La presidenta trata de poner calma ante las amenazas de su homólogo estadounidense y defiende el trabajo de los mexicanos en Estados Unidos: “No estamos de acuerdo en que se trate a los migrantes como criminales”
México revive el miedo a Donald Trump. Las promesas de campaña sobre “la mayor deportación de la historia” del hombre que el 20 de enero volverá a habitar la Casa Blanca han revuelto las aguas al sur del río Bravo. El magnate republicano llegó a la presidencia de Estados Unidos con el discurso de una expulsión masiva de migrantes. La mandataria de México, Claudia Sheinbaum, le ha respondido este jueves: “Evidentemente, no estamos de acuerdo en que se trate a los migrantes como criminales. Para eso existen las instituciones de justicia en cualquier lugar del mundo”. La morenista, en el poder desde el pasado 1 de octubre, ha garantizado que “en caso de que hubiera deportaciones, nosotros vamos a recibir a las y los mexicanos y tenemos un plan para ello”.
Sheinbaum se ha lanzado a un discurso público de apoyo a los migrantes frente a las palabras criminalizadoras de su homólogo estadounidense. El miércoles, durante la conmemoración patria de la Revolución Mexicana, la presidenta declaró: “Nuestros paisanos y paisanas son héroes y heroínas, trabajadores que apoyan a sus familias y a la economía de México, pero también, que se escuche bien y fuerte, contribuyen a la economía de Estados Unidos”. En la misma línea, este jueves ha añadido: “Ayer hice un especial énfasis, y lo vamos a seguir haciendo, y lo tenemos cuantificado, y lo vamos a presentar en su momento públicamente y cuando tengamos las reuniones con el equipo del presidente Trump, de la importancia del trabajo que realizan las y los mexicanos en Estados Unidos: cuántos recursos pagan en impuestos, el trabajo que realizan es de primera, la necesidad de los Estados Unidos de esos trabajadores y esas trabajadoras”.
Trump hace mucho ruido pero da pocos datos. Nadie, ni su equipo cercano, ni sus compañeros en el Partido Republicano, sabe realmente cómo aterrizar la vaga idea de una deportación masiva. Tanto los economistas como otros republicanos han rogado al nuevo presidente que recule en sus palabras. En cierta manera, el voto pro-Trump fue una suerte de referéndum antiinmigración, una de las mayores preocupaciones de los estadounidenses, pero su sociedad funciona gracias a la mano de obra barata de los trabajadores indocumentados. “Vamos a trabajar en demostrar que no tiene por qué deportarse a nuestros connacionales que están del otro lado de la frontera, que, al contrario, benefician incluso a la economía de Estados Unidos”, ha respaldado esta idea Sheinbaum. Según el Instituto de Políticas Migratorias, los mexicanos constituyen el 23% de los 47,8 millones de migrantes legales en Estados Unidos y el 45% de los 11 millones de personas indocumentadas.
En muchos sentidos, esa deportación masiva no es viable. Económicamente, supondría un desastre para Estados Unidos cercano a la recesión. Un estudio de 2015 elaborado por el American Action Forum, un think-tank económico de “centroderecha”, calculó que identificar, detener, transportar, procesar, retener y, finalmente, expulsar, costaría 18.214 dólares por migrante, 24.094 dólares en la actualidad si se tiene en cuenta la inflación. Trump asegura haber contabilizado 20 millones de migrantes ilegales, a pesar de que los números oficiales del Gobierno hablan de 11 millones. El costo asciende, según esta estimación, a 481.000 millones de dólares. ICE, la agencia que ejecuta las deportaciones, y la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza tuvieron en 2024 un presupuesto conjunto de casi 30.000 millones, 451.000 millones menos de lo necesario para los planes del republicano. De dónde saldrá el resto del dinero es un misterio.
Texas, feudo republicano, ya ha corrido a dar su apoyo a Trump con la oferta de un rancho de unos 1.400 acres o 5,5 kilómetros cuadrados a la orilla del río Bravo en Starr County que sirva como base para las deportaciones. Es pronto para conocer las implicaciones reales de las imprecisas ideas del magnate, pero no sería la primera vez que su retórica incendiaria firma cheques que sus políticas no pueden pagar.
En su primer mandato, entre 2016 y 2020, deportó a menos personas que los expresidentes demócratas Barack Obama y Bill Clinton o el republicano George W. Bush. También durante su primera Administración prometió la construcción de un masivo muro en los más de 3.000 kilómetros de frontera compartida que, según él, iban a pagar de su bolsillo los mexicanos. Nunca ocurrió. En su lugar, amenazó a México para funcionar como gendarme y detener a toda costa y sin respeto por los derechos humanos a los migrantes que cruzaran su territorio de camino a Estados Unidos. Es ahí, en las políticas de contención migratoria y los despachos, donde más poder de acción tiene Trump.
Mientras tanto, miles de migrantes aprietan el paso a través de México para alcanzar la frontera antes de que Trump se mude a Washington. El martes 12 de noviembre, una caravana de 1.600 personas dejó Tapachula, en Chiapas, la mayor puerta de entrada a México en el sur, rumbo hacia el norte. Una semana después, otras 2.000 personas hicieron lo mismo. Al menos tres caravanas han partido con idéntica idea desde la victoria electoral del republicano, el 5 de noviembre. Algunas estimaciones dicen que son en total 14 en lo que va de año. Los que logran llegar a la línea con Estados Unidos se dan de bruces con otro tipo de muro: el bloqueo impuesto por el presidente en funciones, Joe Biden, que a principios de verano restringió al mínimo las entradas.
Sheinbaum ha insistido en una indefinida estrategia que su gabinete estaría desarrollando y que espera discutir con Trump en la primera reunión bilateral, todavía sin fecha. “A veces con una frase que no tiene un sustento se acusa a las y los mexicanos en EE UU. He leído por ahí que dicen que la presidenta y su equipo no están preparados. Sí tenemos un plan, estamos preparados y, en su momento, cuando sea propicio, vamos a hacer estas conversaciones con el equipo del presidente Trump”. Miles de personas aguardan ese momento propicio.