores problemas.
Santa Cruz es también un municipio de no más de 4,000 habitantes, perdido entre las montañas y arboledas. Poca gente sabe de su existencia, pero el tren pasa por ahí desde hace cien años. Santa Cruz, tiene tres comisarías, San Lázaro, San Antonio y Milpillas.
Es un municipio fronterizo con mucha falta de empleo, y su mayor auge lo tuvo hace una década a causa del tráfico de drogas y de ilegales; pero eso se acabó.
Las vías del tren pasan por esta zona, y no han causado mayor daño, porque prácticamente va por la ruta que siempre seguía la carretera.
“En Santa Cruz comprendemos el problema, y sabemos que el progreso tiene un precio, y nos oponemos, el tren tiene como cien años pasando por aquí”.
Ivonne Lorta, la exalcaldesa de Santa Cruz, reiteró que en el municipio de Santa Cruz no ha habido problema con el paso del tren.
“Al contrario, hay mucho trabajo en el municipio, y eso tiene contenta a la gente, ya que hace mucho no había tanto trabajo”.
Es un tramo de aproximadamente 30 kilómetros que cruza por este municipio donde el Gobierno Federal construye el paso del tren desde hace más de un año.
En este municipio, limítrofe con Nogales, nadie se ha quejado ya que hasta el momento solamente les ha dejado beneficios económicos y empleos ante la presencia de cerca de 200 personas foráneas.
El movimiento de personas ha hecho florecer las cuarterías, dos pequeños hoteles y tiendas de abarrotes que surten a los trabajadores.
Autor: Sergio García