Tras los incendios de Los Ángeles, tan devastadores que también han arrasado con varios edificios de otros materiales, no sería extraño que la normativa de varios condados de California cambiara para introducir tratamientos ignífugos
Pedro Torrijos
Cada vez que hay un gran incendio o huracán en Estados Unidos nos hacemos la misma pregunta: ¿por qué construyen las casas con madera? Pues porque es un fenómeno tan enraizado en la estructura sociocultural y, por tanto, económica del país que, si no se hubiera hecho así, no existiría Estados Unidos y, seguramente, tampoco los rascacielos.
Se suele considerar a la casa Fairbanks en Dedham, Massachusetts, como el edificio más antiguo de Estados Unidos si bien, en puridad, el edificio más antiguo del país probablemente es el Palacio del Acantilado en Mesa Verde, que es del siglo XII, o la iglesia de San José en Puerto Rico, que es del XVI (si consideramos esta isla como parte completa de Estados Unidos).
En último caso, ¿qué diferencia a estos dos edificios de la casa Fairbanks? Efectivamente, que estos son de piedra, así que no los derribaría el lobo soplando, lo cual convierte a la casita de madera de Massachusetts en un genuino prodigio. Porque, en su propia naturaleza, nunca se pretendió que durase cuatro siglos.
Cuando los primeros ingleses y holandeses llegaron a lo que hoy es EE.UU. a principios del XVII, se encontraron con un gigantesco territorio poblado únicamente por bosques y miedo. Y por tribus de nativos americanos, claro. Así que, además de un buen montón de armas de fuego para defenderse de esas tribus (otra cosa marcada en los genes estadounidenses), los primeros colonizadores europeos necesitaban casas. Y las necesitaban muy rápido. Si querías levantar un asentamiento, no podías esperar semanas para construir casas de piedra porque los iroqueses o los mohicanos te iban a borrar del mapa. Había que construir las casas en cuatro días, en tres días, en un día. Es decir, había que construir con madera, un material abundante y accesible.
Esta circunstancia se exacerbó durante la expansión al oeste en el XVIII y el XIX. En ese momento, la arquitectura era, sobre todo, un mecanismo colonizador. Además, las casas no solo debían construirse en el menor tiempo posible, sino que debían ser baratas porque eran los propios dueños quienes las ponían en pie. Es entonces cuando se desarrolla el balloon frame, la arquitectura que conquistó el Oeste. El baloon frame era (y es) un sistema que consiste esencialmente en una estructura de madera ligera cuyos elementos fueran lo más parecidos entre sí para favorecer la rapidez constructiva. Una suerte de primera estandarización. Este tipo de construcción en madera se convirtió en esencia de la propia cultura estadounidense, e incluso a día de hoy, la inmensa mayoría de las casas de las urbanizaciones residenciales norteamericanas se construyen de ese modo. Para entenderlo mejor, digamos que en su mayor parte, los constructores de allí no son albañiles, son carpinteros.
Pero es que incluso cuando no se levantan con madera, las viviendas de Estados Unidos también emplean procesos de estandarización que permitan construirse muy rápidamente. De hecho, aun construidas con acero, esta fue la premisa de las Case Study Houses de los años cincuenta. Lo cual nos lleva a los rascacielos.
Los rascacielos nacen en Chicago a finales del XIX por culpa de una necesidad económica (el suelo era demasiado caro) y gracias a dos inventos: el ascensor con freno y la estructura de acero. La estructura de acero es, por definición, estandarizada y, además de evitar que en las plantas bajas hubiese muros de carga muy gruesos, permitía construir muy rápido. Por hacernos una idea, el Empire State, un edificio de 102 plantas, se construyó en el tiempo récord de un año y 45 días. Y no solo eso; avances radicales como la estructura de la torre John Hancock de Chicago, que tardó solo 4 años en levantarse, beben directamente del sistema de balloon frame. Es decir, estructura estandarizada en las fachadas. Como una casita del Oeste, pero a lo grande.
Pero ni los rascacielos ni las casas con estructura de acero (por muy rápida y estandarizada que sea) arden tan fácilmente en un incendio y resisten mucho mejor los huracanes. ¿Por qué en Estados Unidos no cambian su manera de construir las casas normales? La respuesta corta es sencilla: por el dinero.
Por un lado, para convertir a los carpinteros en albañiles habría que cambiar un ecosistema laboral de casi tres siglos y que vertebra gran parte de la construcción del país. Algo tan costoso que es virtualmente imposible. Pero por otro lado, las casas estadounidenses no están pensadas para durar 40, 80 o 100 años, como las europeas. Y esto es el núcleo de la historia y explica por qué ese tipo de construcción está impresa en el código genético de los Estados Unidos.
El hecho de que una casa pueda destruirse fácilmente y se pueda construir otra en su lugar de forma rápida y barata es uno de los factores que favorecen la movilidad geográfica característica de la cultura estadounidense. Porque el arraigo a la casa y su propio valor intrínseco es mucho menor, algo que se ve en el caso de Chris Pratt, que compró la casa Zimmermann de Craig Elwood (una joya del mid-century) para demolerla y construir una anodina McMansion en su lugar. Pero, sobre todo, porque la diferencia entre coste de construcción y precio de mercado es mucho más alto.
En todo el mundo, construir una casa es, en general, bastante más barato que comprarla en el mercado inmobiliario. Pero, en Estados Unidos, esa diferencia es casi abismal. Por ejemplo, una urbanización de 113 casas de unos 100 metros cuadrados en el condado el condado de Maricopa, junto a Phoenix, declara un coste de construcción aproximado de unos 12.147.500 dólares. Lo cual significa que el coste de construcción aproximado de cada casa asciende a unos 107.500 dólares. Y sin embargo, se venderá en más de 500.000. Y el suelo de los suburbios de Phoenix no es barato, pero tampoco ta caro como el de Manhattan.
Porque en un país donde, por ejemplo, tienes más posibilidades de que te concedan un préstamo si ya estás endeudado, esto forma parte de su verdadera esencia: el dinero como artefacto, como entidad fluida.
Tras el huracán Andrew, que azotó las costas de Florida en 1992, varios condados de dicho estado cambiaron la normativa obligando a que las casas de obra nueva se construyesen con estructuras más rígidas que la madera, como el hormigón o el bloque de hormigón, además de especificar que los tejados debían de contar con sistemas que resistiesen los vientos huracanados. No es descartable que, tras los incendios de Los Ángeles, tan devastadores que también han arrasado con varios edificios de otros materiales, la normativa de varios condados de California obligue igualmente a construir con materiales ignífugos o, al menos, a aplicar tratamientos ignífugos a la madera.
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