La sentencia por los 34 delitos del ‘caso Stormy Daniels’ no implica cárcel ni multa, pero sí un estigma histórico sin precedentes a solo 10 días de volver a la Casa Blanca
Miguel Jiménez
Es a la vez una condena muy leve y muy grave. Un juez de Nueva York ha sentenciado este viernes a Donald Trump como autor de 34 delitos de falsificación de facturas, cheques y registros contables con el fin de ocultar los pagos de 130.000 dólares a la actriz de cine porno Stormy Daniels —para que guardase silencio y no perjudicase sus opciones electorales en las presidenciales de 2016—.
entenciara-a-trump-el-dia-10-por-sus-34-delitos-pero-sin-enviarle-a-la-carcel.html” target=”_blank” data-link-track-dtm=””>Como se esperaba, la sentencia dicta la exención incondicional: no hay cárcel, ni libertad condicional, ni siquiera una multa. Al mismo tiempo, certifica sus delitos. De alguna forma, el juez condena a Trump a ser el primer presidente delincuente.
El presidente electo ha comparecido por videoconferencia en la vista, en la que los fiscales del caso han mostrado su acuerdo con dejar sin castigo explícito sus delitos y otorgarle la exención incondicional. “Esto ha sido una experiencia muy terrible”, ha dicho el presidente electo en su turno de palabra. Ha insistido en que su condena era injusta y en que así lo consideran “los expertos legales”. “Soy totalmente inocente”, ha asegurado en una diatriba en la que ha atacado a su antiguo abogado, Michael Cohen, testigo de cargo del caso. “Me acusaron por llamar gasto legal a un gasto legal”, ha dicho. “Es una vergüenza para Nueva York”, ha añadido en sus cinco minutos de intervención. “Se hizo para dañar mi reputación para que perdiera las elecciones y obviamente eso no funcionó”, ha afirmado desafiante.
Ha repetido los argumentos que había expuesto la víspera a través de su red, Truth Social. “No había ningún caso contra mí. En otras palabras, soy inocente de todos los cargos falsos e inventados por el juez. Esto no fue otra cosa que la utilización de nuestro sistema de justicia contra un oponente político. Se llama lawfare”, escribió.
Tras escuchar a las partes, el juez Juan Merchan, encargado del caso, ha razonado su fallo. Ha reconocido que se trataba de un caso excepcional, pero ha asegurado que lo ha tratado como uno más, y al acusado como al “ciudadano de a pie Donald Trump”. Después, ha dictado su sentencia histórica, antes de despedirse: “Le deseo buena suerte en su segundo mandato”, ha dicho. La videoconferencia se ha desconectado instantes después. Trump es un delincuente, aunque el fallo es recurrible y el presidente electo aspira a borrar ese estigma en los tribunales superiores, incluido el Supremo.
Un jurado popular le declaró culpable en mayo del año pasado de esos 34 delitos durante un juicio de varias semanas ante el mismo tribunal de Manhattan en que se ha celebrado la vista este viernes. Trump era el primer expresidente que se sentaba en el banquillo de los acusados. Acudió al juzgado de mala gana, aunque aprovechó ese caso ―y los otros tres en los que fue imputado― para presentarse como mártir de una persecución injusta (“una caza de brujas”, en sus palabras). Declinó declarar, pese a haber asegurado que lo haría, y así eludió exponerse a las preguntas de los fiscales.
Tras el fallo del jurado, Trump logró con éxito que el juez aplazase la sentencia hasta después de las elecciones del pasado 5 de noviembre. Y, tras vencer a Kamala Harris en las urnas, intentó a toda costa evitar el vergonzoso estigma de llegar con antecedentes penales a la Casa Blanca dentro de solo 10 días. Su última maniobra a la desesperada fue un recurso ante el Tribunal Supremo en el que pedía que se aplazase la sentencia hasta que los jueces examinasen si en el caso se había vulnerado la inmunidad presidencial que esos mismos magistrados habían reconocido a los presidentes por los actos realizados en ejercicio de su cargo.
La maniobra fracasó. En una escueta resolución, los jueces rechazaron el jueves por la noche suspender cautelarmente la vista. Entre otras razones, fundamentaron su negativa en que el juez ya había anticipado que la exención incondicional era la sentencia más probable y que Trump podía asistir a la vista por videoconferencia. Además, indicaron que sus alegaciones podrían estudiarse al analizar el fondo del caso. El Supremo se dividió: dos jueces conservadores se sumaron a las tres magistradas progresistas para rechazar la petición de Trump, mientras que los otros cuatro (conservadores) se mostraron partidarios de acceder a la suspensión.