Transmitida por las larvas que una mosca pone en las heridas abiertas de animales, el problema se consideraba erradicado en el centro y norte de América desde los 90. La ganadería ilegal y la migración han movilizado a la plaga de nuevo
María Mónica Monsalve
Panamá fue el primero en dar la alerta. El 5 de julio de 2023, el país declaró estado de emergencia zoosanitaria en todo el territorio ante el aumento de casos del gusano barrenador de ganado. Erradicada en Centroamérica y Norteamérica a finales de los 90, se trata de una plaga causada por la mosca Cochliomya hominivorax que deja sus larvas en las heridas abiertas de animales de sangre caliente, afectando principalmente al ganado. Al entrar en la herida, las larvas se alimentan del tejido vivo causando una enfermedad parasitaria conocida como miasis.
“Esto le causa una incomodidad al animal, haciendo que pierda el apetito”, comenta Luis Guerra, veterinario y coordinador del Programa de Salud de Wildlife Conservation Society (WCS) para Mesoamérica y el Caribe occidental. “Pierden mucho peso y, en muchos casos, si no es tratado, el animal puede morir”. Aunque es un problema endémico y que siempre se ha mantenido en los países de Sudamérica — se identificó por primera vez en 1958 en un hombre que estaba en la prisión de Guyana Francesa — los países de la parte norte y central del continente lograron controlarlo tras una masiva y costosa intervención. Sin embargo, tras varios años de pausa, el gusano ha vuelto abrir su camino hacia el norte.
Tras llegar a Panamá, seguramente aprovechando que el tapón del Darién es cada vez más poroso debido a la migración, Costa Rica notificó el primer caso el 18 de julio de 2023. Le siguió Nicaragua el 26 de abril de 2024, Honduras el 16 de septiembre del mismo año y, finalmente, Guatemala, que el mes pasado reportó una ternera que había muerto a los dos meses de edad debido a la miosis que le causó el gusano. Hasta septiembre de este año, las autoridades sanitarias han señalado que hay más de 40.000 casos de animales afectados en estos cuatro países.
Una persona alimenta a unas vacas en el municipio de cofradía, Managua (Nicaragua), en mayo pasado.Una persona alimenta a unas vacas en el municipio de cofradía, Managua (Nicaragua), en mayo pasado.Jorge Torres (EFE)
Para Kurt Duchez, coordinador Regional para Mesoamérica en materia de Delitos contra la Vida Silvestre y Recursos Naturales de WCS, la expansión de la plaga está relacionada con la ganadería ilegal. “El ganado ilegal, que además es la causa del 90% de la deforestación de los bosques mesoamericanos, se mueve desde Nicaragua, pasando por Honduras y Guatemala, hasta llegar a México”, explica. Ahí, indica, entra al sistema mexicano haciéndose pasar por ganadería legal.
A diferencia del ganado formal, las industrias ilegales no vigilan que sus animales tengan o no heridas, las siguen moviendo a pesar de estar enfermas, y no cumplen los mismos principios de salubridad, convirtiéndose en el transporte perfecto para la mosca. “La bioseguridad para evitar el gusano no es tan compleja”, agrega Guerra. Cuando un animal tiene las larvas se deben sacar, darle medicamento, cicatrizante y vigilar la herida. Incluso, después de este proceso, la carne del animal se puede consumir sin ningún problema. Por eso los expertos consideran que el problema surgió más que todo por la ganadería ilegal, aunque actualmente ya esté afectando a todo tipo de ganado.
¿Cerrar la frontera ganadera de México?
La mayoría de carne que vende México se exporta a Estados Unidos. “Y en el momento que se reporte un caso de gusano en este país, va a ser un problema económico enorme para toda la región”, dice Duchez. “Nuestra recomendación a las autoridades es que se cierre la frontera ganadera de México”, algo que sería temporal y que no es inusual. Por ejemplo, recuerda, actualmente la frontera para pasar aves y huevos de México a Guatemala también está cerrada debido a que en el primer país hay casos de influencia.
No son los únicos que han elevado esta petición. El 4 de noviembre, la Confederación Nacional de Organizaciones Ganaderas de México, envió una carta a la secretaria de Agricultura y Desarrollo Rural pidiendo “el cierre temporal de la frontera con Guatemala y Belice para importaciones de ganado bovino y especies susceptibles”, así como más control en la entrada de ganado ilegal y dispersar moscas estériles en las zonas fronterizas. A esta última estrategia — la de soltar moscas macho estériles para evitar su reproducción — se le atribuye parte del éxito de la eliminación del gusano en Centroamérica, y ya la están volviendo aplicar varios países.
Un hombre conduce una carreta tirada por vacas en Llopango, El Salvador, en una fotografía de archivo.
Un hombre conduce una carreta tirada por vacas en Llopango, El Salvador, en una fotografía de archivo. Giles Clarke (Giles Clarke/Getty Images)
Pero puede no ser suficiente. José Urdaz, gerente del programa de Sanidad Agropecuaria, Inocuidad y Calidad de los Agroalimentos del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), cuenta que ya se han aliado con los países de Centroamérica — tanto en los que se ha reportado el gusano como en los que no — para volver a instalar toda la capacidad, conocimiento y sistemas de emergencia sobre el gusano que se han perdido en los últimos 30 años ante la ausencia del problema en esta zona del continente. A diferencia de WCS y los ganaderos mexicanos, el IICA no ve necesario cerrar la frontera, sino fortalecer los puntos de control de ingresos e inspección de ganadería, tanto en México, como a lo largo del continente.
Incluso, añade Alejandra Díaz, especialista regional para Centroamérica del mismo programa, el IICA ha apoyado simulacros en México para saber cómo actuar en caso de que se reporte el ingreso del gusano y saber qué vacíos hay que mejorar. También ha impulsado la creación de líneas telefónicas o chats en países como Costa Rica para que las personas puedan reportar casos en los que sospechan que el gusano está afectando a un animal.
“Hay dos mensajes claves que son importantes”, comenta. El primero, es que la carne se puede consumir una vez el animal ha sido tratado. “La pregunta siempre es sobre el consumo de carne y sobre eso no hay que generar pánico”. Lo segundo, es que la limpieza del animal, de la herida, es el primer muro para evitar que las larvas del gusano se instalen.
En lo que coinciden el IICA, los ganaderos y WCS, es que, si el gusano supera la barrera que hasta ahora representa México, las implicaciones económicas serian devastadoras. “Es el verdadero problema”, recuerda Duchez. Un análisis elaborado por el Servicio Nacional de Sanidad, Inocuidad y Calidad Agroalimentaria de México, estima que, si hay un brote aún más significativo en la región, erradicarlo de nuevo costaría hasta 830 millones de dólares. Pero, si además se suma el impacto que tendría en la industria llegando hasta Estados Unidos, las pérdidas anuales podrían alcanzar los 1.000 millones de dólares.
Ante el riesgo, insiste, lo mejor es cerrar temporalmente la frontera de ganadería mexicana. Esto, comenta, también le quitaría la presión de deforestación a los bosques de Mesoamérica: si no hay a dónde llevar las vacas ilegales, no hay ningún incentivo económico para tumbar el bosque y criar ganado.
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