La llegada de una nueva titular a la Fiscalía de la Ciudad de México obliga a formular preguntas básicas. ¿Qué mejoró durante la gestión de un año de Ulises Lara fiscal? ¿La Fiscalía opera con mejores condiciones y prácticas? No. ¿El servicio del ministerio público es mejor? No. ¿Se apartó a los agentes más dudosos? No. ¿Las necesidades y tristezas de las víctimas se atienden con más presteza y delicadeza que en los tiempos en que Cristina Rivera Garza buscaba a su hermana Liliana? ¿Qué queda de su gestión? Un episodio lo sella, nada más. El de la noche del 14 de agosto, cuando irrumpió con la fuerza del Estado en un wine bar de la Condesa capitalina, el Gin Gin, para rescatar al exgobernador de Chihuahua, Javier Corral, perseguido por corrupción por el gobierno de la entidad. Las autoridades de la Fiscalía de Chihuahua estaban por aprehenderlo cuando surgió Ulises e hizo un trabajo impecable. Luego nos echó la culpa de haber armado no sé qué. Salvó a uno de los suyos de comparecer ante la justicia. Tan exitosa fue la proeza de Ulises que Corral se proyectó hacia la presidencia de la Comisión de Justicia del Senado, no es cuento: fue la eficacia y heroicidad de Ulises. La Iliada, La Odisea, el Gin Gin.