Una nueva investigación sobre el tráfico ilegal de pez Totoaba en el Alto Golfo de California, recrea el escenario, los métodos y los pasos que siguen los actores que participan en esta actividad ilícita.
Ernesto Méndez
Una nueva investigación sobre el tráfico ilegal de pez Totoaba en el Alto Golfo de California, recrea el escenario, los métodos y los pasos que siguen los actores que participan en esta actividad ilícita, que deja jugosas ganancias y que tiene a la vaquita marina al borde de la extinción.
El estudio “Desentrañando los procesos criminales detrás del comercio ilícito de Totoaba”, publicado por la organización Earth League International (ELI), establece que la captura de la especie bautizada como la “cocaína del mar”, requiere una preparación exhaustiva e implica la participación tanto de pescadores furtivos como de cárteles mexicanos como “Los Chapitos”.
“Estos cárteles desempeñan un papel crucial al proteger a los pescadores de la acción de la justicia, brindan facilidades para el transporte de las vejigas natatorias de la Totoaba y suministran las redes de enmalle u otorgan préstamos para financiar la compra de estos equipos de pesca que valen miles de dólares”, explica.
ELI, detalla que los pescadores utilizan embarcaciones rápidas, conocidas como pangas y registran las coordenadas GPS donde lanzan las redes para capturar a la Totoaba. Una vez que recuperan las redes y suben los ejemplares a la embarcación, retiran las vejigas natatorias o buches con un cuchillo, y se deshacen del resto del animal, arrojándolo al mar.
“En la orilla de la playa, los pescadores entregan las vejigas natatorias a sus cómplices, quienes las transportan en automóvil o camioneta a las instalaciones de procesamiento en San Felipe, Tijuana o Mexicali, en el estado de Baja California.
El cártel de la Totoaba soborna a la policía en los puestos de control a lo largo de la ruta de transporte. Las vejigas natatorias son entregadas a los traficantes chinos que controlan el resto de la cadena de suministro ilegal, hasta que llegan a su país.
Los buches se limpian, secan y empaquetan para su envío, a menudo el producto que se contrabandea en maletas, equipaje de mano o contenedores de mariscos, pasa por varios países de tránsito para evitar ser detectado.
La Totoaba se transporta principalmente en vuelos de conexión para minimizar riesgos, a través de Estados Unidos, Japón, Taiwán, Vietnam y Corea del Sur”, indica.
El informe destaca que para pasar las vejigas natatorias por tierra a Estados Unidos, los traficantes chinos utilizan “mulas” que cruzan la frontera o vuelan con el equipaje. “Los buches enviados a EU a menudo se entregan en lotes separados al sur de California y otros centros, donde se distribuyen a clientes locales, en su mayoría frescas (no secas)”.
“Algunos contrabandistas vuelan desde ciudades mexicanas a China, particularmente al aeropuerto de Xi’An. Otros métodos que emplean los traficantes son transportar las vejigas natatorias desde México a Hong Kong, Japón, Corea del Sur, Myanmar o Vietnam”, agrega.
La investigación agrega que una vez que el producto de la Totoaba llega a China, se entrega a empresas de mariscos e intermediarios que distribuyen a mayoristas y tiendas. Las vejigas natatorias se venden principalmente en la provincia de Guangdong, al sur de China, y suelen venderse a consumidores adinerados.
“El precio de venta oscila entre 20 mil y 80 mil dólares (USD) por kilogramo, según el tamaño y la edad. Las vejigas se utilizan luego como regalos de empresa, sobornos, inversiones, medicina tradicional china o como dotes de boda”, revela.