En Ginebra se lleva a cabo el Comité Permanente de la CITES, en cuya agenda se incluyen las acciones del Gobierno de México para salvar a la vaquita marina y el combate al tráfico de pez totoaba
Ernesto Méndez
Con la representación de los 103 países miembros, arrancó en Ginebra, Suiza, la 78ª reunión del Comité Permanente de la CITES (Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres), que de nueva cuenta incluye en su agenda, las acciones del Gobierno de México para salvar a la vaquita marina de la extinción y el combate al tráfico ilegal de pez Totoaba.
La delegación mexicana está encabezada por Marina Robles, subsecretaría de Política Ambiental y Recursos Naturales de la Semarnat; Mariana Boy, titular de la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa), y la embajadora Francisca Méndez, representante permanente de México ante Naciones Unidas y otros organismos internacionales con sede en Ginebra.
Además de Fernando Gual, director general de Vida Silvestre de la Semarnat; José Francisco Bernal, director general de Inspección Ambiental en Puertos, Aeropuertos y Fronteras de la Profepa; capitán Carlos Alonso Ruíz, director de Inspección y Vigilancia Pesquera de la Secretaría de Marina (Semar), y Hesiquio Benítez, director de Cooperación e Implementación en Biodiversidad de la Comisión Nacional para el Conocimiento y uso de la Biodiversidad (Conabio), entre otros.
En este marco, la comunidad internacional analizará el informe de resultados que entregaron los integrantes de la tercera misión de observación que viajó a México en marzo de 2024, para corroborar los avances del Plan de Acción de Cumplimiento para el Alto Golfo de California, que según adelantó Excélsior el pasado 23 de enero, arrojó severos cuestionamientos sobre metas no cumplidas para la conservación de la vaquita marina y la captura ilegal de pez Totoaba.
Los expertos alertaron sobre la nula aplicación de la ley para la imposición de sanciones; el uso indiscriminado de redes prohibidas y la falta de equipos alternativos y sustentables; la carencia de dispositivos de geolocalización en las embarcaciones y la carencia de capacitación al sector pesquero.
Imparable Tráfico de Totoaba
Además, el Comité Permanente de la CITES, revisará el estudio sobre la Totoaba realizado por Valeria Towns, bióloga mexicana y doctorante en Ciencias Biológicas, que establece que el tráfico ilegal de este pez exclusivo del Alto Golfo de California, se mantiene imparable.
Prueba de ello, es que entre 2013 y 2020 se decomisaron más de seis mil 500 vejigas natatorias o “buches” de la especie bautizada como la “cocaína del mar”, principalmente en México, Estados Unidos, China y Hong Kong.
El reporte señala que el período de disminución poblacional más pronunciado de la vaquita marina, mayor a 45 por ciento anual (2015-2017), coincide con el período de precios más altos para las vejigas natatorias de Totoaba en el comercio ilegal (USD 8,000 / kg en México y USD 150,000 / kg en China), además de que fueron los años con la mayor cantidad de redes totoaberas extraídas en la región, mayor a 500 artes de pesca.
“Estos altos precios de la Totoaba atrajeron la participación de organizaciones criminales transnacionales, un desafío urgente y persistente para México”, advierte.
La investigación establece que entre 2010 y 2017, se capturaron al menos 760 toneladas de Totoaba, lo que podría conducir a una sobreexplotación grave en el corto plazo, por su uso medicinal y culinario en China, donde los buches se entregan como dote en bodas, regalos de lujo para cerrar negocios o simplemente como una inversión.
“Considerando la falta de datos y el aumento inminente de la pesca ilegal, los expertos recomiendan mantener cerrada la pesquería como medida de precaución, pero coinciden en la necesidad de construir el camino hacia la gestión sostenible de la pesquería”, indicó.
El informe de 100 páginas subraya que el comercio de Totoaba involucra redes criminales sofisticadas y organizadas que se dedican a operaciones de contrabando y tráfico. “Estas redes suelen tener alcance internacional y abarcan varios países en la cadena de suministro, desde la pesca ilegal hasta la distribución; el comercio ilegal se cruza con otras actividades ilícitas como el trasiego de drogas y el lavado de dinero.
Las organizaciones criminales con base en México venden las vejigas natatorias a varios grupos de comerciantes y empresarios bien conectados que residen en México, en su mayoría de origen chino. Las rutas de tráfico cambian constantemente; se documentaron casos en puertos y aeropuertos importantes en la Ciudad de México, Nogales, San Francisco y Cancún, mientras que Vancouver, Canadá, también puede ser un importante centro de envío”, alertó.
Anteriormente, el tráfico de Totoaba estaba dominado por chinos de avanzada edad que operaban en Mexicali y Tijuana, quienes amasaron grandes fortunas durante la última década, “sin embargo, este negocio ahora pasó a manos de ciudadanos con doble nacionalidad (china y mexicana), más jóvenes que están vinculados directamente con células criminales.
“Inicialmente percibida como una oportunidad lucrativa para los pescadores locales, la captura ilegal de Totoaba se convirtió en una actividad altamente organizada en la que participan bandas del crimen que operan dentro de México.
Esta transformación ha facilitado el movimiento de grandes volúmenes de Totoaba, lo que ha dado lugar a un aumento significativo de la pesca ilegal de aproximadamente seis mil individuos a mediados de la década de los 80’s a casi 30 mil individuos en 2017, con un peso promedio de 26 a 46 kilogramos por individuo”, señaló.
Los precios más altos de vejiga natatoria pagados a pie de playa a los pescadores se registraron de 2016 a 2019. Se estima que en San Felipe, Baja California, al menos 100 embarcaciones se dedicaban rutinariamente a la captura de Totoaba en el Alto Golfo de California, con un precio promedio de 17 mil dólares directo a los pescadores (340 mil pesos a precio actual del dólar).
“Durante la pandemia de Covid 19, los precios bajaron significativamente, y desde entonces se mantienen en un rango de entre tres mil y cinco mil dólares (60 mil a 100 mil pesos).
Al mismo tiempo, es probable que la tasa de captura haya aumentado. También es importante señalar que los precios ahora están controlados por el crimen organizado, que se convirtió en el único intermediario en el comercio ilegal de buches”, resaltó.
En los últimos años, el crimen organizado ha ejercido cada vez más su influencia en las pesquerías del noroeste de México, buscando controlar las actividades pesqueras legales e ilegales a lo largo de toda la cadena de suministro de productos del mar, incluidas actividades de alto valor, como la captura de camarón.
“Además de ejercer presión sobre la cadena de suministro, se ha documentado la provisión de combustible robado a pescadores, la extorsión a plantas procesadoras, transportistas y autoridades responsables del desarrollo sustentable del sector pesquero”, agregó.
El estudio abundó que las organizaciones criminales también llenaron los vacíos de mercado que surgieron como resultado de los embargos de Estados Unidos contra los productos de la región, por la falta de protección a la vaquita marina, que muere ahogada en las redes de enmalle para la pesca de Totoaba.
Las empresas y cooperativas cumplían un papel crucial como intermediarias entre los pescadores y los mercados externos, además de brindar créditos para la adquisición y reparación de redes de enmalle y embarcaciones menores, lo que ahora asumen las bandas criminales.
“La evidencia sugiere que más del 95 por ciento de los pescadores en las dos comunidades del Alto Golfo de California, que bordean el hábitat de la vaquita marina, (San Felipe, Baja California y Santa Clara, Sonora), pescan ilegalmente con redes de enmalle tanto especies comerciales (mariscos) como el pez Totoaba, y esto se hace de manera abierta con poco riesgo de sufrir consecuencias legales”, abunda.
La investigación de Valeria Towns, sostiene que las comunidades locales valoran la Totoaba como un símbolo de riqueza y, lamentablemente, las vaquitas marinas son vistas como el “enemigo” de los pescadores.
“Incluso el recién creado municipio de San Felipe, tiene una Totoaba en su escudo y no una vaquita marina”, remató.